De momento, Eiron sintió algo de confusión al ver a Altair un poco extraña, le parecía verla actuar con vergüenza y eso, a su entender, no coincidía con la imagen de la mujer desinhibida y liberada que ella demuestra. Se incorporó y quedó parado al frente de ella, la miró un breve instante, luego se pasó la mano derecha por el cabello alborotándolo más de lo que ya estaba al haberlo secado con la toalla y no haberse preocupado por peinarlo. Su mente se hizo un ovillo de dudas al ver la reacción de la mujer que yace sobre su diván con el rostro enrojecido, duda tals emblante era por la vergüenza y por el deseo recién despertado y no saciado o por otra razón que no termina de comprender, porque para él es evidente que ella quedó tan satisfecha con esa pequeña muestra, como él se siente. Qui