Sin embargo, esperó pacientemente a que ella se calmara, acariciando su cuerpo con tanta delicadeza como era capaz de hacerlo, lo cual no era mucho, pero eso era todo lo que podía ofrecerle.
Cuando su respiración se estabilizó y recuperó sus sentidos, la comprensión golpeó su cabeza. Ella estaba con un extraño. Había dejado que un hombre que no conocía la tocara como nadie más lo había hecho.
No eres tú Celia, ¿qué diablos estás haciendo?
Su subconsciente la miró con dureza, pero ella no tenía nada de eso. Decidiendo ignorar su voz interior, miró a Axel casi expectante.
A cambio, se levantó de la cama, arrastrándola con él.
—Desnúdame— La orden tenía un trasfondo peligroso, no podía contenerse por mucho tiempo, pero incluso en este estado quería ver su rostro sonrojarse de vergüen
