—¿De dónde sacas semejante afirmación, niña? —le preguntó la morena al tiempo que le dirigió una mirada de total negación y rechazo.
—Este lugar está lejos de ser una escuela de ballet —afirmó Altair segura de su apreciación.
—Cierto, no es una escuela de ballet —admitió—. Tampoco un prostíbulo como estás asumiendo —le dijo enfática.
—¿Qué hacemos aquí? —inquirió Altair.
—Ayudarte a conseguir un empleo, ¿eso no es lo que estabas buscando? —preguntó Lorena—, bueno, hablé con mi jefa anoche y me dijo que te trajera para ver qué oportunidades ve en tí.
—¿Oportunidades en mí? —cuestionó Altair sorprendida por la forma en la que se refirió a su persona—. Ni que yo fuera una mercancía, ¡Qué manera tan despectiva de expresarse! —Se quejó
—No seas tan literal con las palabras, niña —le pidió mirándola en desaprobación—, lo dijo es en referencia a buscar entre las tres qué puedes hacer para trabajar haciendo lo que te gusta, ¿o quieres encerrarte en una oficina? ¿Limpiar baños?
—Pero esta no es una escuela de ballet, ¿qué puedo hacer yo aquí? —cuestionó una vez más Altair mirando la enorme edificación—. Para empezar ¿qué es esto?
—Mejor ingresemos y te das la respuesta tú misma —le dijo Lorena al ver que si seguía respondiéndole así sin más, Altair no iba a parar de sacar excusas e interrogantes.
La morena se adelantó unos pasos y saludó a un hombre bastante fornido parado en la entrada de una enorme puerta.
—Irael, buenas —le dijo Lorena al hombre de piel blanca y musculatura evidente—. Leslie nos está esperando.
—Buenas —le contestó el hombre—, pasen —las invitó abriendo la enorme puerta—. Buenas tardes señorita —saludó a una Altair curiosa y aprensiva.
Lorena la condujo por un pasillo e ingresaron a un espacio bastante abierto, que a simple vista le confirmó su sospecha, era un night club. A esa hora estaba vacío, las luces estaban bastante bajas, un aroma bastante agradable imperaba en el ambiente, lo que le dio la impresión de que si bien no estaba acabo de asear, son cuidadosos en mantener aromatizado el ambiente. A diferencia del último night club adonde la llevó Tania, la mesera de San Petersburgo, este lugar si estaba lejos de parecer un prostibulo, por lo menos uno de mala muerte.
—Vamos arriba —la invitó Lorena luego de buscar en el área—. Deben estar en las oficinas.
—¿Trabajas aquí? —le inquirió mientras se dirigían a un ascensor.
—Sí, soy bailarina de pole dance —le aclaró la morena.
De la impresión Altair se sorprendió, tanto que se detuvo a medio andar.
—¿Pole Dance? —cuestionó en un tono de voz que evidenciaba su sorpresa.
—Sí —contestó Lorena con naturalidad—, ¿algún problema con eso?
Altair no supo qué responderle. Tiene una percepción preconcebida de lo que es ese tipo de bailes, y de quienes lo practican, pero prefirió reservarse para no ofender a Lorena. Esta era una de esas pocas ocasiones en la que ha procurado ser prudente.
—No, no —le contestó Altair y siguió caminando.
En esa oportunidad Altair se le adelantó y Lorena se le quedó mirando al entender a la perfección lo que Altair pensó al confesarle su profesión, porque eso es el pole dance para ella, así como lo es el ballet para Altair, lleva años preparándose para perfeccionar sus movimientos. Dedicada a ello ha logrado muchos de sus planes, uno de ellos fue radicarse en ese país y lograr comprarse un departamento que en su vida viviendo en República Dominicana jamás hubiera imaginado tener. Con cinco años que tiene viviendo en ese país y tres de ellos trabajando en este lugar ha logrado mucho. Se sonrió y abordó la cabina del ascensor, en donde Altair la estaba esperando. Marcó el tercer nivel que es donde están ubicadas las oficinas y cuando las puertas del ascensor se abrieron, ambas chicas pudieron ver el movimiento que no había en la planta baja.
—Lorena, ¿qué haces aquí a esta hora? —le preguntó un Yidris al tiempo que miró con curiosidad a la exótica chica de cabellos color naranja que iba a su lado.
—Leslie me pidió venir, buenas tardes jefecito —lo saludó Lorena con una sonrisa gentil—. Le presento a mi amiga Altair.
—Ya, entiendo, encantado señorita —le dijo Yidris a Altair al tiempo que se medio inclinó para tomar su mano en un gesto de educación y caballerosidad.
Para Altair no es extraña la apariencia del hombre que vio en la entrada y ahora del que tiene al frente. Su padre y sus tíos tienen el mismo porte, e incluso la mayoría de los hombres que frecuentan a su familia son más o menos así.
—Igualmente, señor… —le contestó Altair y se detuvo al no saber su nombre.
—Koch, Yidris Koch, señorita Altair —le contestó serio—. Bienvenida a nuestro establecimiento
—¿Podemos pasar? —le preguntó Lorena.
—Sí, sí, pasen —se hizo a un lado—. Leslie está en su oficina.
Haciendo una especie de reverencia las dejó continuar. Altair en la medida que avanzaba pudo ver que el interior del local estaba decorado con delicadeza. Nada que ver con lo grotesco del otro lugar donde estuvo días atrás y que imagina de esos lugares donde hay mujeres bailando o dando sus show grotescos, porque esa es la impresión que tiene de lugares como el que está pisando.
Ambas chicas se detuvieron frente a una puerta que se mantenía cerrada. Lorena dio un leve toque y cuando se escuchó una voz femenina autorizando el ingreso, la morena abrió dicha puerta.
—Permiso, Leslie —dijo Lorena apenas dejándole ver media parte de su cuerpo.
—Pasa, te estaba esperando —escuchó Altair—. ¿Y la chica?
—Aquí está —se hizo a un lado para dejar ver a Altair al tiempo que abrió más la puerta.
—¡Wow! ¡Qué bella chica! —exclamó la mujer de piel canela de cabellos bastante ondulados ondeantes alrededor de su rostro que sentada al otro lado del escritorio.
Altair sonrió por cortesía. No se fía de nadie.
—Buenas tardes —saludó.
—Vengan, ingresen —las alentó la mujer haciendo gestos para que tomaran asiento en las sillas al frente de ella.
Una vez que Altair y Lorena hicieron caso a su petición, la mujer al otro lado del escritorio, marcó en el teléfono local un número y pidió cafés y bebidas frías.
—Ahora sí, vamos a lo nuestro —expresó y se acomodó en el sillón—. Lorena me comentó que andas buscando empleo y que te desempeñas como bailarina —comentó la mujer sin preámbulo alguno.
La actitud de la mujer le gustó a Altair, pues es de las suyas. No se anda con rodeos cuando de resolver un negocio se trata, y en este caso lo que ella fue a hacer allí tenía ese objetivo.
—Sí, efectivamente estoy buscando empleo. Recién llegué a este país y hasta ahora no he encontrado algo que se amolde a lo que realmente me gusta. Tengo conocimiento en muchas áreas, sin embargo, quiero desempeñarme en algo que me permita mantenerme activa, pues estoy buscando una escuela donde continuar desarrollándome como bailarina de ballet clásico —le contestó al taller en tranquilidad.
—Es admirable tu aspiración —le dijo la mujer celebrando la confianza de la chica—. Según me comentó Lorena estás estudiando en la escuela de ballet clásico de París.
—Sí, el Ballet de la Opera.
—Te mueves en un mundo clasista por lo que entiendo —concluyó la mujer.
—Sí, eso lo comprendí cuando me sacaron así sin más —contestó Altair en voz pausada—, pero pienso continuar. Por eso es que estoy en este país. No voy a desistir —manifestó Altair con decisión en el tono de su voz.
—Me agrada tu actitud —le dijo la mujer—. El mundo es cruel. La cuestión es el nivel de madurez que las personas tengan para enfrentarlo, y veo que tú tienes la suficiente como para no dejarte amedrentar por uno que otro hecho estúpido de algún resentido.
—No sé si será madurez, pero decisión sí tengo —Afirmó Altair—. Desde niña supe que ese era mi destino y voy por él así tenga que enfrentarme al mundo.
—¿De dónde la conoces? —le preguntó la mujer a Lorena.
—La conocí en San Petersburgo —le contestó Lorena sonriendo y cruzando una pierna sobre la otra, en su rostro reflejó la emoción del recuerdo del momento—. No imaginas en qué condiciones —agregó y miró a Altair.
—Soy toda oídos —apuntó Leslie.
De este modo Lorena comenzó a contarle lo sucedido esa tarde en la que se conocieron, lo que lejos del cuento en sí, fue objeto de admiración por parte de Leslie hacia Altair. La miraba sorprendida ante la osadía que tuvo de tomar ese riesgo.
—Definitivamente que no podemos menospreciar a las personas —afirmó Leslie maravillada—, porque cuando menos nos lo esperamos, terminan sorprendiéndonos. Quién iba a imaginar que una mujer en tu condición podría salvar a otra que entre comillas está totalmente completa, pero que quedó minimizada ante el asedio de un aberrado s****l.
—A esos estúpidos hay que ponerle un alto —Opinó Altair.
—Asi es, cuéntame algo ¿tienes algún pariente o algún novio pretendiente que pudiera molestarse en caso de que aceptes trabajar en este establecimiento? —le inquirió Leslie.
—Ninguna de las anteriores —respondió Altair sin intención de darle más detalles.
Las tres mujeres hicieron una pausa justo cuando en ese instante la puerta fue tocada y luego de que Leslie diera la voz de alto para que quien fuera ingresara, una mujer de mediana edad ingresó a la oficina con una bandeja entre sus manos, dejó al frente de cada una de ellas una taza de café y en un rincón en una mesa dispuesta al final de la oficina dejó una jarra y varios vasos.
—No se me ha informado en qué consiste el trabajo —Altair decidió adelantarse—, además no entiendo qué pudiera hacer yo aquí —dijo Altair en tono de duda y a la vez decidida a dejar en claro su posición—. Como bien le dije a Lorena, soy bailarina de ballet clásico, y por lo que ella me dijo a que se dedica en en este lugar, te aclaró que yo no sé nada de eso, no tengo ni pizca de conocimiento del pole dance, aunado a que no me gusta lo grotesco ni me prestó a esas cosas, por lo que creo que perdí mi viaje al venir aquí —dijo Altair con contundencia.
—¡Wow! ¡Qué carácter tienes muchachita! No tienes necesidad de adelantarte. Ya va, solo hasta ahora que te estoy viendo es que tengo una mediana idea de lo que podemos hacer contigo y lo creas o no sería una forma de ayudarte a ti y también ayudarnos a nosotros a darle más popularidad al Night Club
En la medida que la mujer hablaba, Altair la miró con los ojos entrecerrados. De inmediato su mente voló a una conclusión que Leslie percibió en el instante.
Por lo visto que dos aves de rapiña estaban enfrentadas una al frente de la otra. Leslie por su edad y experiencia ha aprendido a observar las expresiones de las personas y con ello sacar conclusiones que muchas veces resultan ser ciertas; mientras que Altair al ser perspicaz desde niña, ha aprendido a ver el lado malo de las personas, eso además qué en cierta forma su madre y su padre le fueron inculcando una capacidad que a muchos niños les es difícil desarrollar y que ella no solo la adquirió siendo niña sino que fue desarrollándola a lo largo de sus años de vida y más ahora que decidió hacer una vida alejada de ellos y del resto de su familia.
—No creas que voy a aceptar a que me pongas de payaso de circo, porque bien has percibido que no lo soy, ni lo voy a permitir —le dijo Altair hablando acelerada—. No me estoy muriendo de hambre. Solamente quiero tener un empleo en el que ocupar mi tiempo y así poder tener un ingreso extra. El trabajo para mí será solamente un medio de entretenimiento —agregó en un tono de voz desafiante y altanero.
Lorena sentada entre las dos mujeres solamente las observaba. Estaba impactada por el carácter de la pequeña. Decidió mantenerse en silencio para que entre ellas definieran su situación. Sabía que la intención de Leslie estaba lejos de la conclusión a la que llegó Altair; sin embargo, le correspondía a la morena de cabellos ondulados aclararle ese punto a la mujer de cabellos color zanahoria que estaba sentada a un lado con el rostro casi enrojecido al mal interpretar la propuesta de Leslie, que aún no le ha sido definida del todo.
Leslie en lugar de enojarse soltó una carcajada y separó su cuerpo del escritorio para echar el sillón hacia atrás mientras observaba con singular interés a Altair.
—Me gusta tu mecanismo de defensa muchachita —celebró Leslie—. Ahora, estás utilizándolo con la persona menos indicada —adujo imitando al mirarla con los ojos entrecerrados mientras entrelazó sus dedos—. No tengo ninguna intención de hacerte daño ni de ponerte de conejillos de indias. Simplemente quiero apoyarte, como eres amiga de Lorena y por lo que entendí de la forma en la que se conocieron, sería una forma de agradecerte lo que hiciste por una de mis mejores chicas aquí en el local —le aclaró Leslie luego de que adoptó una actitud más seria más profesional—. Desde la noche anterior que hablé con Lorena me explicó más o menos tu situación y me describió cómo eras físicamente,había estado buscando más o menos en qué área o una idea para que tú pudieras integrarte a nosotros. Solo hasta ahora que te estoy viendo fue que terminé de definir una proyección, sería cuestión de practicar, de ponerla en marcha practicando unos cuantos días antes de presentarte al público, igual estarías cobrando tu paga en los días de entrenamiento; bueno, eso si aceptas trabajar en un Night Club —agregó de manera despectiva, casi imitando al percepción que Altair le ha dado de esos lugares—. Otra cosa, el trabajo que Lorena pensó para ayudarte y que te estoy proponiendo que nada tiene que ver con prostituirte o exhibirte como carne de cañón tal como entiendo que es lo que estás pensando que es nuestra intención —se inclinó sobre la superficie del escritorio—, te aclaro algo, niña en este Night Club nosotros no vendemos a nuestras chicas, si alguna de ellas decide irse con algún cliente es problema de cada una. Nosotros solamente vendemos entretenimiento visual, licor y buena música para los que deseen Ingresar a nuestro local y pasar un buen rato.
—Pero, soy bailarina de ballet clásico, ¿qué podría hacer aquí que no termine aburriendo a tu clientela? —cuestionó Altair sin ver su utilidad.
—Tengo entendido que te expulsaron de la escuela donde estabas, lo acabas de decir, quieres hacer realidad tu sueño, ¿No? —preguntó Leslie en actitud analítica.
—Sí, es mi deseo, y respecto a que me expulsaron, y sobre lo otro, sí, así fue, pero estoy optando a ingresar en otra escuela, en algún lugar tienen que considerar mi valor —dijo ella esperanzada y decidida, confiando en sus capacidades.
—Y qué harás mientras eso sucede porque te cuento que, creo que lo has de saber, te veo que andas en todas niña —se aclaró la garganta—, a menos que tengas una influencia bien pead, no creto que te sea tan fácil volverte a meter en ese mundo —dijo Leslie de manera cruda, recordándole sus inicios, que se dieron tal cual ella lo está viendo para reingresar en cualquier otra escuela.
—En algún lugar me van a recibir —dijo negada a aceptar que fuera así, aunque sabe que Leslie tiene razón.
—Admiro tu pasión y tu decisión, no permitas que nadie te cambie ese ímpetu, pero si te aconsejo algo, no para que accedas trabajar con nosotros sino para que lo consideres en el futuro o a partir de ahora —hizo una pausa y la miró los ojos tan vivos de Altair fijamente antes de continuar. Vio sueños, mucha ilusión y una carga importante de pasión—. A veces la vida nos obliga no a abandonar nuestros sueños, sino a replantear la forma de hacerlos realidad. Piensa que tal vez lo que te ofrezcamos es una de esas formas. No te acostumbres a ver el envoltorio, sino el contenido. Eres la prueba fehaciente de que las apariencias engañan. Ve a tu casa y piensa en los pro y contra de trabajar con nosotros, y solo si aceptas me llamas. Toma la tarjeta. —le dijo seria extendiendo su mano—. No te daré el monto de lo que percibirás ni las condiciones del trabajo porque bien sabes que no será una nimiedad ni te perjudicaremos, traes un conocimiento y una condición especial que te pondrá casi por encima de muchas de las otras chicas—. Eres un valor agregado que nadie puede despreciar.Quien lo haga es un bruto en las finanzas.