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Casi no logro descifrar la mirada de Cristóbal desde el otro lado de la mesa, era una sonrisa soberbia y al mismo tiempo sus ojos expulsaban rabia, tuve que esperar casi hasta las 10 de la noche a que todos se fuera, gracias a los ángeles Agustín estaba porque me ayudó a recoger todo y a dejar organizado, al otro día debía estar temprano cumpliendo mis funciones como debe ser y no quería perder tiempo organizando la sala de juntas, aunque contamos con personal de aseo para esas tareas, las carpetas e informes no son su responsabilidad por lo que no podía quedar un solo papel dejado a la ligera en cualquier lugar. Bajamos al primer piso y se encuentra Santiago esperándome, le informe que iba a quedarme en casa de Agustín y me iba con él en la moto, razón por la que podía irse a descansar,