BYRON JONES
—Comienzo a preocuparme por ti, amigo —Isaac irrumpió en mi oficina, para dejar caer frente a mí un rollo de planos—, cada día que pasa estás más distraído, te ves cansado y lamentablemente no estás haciendo bien tu trabajo.
Se sentó frente a mí y señaló los planos.
—Nos han devuelto tres veces estos planos, no puedo hacerlo sin ti, amigo. Tan solo necesito que me ayudes con esto.
Dejé de fingir que revisaba la computadora y volteé a verlo. Isaac tenía razón y no tenía cómo debatir mi falta de profesionalismo en mis últimos días. Mi mente se encontraba lejos de todo lo que sucedía a mi alrededor, pues en lo único que pensaba últimamente era en el momento en que escapaba de mi casa para ir a tener uno de esos encuentros clandestinos con aquella mujer rubia y guapa que me of
