Capitulo II “Destruyendo el escaparate”

2009 Words
Aquella mañana me desperté temprano, hice el desayuno, digamos que me arreglé, en serio lo intenté, al menos para mí estaba decente, el televisor estaba encendido mientras pasaban las caricaturas, papá sumergido en el diario y mamá con el acostumbrado ajetreo de las mañanas, mi hermano se levantaba a la misma hora en que le tocaba entrar a la primera clase desde que tengo memoria, es lo normal en él, era mayor que yo por dos años. Finalmente salí de casa con buen pie, mamá y papá me preguntaban una y otra vez porqué estaba tan positivo aquel día pero no había nada en especial, solo había decidido que la vida no era realmente tan mala si te acostumbras a la rutina de ser miserable. -Eros, somos tus padres, puedes decirnos todo lo que quieras. Sobretodo si es algo que te hace feliz - mamá decía esto esperando a que yo cayera en la trampa ¡por favor! caer en eso me causo muchos golpes en la infancia de su parte -Mamá, ya te dije que no es nada, solo me levanté de buen ánimo -Yo fuí quien te parió, puedes mentirle a quien sea pero no a mí, no, no - mamá sonreía meneando la cabeza como si hubiese ganado la batalla y la dejé ganar porque solo le pedí la bendición y me retiré Por cierto ¿Les comenté que ya incluso tenía un novio? Era la cosa más perfecta del mundo, decía que me quería y que yo era perfecto tal y como era, resultaba un poco difícil vivir de los encuentros furtivos, los mensajes y las llamadas nocturnas a escondidas de mis papás pero ¿Entienden lo que les he dicho? Tenía un novio, a pesar de mi apariencia, a pesar de mi personalidad tan asquerosa, a pesar de todo lo que significaba estar con alguien como yo. No les diré que era un Adonis, era mayor que yo, podría decirse que simpático, inteligente, era perfecto, es la única palabra que encuentro para describirlo. Habíamos quedado para vernos camino a la escuela y caminar un rato -No eres tan feo, quizás si te arreglas un poco más hasta podría decirle a alguno de mis amigos que andamos juntos me había dicho lo mismo el día anterior, realmente me venía diciendo eso desde hace una semana ¿Qué cuánto tiempo teníamos? Pues eso, una semana -Pues, según yo y mi espejo hoy me veo mucho mejor que ayer o antier -Pues, deberían mandarse a revisar porque ambos están mintiendo - Él decía las cosas sin si siquiera pensarlo quería lo mejor para mí, me hablaba sobre amarme a mí mismo tal y como era evolucionando en el proceso, creía que me veía mejor pero al parecer hoy también el espejo me mentía, esto no significaba que iba a rendirme y dejarlo todo así, ahora tenía motivos para preocuparme más por mi apariencia, lo tenía a él. -¿Ya piensas decirle a tus padres que eres gay? Siempre alguien me sacaba a fuerzas de mi idilio ¿Decirle a mis padres que yo era qué? No, no, no, claro que no ¿Qué creen? Esto no es una serie linda de adolescentes, es la vida real, no puedo llegar y decir “Oye mamá ¿sabes que podía elegir entre la banana y la papaya y elegí la banana?” entonces mamá me diría "Que bueno, hijo. Sal a la calle y come todas las bananas que se te antojen, de todos los tamaños, formas y colores" no, amigo las cosas definitivamente no funcionaban así y menos en mi mundo, papá quizás me mataría literalmente y mi mamá me llevaría a toda clase de lugares que puedan curar lo que tengo, no estaba listo para esta conversación y no pensaba tenerla así que seguí caminando y por primera vez en todo nuestro magnífico noviazgo no le presté atención, me sentía poderoso, me sentía como senda bichota y en el fondo sabía que lo era. Ya en este punto de la historia debo admitir que sí, en mi cabeza seguían sus palabras resonando una y otra vez, quizás no sería tan malo, habían muchas maneras de hacerlo, pero como suele suceder cada vez que estoy enloqueciendo por una decisión llamé a la más fiel de mis amigas: Amelia. -Asalta un banco, luego ve con tus padres y diles: ahora soy un criminal (con la bolsa de dinero en la mano que debe obviamente llevar un símbolo de dólar) un criminal gay. Insertas una pose dramática y listo, no es tan difícil Amelia siempre era tan… ¡Asombrosa! -Podría huir luego con mi novio a una isla donde viviremos de la siembra, los cocos y el amor -¿te imaginas viviendo en una casita hecha de palos con cocos en el pecho, una falda de hojas y una corona de flores? - respondía Amelia simpática mente Nuestra conexión para decir incoherencias era asombrosa y luego de dos horas de pendejadas a montón siempre llegábamos a la misma conclusión: La vida es un puto asco sin remedio. Pero las risas no faltaron ¡Eh! No existía manera en que me sentara con mis padres a decirles que soy joto, mi plan es perfecto y seguiré con él, ahora tengo 17 años pero cuando sea mayor, adinerado e independiente solo tendré que mudarme con mi novio a un hermoso departamento y vivir felices, ya nadie podrá decirme qué hacer y aunque lo intenten ya no tendré la necesidad de acatar sus órdenes. Tener novio era complicado, sobre todo cuando eres un gay de clóset con padres tercermundistas, sin embargo Samuel (que así se llamaba) seguía insistiendo con la situación -Cuando le dije a mis padres se lo tomaron muy normal, me apoyaron con todo - decía Samuel en sus intentos de convencerme -Te entiendo, amor pero mis padres son un poco diferentes, ellos son díficiles de tratar -¡Callate! - su expresión cambió totalmente mientras me decía esto - no me digas así en la calle, ni en ningún lado ¿lo entiendes? -Lo entiendo, discúlpame - miré el piso para evitar la pena que me daba con él y claramente conmigo mismo quería hacerlo, quería complacerlo, pero se me escapaba de las manos la situación. Al devolverme a mi casa me lleve el teléfono de Samuel, quería mantenerlo vigilado de que no me fuese infiel, si lo perdía no iba a conseguir a más nadie que me prestara atención, ese era un lujo que alguien como yo no podía darse. Llegó el fin de semana, podría levantarme tarde y quedarme todo el día en cama viendo la televisión… ¡Mentiris! Me desperté súper temprano y mis padres iban al supermercado, no quería salir pero si quería aprovechar que tenían dinero y lograr que me compraran un cereal, quizás hasta algo más, en días como estos podía ser un poco codicioso. El día iba de maravilla, incluso mientras mamá compraba la carne para el almuerzo papá y yo pudimos sentarnos a comer cachapas, quizás no sepan lo que es y tampoco sé cómo explicarlo pero estaba delicioso. Al llegar a casa me tocó salir a comprar queso ¿Por qué siempre se les olvida algo? Bueno, no importaba, caminé hacia la tienda de buen humor, el sol se sentía bien sobre mi piel, como una tibia caricia, el día en general parecía sonreír de esquina a esquina con dientes relucientes, finalmente volví a la casa, toqué la puerta de mi cuarto en donde se encontraba mamá, no me respondía, toqué una y otra vez, solo dijo que pusiera el queso en el enfriador y volviera. Seguí sus órdenes al pie de la letra aunque algo no me olía muy bien que digamos, abrió la puerta y allí estaba, justo en sus manos se encontraba el teléfono de Samuel, lo había revisado antes de salir al centro y lo dejé en mi bolso, me salió el tiro por la culata y el que era mi seguro de que no me estaban siendo infiel se convirtió en el sueño de mi novio, pues, en el fondo de pantalla se encontraba nada más y nada menos que una foto de él y yo dándonos un beso. -¿Qué es esto? escuché repetir a mamá unas cuantas veces, no podía negarlo y al final me tocó confesar, ella desbordó en llanto mientras que yo solo estaba allí, viendo como mi mundo aparentemente perfecto se desmoronaba, porque no basta con aprender a vivir en la miseria, siempre debes esperar algo mucho peor, sucedió justo lo que creía que iba a pasar. Mamá mencionaba maneras para “tratar mi situación” doctores, psicólogos, psiquiatras, padres, curas, sacerdotes, brujos y no, no estoy exagerando, realmente lo hizo, luego no lo soporté y simplemente lo dejé salir -¡Por favor! Soy tu hijo, soy el mismo que era antes de que vieras esa foto sólo que ahora conoces una verdad sobre mí, no he matado a nadie, no he robado ni estafado, tampoco he violado, no soy un criminal. No importa lo que hagas esto no lo puedes cambiar porque mi situación o como prefieras llamarlo no tiene cura y si no puedes entenderlo entonces la que está mal eres tú, no yo Solo sentí la bofetada llegar a mi rostro -Esto no es normal, estás enfermo. Me faltas el respeto una vez más y... - mamá decía todo esto y yo les apuesto que ni siquiera estaba pensando -¿Y qué - no la dejé terminar, podía ver la ira en su rostro - ¿Vas a golpearme otra vez? ¿crees que eso va a solucionar algo? ven, quítame lo gay a golpes mamá había tocado los límites y lo sabía, amenazó con sacarme de la escuela, denunciar a Samuel, contarle a mí papá, pero siendo totalmente sinceros me sentí liberado, no se imaginan lo que significa cargar solo durante tanto tiempo con algo como eso. La parte que más dolió fue al llegar la hora de la comida, me lanzaba el plato como si fuese una mascota, una no deseada, una que dejaste quedar porque tus hijos insistieron hasta llorar y quedarse secos, la verdad sentía que estaba seco de tanto llorar pero no pensaba retroceder, si van a juzgarme por quien soy que lo hagan, no le temo. De vez en cuando cruzábamos palabras, hasta creí que todo iba a arreglarse, cabe destacar que era mi madre, ese ser que ponemos en un pedestal y que nos enseñan que va a amarnos sin importar nuestra “condición” no la culpaba, ni le censuraba, es difícil adaptarse a cierto tipo de situaciones y esta era una de ellas, necesitábamos tiempo -Deberías intentar tener sexo con una mujer Sus palabras fueron crudas, sin filtro, carentes de sentimiento, nunca en mi vida había hablado de sexo con ella, papá se había encargado con chistes de decir todo lo que necesitaba saber -No quiero estar con una mujer, además puede quedar embarazada como les dije anteriormente era muy tarde para echarme para atrás, la situación era además de incómoda muy bochornosa -Para eso existen los condones y si pasa pues se responde Yo no tenía ni el más mínimo conocimiento sobre como cuidar a otro ser humano, ni siquiera sabía cuidarme a mí mismo, apenas la semana pasada había dejado evaporar un agua que era para el café. Esto definitivamente se había escapado de mis manos, Samuel debió haber rezado mucho para conseguir que el mundo diese tales resultados. Por suerte no le había dicho nada a papá, mi hermano negó saber de la situación, me acostumbré a que me lanzara la comida, al menos no me la negaba, mi perfecto y hermoso novio estaba feliz por “mi gran logro” no me retiraron de la escuela, todo se sostenía sobre un hilo y en cualquier momento podía caerse pero yo podía con esto, no es como que me iba a tocar salir del clóset cada año como tradición.
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