El dolor de la desilusión

2357 Words
—¿Dime que escuché mal? —le pidió Yidris a Leslie cuando se dirigía a su oficina apenas vio salir a Lorena y a la chica exótica del Night Club. Leslie venía saliendo de su oficina, su intención era ir al área de la cocina a buscar algo de comer. Apenas durmió dos horas. El Night Club cerró al amanecer, se encargó de cerrar las cuentas de la noche, supervisó al personal de limpieza, y pese a que sabía que estaría realmente agotada, se había comprometido con Lorena a recibir a la chica, no esperaba encontrarse con la experiencia que tuvo en la entrevista con Altair. La chica rompió con todos los parámetros de lo que se había imaginado no solo de la entrevista sino del físico y la personalidad de ella, rompió cualquier expectativa que se hubiera planteado. Sabía que era una mujer de talla baja, no esperaba que tuviera un rostro tan perfecto, e irradiara una mezcla extraña de dulzura con un carácter del demonio, tal cual el que derrocha su jefe y amigo Eiron, e incluso ella misma, piensa que tal vez por eso pese a su forma tan brusca de responderle, le cayó bien, le agradó su personalidad. No obstante, sabe que parte de ese mal carácter de la chica es una barrera de protección. —Ahora ¿qué te pasó? —le preguntó a Yidris llevándose la manos a la cabeza al sentir un leve dolor punzarle en la frente, tuvo que cerrar los ojos por unos segundos. Lleva varios días descansando muy pocas horas. Desde que se enteraron de la muerte de Jaden ha sido un ir y venir, obviamente sin descuidar las actividades del Night Club y las que le corresponde gestionar en las empresas de Eiron. Al no poder descansar lo necesario, en ese instante el paso de los días comenzó a pasarle factura. Fastidiada al ver que Yidris en lugar de responderle sólo se dedicó a observarla, se encaminó al lugar que tenía planeado antes de que él la detuviera. —¿De verdad vas a contratar a esa chica? —preguntó Yidris desde la distancia. Leslie comenzaba a bajar las escaleras con la manos en su cabello haciendo una cola de caballo en lo alto mientras buscaba relajar su cuello y la nuca. Ante la pregunta giró abruptamente. —¿No me digas que ahora andas escuchando detrás de las puertas? —le preguntó. —No, no tengo necesidad de eso. Casualmente tu nueva amiguita, la chiquita iba reclamándole a Lorena por no haberle dicho que la ayuda “era para trabajar en un hueco de estos” —dijo Yidris en un tono de voz que intentaba imitar a Altair—. Que la escuche Eiron, rápido convulsiona al ver como esa chica descalificó su lugar de escape y mina de oro. —Aún no acepta, igual es algo que me compete solo a mí —le contestó Leslie. —Si quieres una sugerencia, no cometas ese error —le dijo el hombre. —¿Desde cuándo te metes en mi trabajo? —le dijo ella con brusquedad—. Ni siquiera Eiron se ha atrevido a cuestionar mis decisiones —le recordó—. La contratación del personal es mi área, así que si decido o no incluirla en el personal, por alguna razón bien pensada será, limitate. —No quiero ni imaginar la reacción de Eiron, eso puede repercutir de manera negativa en el negocio. —Ay no, me voy, no te quiero escuchar —le dijo Leslie y continuó bajando las escaleras—. Definitivamente que el que no tiene visión hace un huracan de tres gotas de agua en cualquier charco —adujo con sarcasmo—. Más bien anda a resolver lo que falta para la reunión que Eiron quiere celebrar hoy en la noche. Recuerda que mañana sale de viaje. —Un viaje que veo que no va a ser conveniente, harás un circo en ese tiempo —afirmó Yidris viendo lo peor. —Habré multiplicado las ganancias diarias —Lo contradijo Leslie de manera optimista—. Mejor me voy para mi casa, no estoy de ánimos para seguir escuchando tu interés repentino de darme sugerencias en la selección del personal. Nos vemos en la noche. Tu negatividad me agotó. Se devolvió a su oficina por su bolso y las llaves del auto y luego enviándole un beso en el aire abordó el ascensor para irse. A medio andar detuvo las puertas del ascensor cuando estas comenzaron a cerrarse, evitó que se juntaran presionando con fuerza el botón de parada. —Ni se te ocurra decirle nada a Eiron, que se sorprenda cuando vea el cambio, a fin de cuentas él lo único que quiere es multiplicar las ganancias de este negocio, y siempre que sea con estrategías legales no se opondrá, esta, aunque te niegues a verlo, es una de esas que son un tiro al blanco, la chica bonita es una joya, con mal carácter, eso sí, pero perfecta. Habiéndole hecho esa advertencia, Leslie continuó su salida hacia su momento más deseado de descanso. A cuestas todos tienen la aclaratoria de la muerte de Jaden, les pegó significativamente, por lo que admite que parte de su agotamiento es por la tristeza que esa pérdida ha causado en todos. Con ese pensamiento se puso al frente del volante de su auto y se sonrió al recordar a Altair. —Esto sí que va a ser una aventura —Se dijo en voz baja y sonrío cuando accionó el suiche de encendido del motor. Mientras tanto, en Heilbronn, Altair al llegar a casa, comenzó a considerar sus opciones, no sabía en sí en qué consistiría lo que haría en el Night Club, lo único que tiene claro es que continuaría bailando pero no cree que el ballet clásico sea el motivo de distracción de los hombres que van a esos sitios. Tiene perfectamente claro que sea un prostíbulo o no, al tener como medio de entretenimiento a las féminas, los espectadores de locales como el que abandonó unas dos horas atrás, son aquellos que tienen una debilidad muy particular que nada tiene que ver con expandir un poco más la cultura o agudizar su oído con ese tipo de música, y lo parco que para algunas personas puede resultar la música clásica, que es su punto de focalización en sus dotes artísticas, no ve con buen augurio su estadía en ese lugar. Sacudió la cabeza al sentirse abrumada por no saber qué hacer de su vida. Hecha un caos mental, al sentir contracción estomacal pero por falta de alimentos, decidió posponer esa decisión. Por más que lo intentó, no encontró su ubicación en ese mundo de los lugares donde se mueven mujeres gustosas de modelar su figura danzando para entretener a los hombres, lo que está lejos de lo que ella busca en su amor a la danza clásica, y por tal razón decidió no atormentarse más con algo que tal vez no tenga tanta importancia. Al día siguiente tendría la primera entrevista en una de las dos escuelas de ballet con las que logró establecer contacto. Eso la llevó a hacer a un lado los pensamientos en torno a la decisión de la propuesta que le hizo la jefa de Lorena, y prefirió poner todas sus esperanzas en lograr ingresar en alguna de esas escuelas y así poder continuar su preparación. Siendo el final de ese día recordó que ya estaba cerca el fin del supuesto viaje que hizo con la compañía del Ballet de la Opera, por lo que debía preparar otra buena mentira para frenar a sus padres. No le gusta lo que viene haciendo, pues no es lo que aprendió, lo hace por necesidad. Sabe que el único modo en el que pudiera dejar de mentirles era lograr su ingreso a cualquiera de las escuelas en esa ciudad. Siendo las ocho en punto de la mañana del día siguiente, estaba en la recepción para la entrevista. Llegó media hora con anticipación. —Good morning, miss, how can we help you? (Buenos días, ¿en qué podemos ayudarle?) —saludó a una mujer de mediana edad, cuidadosamente arreglada, la cual que la recibió en la recepción del lugar donde se le citó para la entrevista. —I have an interview, they summoned me the previous week, my name is Altair Sánchez (Tengo una entrevista, me citaron la semana anterior, mi nombre es Altair Sánchez) —aclaró. —Perfect, take a seat while I announce it (Perfecto, tome asiento mientras la anuncio) —le pidió la señora mayor. Tal cual le fue solicitado, Altair tomó asiento en una de las sillas dispuestas alrededor de un salón decorado con sumo cuidado y una delicadeza que le demostró que aunque no tiene el espacio de la escuela de donde la expulsaron sin ninguna consideración, esta nada tiene que envidiarles. El área tiene la sobriedad propia de las escuelas conceptualizadas en el arte clásico, se sintió en casa, incluso el tono de voz de la mujer que la atendió le manifestó la cultura propia de esos espacios, y la hizo confirmar su anhelo por esta área. —Come after me, Miss Sánchez (Venga detrás de mí, señorita Sánchez) —La sorprendió la misma mujer. Hizo caso a su petición y la siguió por un pasillo hasta llegar a unas escaleras que la llevaron a un primer nivel donde la mujer le indicó que siguiera hacia la segunda puerta doble que consiguió en el pasillo. —Come in, Mrs. Becker is waiting for you (Entre, la señora Becker la espera) —le anunció al señora Accedió en un movimiento de cabeza y empujó la puerta. —Permission (Permiso) —se anunció. —Good morning, Miss Sánchez. Have a seat (Buenos días, señorita Sánchez. Tome asiento) —le pidió una mujer también de mediana edad elegantemente vestida). Con cierta reserva lo hizo, pues de inmediato Altair sintió el rechazo en su mirada. No es la primera vez que le sucede y por esa razón no tuvo que esperar siquiera que comenzara a hablar para esperar lo que vendría. Al llegar allí no estaba predispuesta, no es de las que anda con negatividad, pero la vida siempre le envía señales, o mejor dicho, le dio esa capacidad de leer gestos y miradas. No sé predispuso, pero tampoco se hizo expectativas respecto de lo que ella pudiera decirle. Inconscientemente se preparó para escuchar lo que le fuera decir, sin dejar que bueno o malo la afectara. —Miss Sanchez, I understand that you are interested in joining our school to continue your preparation as a classical ballet dancer. Tell me, what is your career in this perfect art? (Señorita Sanchez, tengo entendido que está interesada en ingresar a nuestra escuela para continuar su preparación como bailarina de ballet clásico. Cuenteme, ¿cuál es su trayectoria en este arte tan perfecto?). Con todo el cuidado posible, me dediqué a explicarle al detalle mi trayectoria durante el tiempo que estuve en la compañía del Ballet de la Opera de París. Pareció sorprenderle que haya logrado llegar al cuarto año. —I find what you just told me interesting. Now, tell me something Miss Sánchez, do you have any certificate that accredits your studies at such a prestigious institution? (Me resulta interesante lo que me acaba de exponer. Ahora, dígame algo señorita Sácnhez, ¿Tiene algún certificado que acredite sus estudios en tan prestigiosa institución?). Esa pregunta desestabilizó a Altair, si la mujer con solo mirarla prácticamente la había rechazado, al decirle que no lo tenía, aceptó que era el motivo suficiente para no aceptarla, aunque ella sabía que bien podían someterlas a pruebas para medir el nivel en el que pudiera estar. —No, unfortunately I don't have it. I left there because from one moment to the next they denied me access, anyway if you call Director Dupont directly, she will be able to give you confirmation of my stay there during the time that I just informed you (No, lamentablemente no lo tengo. Salí de allí porque de un momento a otro me negaron el acceso, de todos modos si llama directamente a la Directora Dupont, ella podrá darle la confirmación de mi estadía allí durante el tiempo que le acabo de informar). Prefirió terminar diciendo la verdad, de igual modo a esas alturas de la entrevista, tenía más probabilidades de darle una negativa. Por lo que en tal situación volvió a alentarla a llamar a la Escuela de la Opera de París. No esperaba Altair que la señora Dupont se prestara a una campaña difamatoria, y que buscaba echar al traste todo su esfuerzo, manchando no solo su nombre sino también pasando por encima de sus sueños como máquina demoledora de ilusiones. —Lamento no poder admitirla señorita Sánchez, entenderá que nosotros tenemos un perfil definido de los prospectos a bailarinas profesionales. No demérito su anhelo, pero al tener un prototipo y normas que cumplir, desviarnos de ese objetivo nos obligaría a replantear nuestra metodología de trabajo, y ahora no tengo el personal ni el tiempo para modificar el pensum de estudios de artes escénicos y coreográficos enfocados a personas con su condición —Se dedicó la mujer a explicar para justificar lo que para Altair no era más que una forma de discriminarla y desvalorizar todo lo que ha hecho en esos cuatro años. Se sintió morir, con una tristeza que nunca antes había podido vivir. Un dolor desgarrador recorrió por su pecho, como si hubiera sufrido de un resquebrajamiento de corazón El dolor de la desilusión, la decepción manifestada en su máxima expresión. Un sentimiento que ahora entiende era una de las situaciones que forman parte del lado horrendo de la vida que sus padres tanto habían intentado evitarle conocer. Pero la naturaleza siempre obliga a vivir aunque sea una vez esta parte tan cruda y posicionadora de esa realidad. Altair salió de ese lugar con las ilusiones por el piso, y un dolor de corazón que le hizo ver cuán cruel puede ser el intentar vivir según sus convicciones.
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