—Y entonces me dejó a mitad de la cancha de futbol, pensé que voltearía a mirarme… ¡siempre ocurre en los libros y películas! Pero no lo hizo. Estaba relatándole los acontecimientos del domingo a Mia bajo confesión de amigas, porque por nada en el mundo podía decirle algo a Noah o dejaría de llamarse. Teníamos un hueco de una hora y nos encontrábamos comiendo en la cafetería, pronto la masa de estudiantes entraría por esa puerta y ya quería verlo, aunque sea solo verlo…de lejos. —¿Amigos? Si serás imbécil Alison —me regañó, golpeando mi cabeza—. Si yo fuera Noah jamás te volvería hablar…amiga, su dignidad. Ella tenía razón, pero Noah no lo haría ¿o sí? —No estaba coordinando mi mente con mi boca, él estaba muy cerca…no supe que hacer —me excusé. ¿Cómo no pretendían que dijera estup