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Cuando la lluvia empezó a tornarse más fuerte, no me preocupe en lo más mínimo ya que "estaba de vacaciones" y no me podía mentir por que cada cosa que estaba pasando me gustaba y me gustaba mucho. Cristóbal me pidió que saliéramos del mar y buscáramos refugio o un transporte para volver al hotel, porque la lluvia se iba a tornar más y más fuerte. En realidad no entendía su preocupación en absoluto, era un viaje de “luna de miel” y no se podía controlar el clima, además que mojarme bajo la lluvia me remontaba a mi infancia y a dulces momentos de juego, eso me hacía feliz. Así que le pedí a Cristóbal que esperara un poco más, que me permitiera ser niña otra vez a la orilla de la playa con el agua cayendo en el agua del mar. Refunfuño y dio un par de resoplidos, intentó convencerme de que n