Bajaba las escaleras aun con sueño, pero quería tener un detalle lindo con Noah de llevarle el desayuno a la cama, por esa razón estaba despierta tan temprano y era un completo delito para mi vida como estudiante universitaria en un día donde no tenía porque despertarme a esta hora. Iba a maldecir cuando recordé los sucesos de anoche, ¡dioss! había sido maravillosa aun cuando no hubo sexo de por medio, él hacía que cualquier cosa, por más mínima que sea, si era con él, fuera especial y empezaba a enamorarme de esos pequeños detalles. Iba en mi nube de amor hasta que algo lo interrumpió y me hizo caer directo con la realidad. Fruncí mi ceño cuando escuché voces en la cocina y el enojo me llenó al darme cuenta que era mi madre. —¿Qué haces aquí? —pregunté de inmediato en cuanto entré.