CRISTOBAL. Ya no tenía esperanza alguna, lo había intentado todo por todos los medios posibles, mis abogados y los mejores abogados que mi dinero pudieron pagar hicieron hasta lo imposible, pero nunca fue suficiente, no había salida, solo Alison podía cancelar el contrato y este se cancelaba solo si ella se negaba a casarse conmigo. Así que cuando faltaban dos días para el “gran día”, estaba resignado, mi cuerpo y mi mente no daban más, no quería levantarme de la cama y no lo hacía, ni Cristina, ni mi madre, ni mi hermano o mi padre, habían logrado hacerme salir de mi habitación. Le había pedido a Alison que se fuera de mi apartamento mientras que nos casamos, alegando querer pasar tiempo a solas con mi soltería, los buenos recuerdos que tenía con ella ya no hacían mella en mí como en