Gabriela. Tanto tiempo intentando no volver, meses y meses haciendo todo lo posible por no llegar a sus manos. Me sentía destrozada, otra vez. Sentía mi vida en sus manos, pero no solo la mía, estaba en sus manos todo lo que yo quería, lo que yo amaba. Y al menos él no sabía que yo amaba a su hijo y tenía que hacer todo lo posible por hacer que así se mantuviera. Russell no podía enterarse de que Oliver había sido más que un amigo, no solo en ese fin de semana, sino desde antes de eso. En mi mente él fue mi salvador, siempre. Ahora yo tenía que serlo para él y por Jackie. Vi la libertad en mis manos, la saboreé a medias por un buen tiempo como para acostumbrarme a ella, sin embargo, solo quedaba el tenue sabor a eso. Era otro lugar, pero seguía siendo una jaula y con el mismo capt