La luz se filtraba suavemente a través de mis párpados, un tenue aviso de que estaba regresando al mundo de los vivos. ¡No puede ser! ¡Estoy viva! ¡¿Por qué estoy viva?! La conciencia se abría paso a través de la niebla del sueño y la anestesia, un lento proceso que me hacía consciente de mi cuerpo de una manera que nunca antes había experimentado. Había un peso en mi abdomen, una presencia extraña que no reconocía como propia. Era mi nuevo hígado, un regalo que me había sido otorgado a pesar de que no lo pedí, a pesar de que no quería pagar el precio. ¿Y cuál sería el precio? Aun no despertaba del todo y ya estaba pensando en eso, ¿por qué? Porque tenía miedo, tenía miedo de ese señor y de lo que sea que pretendiera hacer conmigo. Al abrir los ojos, el mundo se presentó ante mí en to