El pequeño incidente del avión, en el que Cristobal me pasó dormida a la habitación no terminó solo hasta ahí. Difícilmente pude despertarme porque el calor y la posición en la que me encontraba, estaban proporcionando comodidad, como hace muchos tiempos no dormía. Nuestros cuerpos estaban completamente entrelazados, mi pierna izquierda estaba metida entre sus piernas y su pierna derecha pasaba por sobre mis caderas, mi brazo izquierdo rodeaba su cintura, su brazo derecho pasaba por sobre mi y su brazo derecho estaba debajo de mi cuello y me abrazaba por la espalda, mi cabeza estaba apoyada en su pecho y su nariz estaba justo sobre mi coronilla. Cuando abrí los ojos, mi cara se puso muy roja, empecé a sentir el calor pasar de mis mejillas hasta las puntas de mis pies. Quería moverme, d