Lucien Desperté con un dolor agudo en mi pierna, un recordatorio de la batalla contra los guardias de Alfa Einar. La cueva en la que Octavia y yo habíamos encontrado refugio era fría y húmeda, pero ofrecía el escondite que necesitábamos. Después de un descanso forzado, mi cuerpo se sentía un poco mejor, pero la herida en mi pierna había empezado a dar señales preocupantes. Mientras Octavia dormía, me encontré luchando contra oleadas de fiebre que quemaban mi cuerpo. El dolor había dado paso a un estado febril, haciendo que mi mente vagara entre recuerdos y delirios. Visiones borrosas y distorsionadas de mi pasado y de un futuro incierto se entremezclaban en mi conciencia. Sabía que debía permanecer despierto y alerta, pero la fiebre me debilitaba, llevándome a un estado de semiinconscie