Con la respiración entrecortada, la mujer que se siente agradecida por el coraje que ha tenido esa chica de baja estatura que tiene al frente.
—Мы на Невском проспекте (Estamos en la Avenida Nevski) —le contestó mirando a su alrededor y estremecerse por el frío.
Altair no le contestó de inmediato, no podía, apenas puede respirar por el susto, hasta ese momento terminó de comprender lo arriesgada que fue al no pasar por desapercibido ese hecho. Se miró las manos que le temblaban de manera alarmante. Era el susto que solo hasta ese instante se reflejó en su cuerpo porque las piernas también comenzaron a moverse de manera involuntaria y el frío comenzó a calar en sus huesos. La blusa que llevaba era de tela muy frágil para el clima de esa hora. No tenía previsto permanecer tantas horas fuera de casa. Al acceder a ir a encontrarse con Tania pensó que solo sería cuestión de una hora y regresaría en seguida a casa, los dos imprevistos de ese día o de esas escasas horas la tienen abismada de como es el mundo real.
«Tuve que alejarme de casa para ver todo esto» Se dijo sorprendida.
—Мне уже немного поздно, я ухожу (Es algo tarde para mí, me voy) —le dijo Altair sintiéndose nerviosa.
«Menuda reacción tardía al tuya, ahora si tienes miedo» Le reclamó el subconsciente, e incluso ella misma se regañó al darse cuenta de hasta donde es capaz de llegar al no medir sus reacciones.
Mira a la chica y comprende que no solo pudo hacer asesinado a es sujeto sino que él pudo haber sido más hábil y terminar haciendole daño a la chica y adicionalmente a ella, asesinarla que sería un premio, porque de quedar herida, segura estaba que no sobreviviría al reproche de sus padres, y al castigo eterno al que sería sometida por no haber pensado bien antes de aceptar irse con Tania a un lugar que ella no conocía y después el pretender actuar como heroína en una situación que ella no sabía si era en realidad de peligro.
Buscando recuperar la respiración mira bien a la chica y según su apreciación no parece ser mala persona, es morena, de piel más oscura que su tía Ana Julia y Gael, que son los más morenos en su familia, de cabello bastante largo ondulado, ojos color gris, llamativos, de estatura promedio, la suficiente como para que cualquiera pudiera carcajearse al escuchar que ella, una chica de talla baja, la salvó de ser ultrajada por un hombre que no solo le doblaba la estatura sino la talla; sin embargo, como bien Altair siempre ha pensado, las situaciones que son favorables siempre se presentan cómodas para quienes necesiten de ellas, ese era el momento indicado para actuar, así lo entiende en ese instante de estar pasando el susto, y así lo comprendió en su momento.
—Позвольте мне поблагодарить вас, позвольте мне угостить вас кофе, иначе я не знаю, как отплатить вам за риск (Déjame agradecerte, permíteme brindarte un café o no sé pagarte por haberte arriesgado) —le pidió la chica.
—Нет, благодарить не за что, воспринимайте это как благословение небес и даже предупреждение о том, что вам следует побольше заботиться о себе (No, no hay nada que agradecer, tómalo como una bendición del cielo y hasta un aviso de que debes cuidarte un poco más) —contestó Altair parándose erguida para caminar hacia una esquina a tomar un taxi.
—Да, мне было ясно. Больше я туда не пойду. Возможно, мне осталось провести в этом городе всего пару дней, если я не смогу вернуться, поверьте, не вернусь (Sí, me quedó claro. No volveré a pasar por ahí. Igual solo me quedan un par de días en esta ciudad, si puedo no volver créeme que no lo haré) —adujo la chica en un tono de voz de arrepentimiento y de total repulsión.
—Ты не отсюда? (¿No eres de aquí?) —inquirió Altair.
—К счастью нет, я из Доминиканской Республики, но сейчас живу в Германии (Afortunadamente no, soy de República Dominicana pero actualmente vivo en Alemania) —contestó la morena en total repudio.
—¿Hablas español? —Altair se sintió en libertad de no forzar seguir hablando en un idioma que no es el natal.
No es que no lo dominará sino que ya se sentía incómoda por las dos situaciones recién vividas, y le costaba hablar y hasta mantenerse en pie. Su mayor deseo en ese instante era llegar al lugar donde reside momentáneamente, pero en ese momento comenzó a sentir que ese lugar y esa ciudad no parecían aportarles la seguridad que tenía proyectada al escoger ese país y esa ciudad, como posible punto de partida en el reinicio de vida que se planteó.
—Sí, sí —le respondió la morena y suspiró—, ¡Qué bueno poder hablar con alguien que me entienda!
—Pienso igual —afirmó Altair—, bueno, ahora sí, ya me voy, es muy tarde para mí, no conozco este lugar y el día de hoy ya me aportó dos situaciones feas que me dieron una lección —agregó caminando hacia la esquina—. Ya sabes, cuidate chica, esa mirada tuya es un gancho y puede atraer a las personas equivocadas —le gritó Altair como si fuera muy conocedora de la vida y de las personas.
—Ja, ya me lo habían dicho, gracias chica cabellos zanahoria —adujo la morena en una sonrisa.
Altair se alejó de ella y se dirigió a buscar un taxi que la llevara a su refugio. Se sobresaltó cuando detrás de ella escuchó la voz de la morena.
—Perdona haberte asustado —se excusó la morena al ver que Altair no solo se sobresaltó sino que abrió tanto los ojos que denotaba susto real, lo que estimó normal después de lo que ambas acaban de vivir—. Toma —la chica le extendió un papel.
Altair dudó en recibirlo. Después de las experiencias anteriores no quiere más contacto con ningún desconocido o desconocida, menos en plena noche, porque esta ya había caído, y con ello, los riesgos propios de los cuales ella se hace cómplice.
—Es mi número de teléfono, w******p, y mi correo electrónico, por sí en algún momento quieres contactar nuevamente conmigo —le dijo al ver el nivel de desconfianza de Altair al tardar en recibir el papel—. Tómalo, como pudiste ver soy inofensiva, más bien me paso de tonta, de no ser por ti ahora estaría padeciendo por todo lo que me hubiera hecho ese asqueroso.
Al final Altair terminó, no agarrando el papel, sino abriendo uno de los compartimientos del mismo y pedirle que lo metiera allí. De inmediato pensó que si tenía impregnada alguna sustancia adormecedora, el efecto de la misma se pierda en la tela del bolso.
—Estaré dos días aquí, luego volveré a Alemanía, si gustas podemos desayunar mañana o almorzar —propuso la morena.
Altair al ver su insistencia, en lugar de responderle accediendo o negándose solo miró hacia el frente y le sacó la mano a un taxi que pasaba al frente.
—Me voy —contestó y abordó la unidad de transporte.
Le dio el nombre del edificio donde vive al chofer y luego recostó su cabeza al espaldar para darse un descanso después de tantas emociones extrañas en tan escasos minutos de diferencia, pero los suficientes para comprender que para hacer una vida con la independencia que ella busca, primeramente debe ser más pensante y no dejarse llevar por la emoción del momento. Altair pensó que el ser buena persona no siempre trae resultados positivos, pudo haber quedado en el lugar de la morena o peor aún retenida en el club a donde la llevó tania y ser metida en el negocio del tráfico de mujeres.
Cuarenta minutos después, entró al departamento que viene rentando, y como si la estuvieran siguiendo, al cerrar la puerta echó sobre esta todos lo seguros que tenía, soltó su bolso en el piso de la sala de estar y se fue directo a la cocina donde se sirvió un vaso con agua, se quitó los zapatos al descuido y se fue a la habitación, se dejó caer en la cama individual y ahí rememoró lo vivido en ese día una y otra vez. No sabe cuánto tiempo estuvo acostada, hasta que recordó que no había hablado con sus padres desde hacía dos días, y que en tres días debía estar llegando al aeropuerto en Caracas, Venezuela, donde de seguro su padre y sus tíos le tendrían preparada una de sus excéntricas bienvenidas.
En ese momento recordó que debía inventarse algo para justificar su ausencia ese año, iba a ser la primera vez que, desde que está en ese lado del mundo sola, que no asistirá a la celebración del cumpleños de los gemelos.
—Papiii —Saluda a aleskey cuando él contesta la llamada.
—Estaba a punto de llamarte, tú mamá y yo estábamos preocupados porque no habías aparecido —le reclamó de manera sutil—. ¿Dónde estaba? ¿Qué tanto te ponen a hacer en esa vaina que ya ni tiempo te dan para hablar con tus padres?
Altair suspiró, odia tener que mentirles en algo tan complejo, pero se antepone su necesidad de demostrarse a sí misma, y al mundo que ella si puede cumplir sus sueños sin necesidad que ellos tengan que intervenir, o peor aún reconocerse fracasada y regresar con el rabo entre las piernas.
—He estado entrenando aun en horas extras porque hay un evento de la academía y me incluyeron, por eso se me ha hecho difícil llamarle, llegó agotada y me duermo en seguida, y salgo temprano en las mañanas —explica inventando excusas.
—¡Ah vaina! —exclamó Aleskey sin ninguna sutileza—. ¿Cuándo es ese fulano evento? Espero que no…
—Dentro de tres días papi —le dijo Altair interrumpiendo—, y es por una semana, no será en París, debemos viajar a otros lugares. Disculpenme, no podré estar con ustedes ni los gemelos, excusame con ellos por favor, no me vayan a odiar.
—¿Cómo crees que te voy a odiar? —cuestionó Aleskey enfadado, no lo demostró en el tono de su voz pero si en su respiración, Altair lo conoce perfectamente, y sabe cuales son las reacciones características en sus cambios de humor—. A quienes odio es a esa gente que hacen planificaciones sin consultar si tú puedes o no asistir. ¡Qué abuso! Diles que no vas y punto, igual no va a pasar nada.
Esta última afirmación Aleskey le dio a Altair la oportunidad de relacionarla con la afirmación de Meriam cuando le dijo que él apagaba para que la tuvieran allí, lo que le resultó inaceptable; sin embargo, en ese momento sabía que nada podía hacer para hacerle ver que lo sabía. Si deseaba cumplir su sueño por esfuerzo propio debía mantenerse callada y dar las explicaciones que le exigiera llegado el momento de darlas. Por el momento aceptó que era más inteligente de su parte hacer de cuenta que no sabía nada y engañarlos, tal como ellos la habían mantenido engañada por cuatro años.
Suspiró porque sabe su valor, sabe que pese a ser de baja talla, es diferente y capaz de llegar lejos en el ballet clásico, tiene la destreza, la delicadeza, el conocimiento, y por sobre todo la fuerza de voluntad para llegar hasta donde se propuso.
—No puedo, papi, es mi deber asistir sí quiero llegar lejos, por favor, no vayas a llamar a la señora Dupont —le pidió en un ruego—, no lo hagas. Me hace ilusión participar en este evento, me servirá para darme a conocer en otros lugares con personas de la compañía y así pueda luego hacer una presentación al público en su representación.
—Hablamos mañana, ya me hiciste molestar —le dijo tosco y colgó la llamada dejándola guindada de manera sorprendente, aunque nada le sorprendió su reacción.
Sentada en el pequeño sofá del departamento tipo estudio dejó a su lado del móvil y rogó en silencio que no llamara a la compañía.
Bien pudiera viajar a la celebración y luego regresarse, pero en su afán de abrirse camino como siente la adrenalina punzar en sus venas incitándole a no parar e ir detrás de lo que más anhela, decidió sacrificar la familia temporalmente y ponerse en primer lugar.
A la mañana siguiente, sentada siendo las diez de la mañana, hora en la que despertó, sentada al frente de la mesa que hay en la pequeña cocina mientras tomaba un café, comenzó a revisar en su tablet posibles lugares a los cuales irse porque entendió que debía mudarse de ese lugar de inmediato. Necesita encontrar un lugar que le aporte seguridad y la oportunidad de lograr inscribirse en una compañía que aunque no sea de la talla del Ballet de la Opera de París, sea una donde realmente valoren su talento y el empuje que al caracteriza, un lugar donde puedan ver más allá de la apariencia.
Estuvo hasta mediodía revisa y revisa, y por lo menos allí en Rusia no encontró ninguna referencia que le fuera atractiva, y noe s que no hayan escuelas o compañías de Ballet, era la predisposición por lo vivido el día anterior que no le permitía sentirse a gusto y confiar sentirse segura en esa ciudad y por sobre todo en ese país.
Sintiéndose mal consigo misma, después de comer algo del puré de papas y el filete que preparó para almorzar, se acotó a ver una serie, lo que la entretuvo el resto del día y llegada la noche recibió la llamada que su padre prometió hacerle, pero esa vez ya no era solo él quien estaba en línea sino también sus hermanos, su madre y algunos de sus tíos. Apenas contestó Aleskey activó la cámara.
—Frasquito de veneno ¿Cómo es eso que no vendrás? —le preguntó Leroy sin siquiera saludarla.
—Hola, tío, estoy bien, gracias a Dios, también los extraño —le dijo recordándole la importancia del saludo.
—Deja la vaina, respondele —le contestó Aleskey.
—No sean brutos con mi sol —les reclamó Iliang tomando el mando de la video llamada—. No viene porque es su oportunidad, déjenla tranquila, no la agobien más de lo que ya se debe estar sintiendo.
—Yo sabia que eso de estar por allá, no iba a pintar bien —se quejó Aleskey ignorando el reclamo de Iliang.
—Te recuerdo que tu hija ya es una adulta, es nuestra niña, pero a fin de cuentas una mujer que está cumpliendo un sueño —la defendió Ingrid en su tono de voz carrasposo.
—Tííía —la saludó Altair—. Te amo.
—¡No la vas a amar, si es una alcahuete! —adujo Leroy—. Cuidado por esos lados donde te van a llevar, recuerda que no estamos ninguno de nosotros.
—No te preocupes tío, también te amo —le dijo Altair.
—Hija, tu padre me dijo que te irías en tres días, pero ese cuadro que veo detrás no es el de tu departamento —advirtió Iliang perspicaz.
«¡Bingo, te descubrieron por no saber mantener una mentira, pequeña estúpida!» se insultó mentalmente.
—Es que salimos a un entrenamiento en una ciudad cercana, es la habitación del hotel donde nos estamos quedando.
—Ah, ya, entiendo —respondió Iliang—. Disculpa mi amor, no es acoso ni nada parecido, sino que eres nuestro primer angelito , y así seas una viejita nos vamos a preocupar por ti.
—Sí, eso lo sé más que nadie, soy la única que tiene dos padres y quince mil padres sustitutos detrás que al parecer se tragaron bien el cuento de protectores —le dijo ALtair en un tono de voz amargo en rechazo a la actitud de leroy y a la mirada curiosa de los que estaban alrededor, porque Aleskey se encargó de dar un recorrido a la cámara para mostrarle que todos estaban allí al pendiente de ella así estuviera al otro lados del mundo.
—¡Ahí se le salió lo dulce! —se escuchó la voz de Anthoni—, y mal agradecida.
Sin poder contenerse se puso al frente de la cámara y le hizo seña con los dedos para dejarle entendido que la estaba observando.
—Tengo ojos por todas partes, zanahoria, no creas que por ser pequeñas pasarás desapercibida —la amenazó.
—Ay ya, nooo, ¿De verdad me llamaron para esto? —cuestionó en un tono de voz de fastidio.
—No mi amor, solo queríamos decirte que estamos orgullosos de ti, y de lo lejos que has llegado esforzándote día a día, esos estúpidos también te aman y están más orgullosos, solo que les cuesta reconocerlo —le dijo Iligan con dulzura.
Altair se sintió tan mal por tener que engañarles y ver la sinceridad y el cariño de cada uno de ellos hacia ella que sintió ganas de llorar, pero se mantuvo inalterable sin parpadear.
—Yo también los amo, pero se pasan de intensos —se quejó—, fastidian.
—Frasquito de veneno, no te sacudas tanto sino te vas a morir con tu propia dosis —le dijo Leroy con sarcasmo y le envió un beso a la pantalla.
Se mantuvo largo rato hablando con todos ellos, hasta que se excusó diciendo que la llamaban a su puerta. lo que no era verdad, solo que al recordar a la morena de la noche anterior, la que le dijo que se iría pasado al día siguiente Altair estimó que nada perdería con irse hasta Alemanía y allí buscar un lugar donde asentarse, así como también una escuela que la reciba.
—Hola —saludó Altair en su idioma natal al escuchar que desde el otro lado contestaron la llamada.
—Ho…, hola —escuchó una voz titubeante.
—Soy tu salvadora —se identificó.
—Ah, ya, está bien, hola, ¿qué tal estás? —le dijo la chica un tanto confundida pero mostrando ánimo.
—Bien, bien, descansada del susto, llegue viva a casa que es lo más importante —adujo Altair.
—Yo también, pasé el día arreglando todo para mi viaje, mañan salgo a primera hora, al final no nos pudimos volver a ver, lástima porque de verdad me hubiera gustado no devolverte el gesto de haberme salvado pero sí agradecertelo de alguna manera —le dijo al chica en un tono de voz apenado—. Lo que hiciste por mi es grandioso, y es algo que jamás olvidaré, ¿Este es tú número?
—Sí, sí, ese es mi número. No tienes nada que agradecer, ya te dije, era mi deber, mirame como un ángel que estaba en el lugar y a la hora indicada —le contestó Altair.
Si bien había pensado en comentarle su decisión de irse a Alemanía, reculó. Decidió mantenerlo en secreto y dedicarse a organizar todo el día siguiente para irse sola. No quiere cometer más errores ni ponerse en riesgo, y para ellos debe mantenerse en total discreción, tal vez la busque estando allí en ese país, pero ponerla sobre aviso no era la mejor de las ideas. Ya demasiadas señales le había dado la vida de que debía ser recelosa de su vida y regalando su amistad a cualquiera no era la forma de garantizarla.