Entonces todos los recuerdos olvidados se agolparon en su mente de manera súbita, el rostro pálido de su primera esposa se mostró con claridad delante de sus ojos y las últimas palabras del conde de Oxford resonaron fuertes y claras a sus oídos. Entonces los fantasmas que había dejado de ver con burla ahora parecían reírse de él, anunciando con su lúgubre presencia la desgracia que le sobrevendría, casi pierde la razón sin poder apartar de su mente la imagen de los dos cuerpos sin vida bañados en sangre. Sus pasos chapotearon en un charco, llamando su atención, asumió que había tropezado algún florero sin percatarse de ella, por lo que miro hacia el piso, encontrándose con toda la sangre derramada aquel día, escurriendo de su propio cuerpo, pero nada le dolía no estaba herido, o eso supon