7. Desesperación.

1003 Words
Anthony. Así como habló se da media vuelta y se retira. No entiendo que logra si me llego a casar con otra persona. No quiero casarme con otra persona. Escucho el llanto de mi hijo y corro al cuarto a darle su biberón y a cambiarle el pañal. La mayoría de las veces duerme en mi cama, cama que puse contra la pared para evitar que se caiga. Otras veces, cuando los recuerdos se apoderan de mi, lo único qie puedo hacer es dejarlo en su cuna y tomar el saco de box para descargarme, o pedir a Nicole que me acompañe a jugar fútbol. Ya ni lo que antes me apasionaba logra nada en mi. Solo me desquito golpeando a mis compañeros de equipo y poniendo mi carrera en juego. Maniobrar el cuerpo tan frágil de Ezequiel me pone a temblar, ya que su piel es delicada como la de mi Renata y me da miedo de romperlo si lo giro muy brusco. Tomarlo en brazos me da ternura, porque se pierde en ellos. Solo mi mano basta para agarrarlo con seguridad. La enfermera fue la que me explicó como hacer cada cosa, cada cuanto llevarlo al pediatra y quien es bueno en su campo. Lo mezo con tranquilidad mientras toma su leche, hasta que car rendido y quito sus gases antes de volver a acortarlo con su muñeco de apego. Esa cosa que parece un elefante con manta, pero que Nicole insistió en que Renata cargará a todas partes para que tenga su olor. Parece que funciona porque suele dormir por horas con esa cosa. Después de la discusión con mi suegra, decido dejar el orgullo de lado y llamo al abogado para concretar una cita. Al menos debo saber donde me encuentro parado y luego veré qué sigue. -Buenas tardes ¿Con el abogado Suárez? -Buenas tardes. Con el habla. ¿Con quien tengo el gusto?- su voz profunda indica que tiene unos cuantos años y me da tranquilidad. -Soy Anthony Urquiza. Nicole Marín me pasó su contacto. - respondo apenado. -Oh. Estaba esperando su llamado. ¿En qué le sirvo? -Me gustaría concretar una cita para qie hablemos, en primera instancia- solicito sabiendo que puede negarse. -Cuando y donde usted guste, joven. Retiro el auricular de mi rostro y decido que en dos horas, cuando Ezequiel halla despertado, es un buen momento y se lo hago saber junto a la dirección del restaurante que hay en la esquina de mi casa. -Ahí lo veo, señor- y cuelga la llamada. Me dirijo a mi dormitorio y busco todos los papeles que me puede llegar a solicitar. Partidas de nacimiento de los tres, libreta de matrimonio, registros bancarios de la cuenta que tenemos en común y el papel que firmé a sus padres para que estén tranquilos que nada era por interés. De último me dirijo a nuestra mesa de noche donde guardé el último papel legal que dice que Renata estuvo en mi vida, su partida de defunción. Voy al cuarto de mi pequeño y preparo su pañalera con su suplemento, pañales, toallitas húmedas y ropita por cualquier accidente. Estos dos meses me han enseñado bastante, al igual que algún que otro libro y las visitas esporádicas de Nicole. Tomo el celular y busco su contacto para avisarle que me voy a reunir con su abogado. Responde al tercer tono. -Tony. ¿Todo bien? -Em si. - tiro mi pelo para calmarme- Te quería avisar que me puse en contacto con el abogado y viene a verme en un rato. -Esta bien. ¿Me necesitas allí para algo?- consulta -Sería genial si decides acompañarme. Al menos tu sabes tratar con el y eso. - solo hay silencio- igual te iba a llamar para contarte lo que pasó. -Está bien, Tony. Los veré ahí ¿si? -Mmm- es lo único que puedo pronunciar por el nudo en mi garganta. -Tienes que tratar de estar bien para tu hijo. Él te necesita, amigo. -Lo se, Nic. Quedate tranquila que lo sé. -Pasó por tu casa en unos minutos así te bañas tranquilo ¿Estas de acuerdo? -Si, por favor- y me quiebro al sentirme tan desolado. Mi esposa tenía que estar aquí. La necesito. Necesito que esos ojos vuelvan a mirarme con amor, que sus brazos rodeen mi cuello una vez más y que sus labios me digan que me aman. Siempre estuve solo. En el hogar donde me crié lo estaba. En la escuela primaria y en el secundario. No hice amigos porque todos me repudiaban. Jamás permití que alguna familia me adoptará porque no me creía merecedor de amor, pero con ella no pude. Ella me hizo descubrir lo mejor de mi. Me llenó de esperanzas, de sueños y promesas de un futuro que nunca podrá ser, porque se fue y lo que me queda de ella me lo quieren arrebatar. Pero no voy a dejarme de nadie. Nadie me va a quitar a mi hijo así tenga que dar vuelta al mundo para que alguien acepte la locura de casarse sin amor. Completamente decidido a no volver a dejar que me lo arrebatan todo, voy a lavarme la cara y me meto al baño al instante que siento la puerta de entrada ser abierta. Nicole tiene la llave desde que mi esposa murió y es la única persona. -Llegué, Tony. -grita desde el comedor. -Estoy en el baño. Recién entré. Dame un momento que ya salgo- hablo alto para que me escuche pero no lo suficiente para que mi hijo se despierte. Sus zapatos resuenan por el pasillo y se que se va a instalar en el cuarto junto a la cuna. Siempre hace lo mismo. Lo mira a él y a las fotos que llenan la pared de su cuarto junto a su nombre. Ezequiel crece a pasos agigantados y nos tiene comiendo de su mano, pero con Nicole tiene un apego increíble. Quizá sabe que es la otra persona que amó a su madre tanto como yo.
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