Capítulo 20

1270 Words
Octavia Desperté con el reconfortante calor familiar de unos brazos fuertes a mi alrededor. Mi cara estaba enterrada en el pecho de él, mis manos comenzaron a moverse por su pecho subiendo hasta su cuello, lo sentí estremecerse con cada roce de mis dedos. Suavemente besó mi cabeza mientras acariciaba mi cabello, y pude sentir el latido de su corazón contra mi mejilla. Busqué en su cuello mi marca de compañeros... —No sabía que te gustaba jugar al despertar, cielo —la voz masculina me habló con un tono entre juguetón y excitado. La voz que no era la de Orión. Salté de la cama sin apartar la vista de Lucien, su cabello rubio estaba despeinado y su mirada lujuriosa no pasó desapercibida. —¡¿Qué mierda haces abrazándome en la cama?! —Grité horrorizada por la situación, mientras mi cuerpo aún se estremecía por la cercanía de sus manos. —Yo... Cuando llegué estabas dormida, no veo el problema. Además, fuiste tú quien se acurrucó —dijo mientras se sentaba en la cama, haciendo que mi corazón se acelerara. Estaba sin camiseta, vestido solo con un bóxer. —¡Estás desnudo! No puedes simplemente acurrucarte con alguien, mucho menos si ese alguien está marcado. —Levanté las manos para intentar dejar de temblar, sintiendo la humedad de la ansiedad en mis palmas. —Punto uno, tú te acurrucaste. Punto dos, estás marcada, pero no te he visto con ese supuesto compañero tuyo, lo que me hace pensar que o está muy lejos o está muerto. Punto tres, —Se levantó rápidamente y avanzó hacia mí —no me pude resistir... Me acorraló contra la pared, colocando una mano a la altura de mi cintura y otra cerca de mi rostro. Sus ojos estaban fijos en los míos mientras acercaba su cara a la mía, y pude sentir el calor de su aliento en mi piel. —No iba a dejar pasar la oportunidad de abrazarte, de sentir nuevamente tu piel contra la mía, cielo. —Acercó su mano y la colocó bajo mi barbilla para levantar mi rostro, sus labios a pocos milímetros de los míos —además has dicho que estás marcada, no en pareja, no enamorada. Tragué saliva y mi cuerpo empezó a reaccionar a su proximidad, me odiaba. Odiaba que todo mi ser reaccionara ante su presencia. —Tú no sabes nada de mí o de Orión... —Dije entre dientes, el odio y la lujuria bailando en mi interior. —Solo sé lo que estoy viendo ahora, lo que estoy sintiendo. Tú quieres esto, quieres mis labios sobre tu cuerpo, quieres que toque cada centímetro de tu cuerpo. No lo niegues, cielo. —La seguridad en su tono de voz, su mirada lasciva recorriendo cada parte de mi rostro. Lo iba a matar. —Aléjate de mí ahora mismo. —cargué mi voz con todo el veneno que logré acumular. —¿Estás segura? —sus labios se acercaron a los míos, apenas rozándolos. —Estás completamente loco si crees que no te mataré por esto. Mis palabras lo sorprendieron, abrió sus ojos como platos y su carcajada resonó por todo el lugar. Se dio la vuelta negando con la cabeza y entró en el baño, dejándome con el corazón acelerado y la mente llena de confusión y deseo. Aproveché la oportunidad para vestirme y colocar todas las armas posibles en mi ropa y botas, sintiendo el peso reconfortante de cada arma y utensilio estratégicamente ubicado. Él regresó al dormitorio ya vestido, su presencia llenando la habitación con un aura intensa. —No voy a dejar malentendidos entre nosotros. Tu fuerza, tu determinación, son como un imán para mí, y no tengo intención de negarlo. Cada vez que me desafías, enciendes algo en mi interior que no puedo ignorar. Así que sí, aprovecharé cada momento, cada mirada, cada enfrentamiento... porque, Octavia, en este extraño juego de gato y ratón, encuentro una chispa que no puedo y no quiero apagar —Lucien habló con una intensidad cruda, acercando su rostro al mío, su aliento mezclándose con el mío. Sus palabras no eran solo un desafío; eran una admisión de la atracción inesperada que había nacido entre nosotros en medio del caos. —No te preocupes, no habrá más oportunidades. —Le respondí colocándome la mochila sin mirarlo a la cara, sintiendo la tensión en el aire. Me acerqué a la puerta y la abrí con fuerza, salí casi corriendo, deseando escapar y evitar otra charla incómoda sobre lo que había pasado ahí dentro, dejando la habitación atrás y adentrándome en la penumbra del pasillo. El atardecer nos encontró continuando nuestro camino por el bosque. No dijimos ni una sola palabra hasta bien entrada la noche. La luna apenas iluminaba nuestro camino; las nubes de tormenta se acumulaban en el cielo, cargadas de promesas mojadas, y la oscuridad se cerraba a nuestro alrededor. El bosque estaba inusualmente silencioso, los sonidos de los insectos que nos habían acompañado anoche ya no estaban. De repente, un rugido profundo y escalofriante llamó mi atención. Lucien se agachó, con una mano me indicó que hiciera lo mismo. Tomé un lugar a su lado y esperamos unos minutos, mis sentidos alerta y mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Una criatura horripilante apareció delante de nosotros entre unos árboles. Escuché a Lucien maldecir en voz baja. La cosa estaba cubierta de un pelaje n***o como la noche, su pelo parecía absorber la luz, permitiéndole fundirse con las sombras. En la cabeza, tenía un cuerno retorcido y oscuro como una antena, su cuerpo era robusto y musculoso, una máquina preparada para matar. A lo largo de su espalda, una cresta espinal que se iluminaba en tonos tenues llegando hasta una cola larga y prensil. La visión de la criatura me hizo estremecer, y un escalofrío recorrió mi espalda mientras mis sentidos se agudizaban. El movimiento de sus garras filosas y largas de sus patas resonaban en el bosque a cada paso que daba, dejando un eco siniestro en el aire nocturno. De su cuerpo se desprendía un olor repugnante a podredumbre, como si la muerte misma lo hubiera tocado. —Es un Umbra Bestial, conjurado por alguna bruja —susurró Lucien, sus palabras apenas audibles en medio de la tensión que llenaba el ambiente. —Dime si vamos a esperar a que se vaya —le respondí susurrando, con súplica en la voz, mis ojos fijos en la criatura que se movía con una lentitud amenazante. Vi su sonrisa ensancharse, su mirada brillando con una chispa de emoción peligrosa. —No, cielo, estas cosas no se van —me dijo, y mi corazón se detuvo ante su respuesta implacable. —Pero es solo uno... —No estaba preparada para esto, para enfrentar a una bestia de tal magnitud y horror. —Nunca andan solos. —Fue su única respuesta, y su tono sombrío añadió una capa más de temor a la situación. Maldición, maldición, maldición. Mi mente daba vueltas tratando de encontrar una salida, pero la realidad se cernía sobre nosotros. "Darcy, sé que estás triste y desesperada por encontrar a Orión, pero te necesito ahora" le murmuré en la mente sin obtener respuesta. "Darcy, por favor" le rogué con desesperación, pero su silencio persistía. Mi preocupación comenzó a apoderarse de mí cuando no pude sentir su presencia en mi mente. Un rugido bajo y amenazante me atrajo al peligro inmediato que estábamos por vivir. Otra criatura, similar a la que teníamos en frente, se abalanzó sobre nosotros con ferocidad, sus ojos brillando en la oscuridad como dos brasas encendidas.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD