–Jonathan creo que deberías dejarme conducir –propuse cuando llevamos casi cuatro horas de viaje. –Esta bien, tu descansa que nos toca un largo día –respondió. –Un largo día para ti, porque no aprovechas y descansas –le recordé que tiene una reunión. –No dejaré que conduzcas mi auto –Soltó de pronto. –Sé conducir sabes –mencioné –. Y bastante bien –alardeé. –Conduces bastante bien ¿en serio? Porque recuerdo que la última vez que te vi en un auto estabas en medio de una carretera –me recordó cuando me ayudó con el auto de segunda que tenemos con Dalia. –Eso fue el auto –reproche –. Además no es el único auto que he conducido. –Vaya, ¿y de quien son esos autos que has conducido? –observé que hizo un gesto de disgusto sin dejar de ver la carretera. Me quede pensando en una respuesta pa