—¿Qué tienes mi amor? —le preguntó Iliang apenas Altair le abrió la puerta de la habitación—. Te ves alterada, tienes el rostro rojo. —Ah, no es nada mami, buenos días —se acercó ella para abrazarla—. ¿Y mis hermanos? —Aleksey aun duerme, se acostó casi al amanecer, es fuerte ese niño, Alkam si está abajo ayudando a tu papá y a Gelys —Le dijo señalándole la puerta. —El tiempo pasa tan rápido, mami —comentó ella mientras bajaban las escaleras. —¡Me lo vas a decir! Estoy en sufrimiento porque ya eres toda una mujer independiente, ya no nos necesitas —le dijo Iliang dramatizando un poco. —Mami no digas eso, claro que los necesito, no sabes cuánto los he extrañado, pero bien entiendes que aquí no iba a alcanzar mi sueño —le dijo Altair agarrándose de su brazo para manifestarle cariño. —