Por Jaden¿Necesarios?

2998 Words
—Eiron —Escuché al otro lado de la línea la voz de Leslie Asturia. Una de las personas más importantes en mi organización, quien pese a ser mujer tiene todas las aptitudes para dejar en ridículo a cualquier hombre que no dé la talla que ella ha demostrado hasta ahora. Leslie y Yidris son las dos únicas personas de mi confianza, en quien pongo toda la responsabilidad que asumo a ojo cerrado en mis negocios y a veces les endilgo uno que otro asunto personalísimo. Ambos saben todo de mi vida, así como yo sé todo de ellos. Con suerte pude contestar la llamada, vengo saliendo de una larga y complicada reunión en el Lahta Center. —Señores, denme un segundo —Le pedí a los dos hombres que venían caminando conmigo hacia los ascensores. Me hice a un lado y al ver una terraza totalmente abierta caminé hasta ella para hablar con la seguridad de no estar siendo escuchado. —¿Sucedió algo? —Le pregunté curioso—. Quedamos en hablar en la noche. Con suerte acabo de salir de una de las reuniones que están programadas para el dia de hoy. —Sí, sí, claro que recuerdo lo acordado, solo porque sucedió algo realmente preocupante es que te estoy llamándote a esta hora —Se excusó Leslie en un tono de voz impaciente. —Mmm… —Contesté pensativo y preocupado—. Echa para afuera lo que sea. —Acaban de llamar al número local de tu casa desde el Instituto Forense de París —Me dijo Leslie de manera pausada y luego guardó silencio, lo que me dio a entender que lo que sea le dijeron al ama de llaves, que era la única que debería estar en casa en todo el día, no era cualquier cosa típica de una simple nueva denuncia en contra de alguno de mis hombres, como normalmente suele suceder dados mis negocios alternos—. Le dijeron a Kira que desde hace tres días el cuerpo de Jaden reposa en los congeladores de la morgue del instituto. «¡Wow!» Algo impactó en mi estómago de manera estruendosa produciéndome un dolor agudo. Reconozco que a Leslie le faltó tacto para darme esta noticia, pero no la critico por ello. Así somos, no nos andamos con rodeos sea lo que sea que nos toque comunicar. Solo que en este caso ese objeto de comunicación era Jaden, mi hermano menor. «¿Por qué está metido allí? ¿Quién se atrevió a tocarlo? y ¿Por qué motivo?» Pregunté en mi mente sintiendo mi respiración pesada. El dolor de la mala impresión de esta noticia me dificultó la respiración. —¿Estás ahí? —Me preguntó Leslie. Tragué un poco de saliva para pasar la resequedad que sentí en mi garganta, me costaba pronunciar palabra. Pocas cosas han tenido la capacidad de afectarme en la vida, sin embargo por la vida que llevo, siempre supe que entre ellas la posibilidad de que le toquen una hebra de cabello a un ser de los míos y de mi familia sería una experiencia demoledora y suficiente para cegarme. Mi madre, mi padre y mis tres hermanos son todo para mí. Son los únicos seres por los que sería capaz de doblegar mi carácter, pero eso sí, solo después de ver que no hay más opción que bajar la cabeza, antes no, antes me enfrento a lo que sea y a quien sea. No me ha sucedido nunca, pero estaría dispuesto a hacerlo si de ello dependiera sus vidas. Quien sea que se atrevió a tocar a Jaden no me dio la opción de luchar por salvarlo. —Aquí estoy —Le respondí en un susurro mirando hacia el vacío desde el piso setenta y siete, la frialdad de la brisa congelaba mis mejillas, las sentía tiesas pero no era algo que me importara en ese momento cuando la calentura que comencé a sentir en mi interior a raíz de la noticia de la muerte de Jaden me estaba haciendo sentir enfadado. —Hay que viajar a París, dime ¿Qué hago? —Pidió Leslie con la frialdad que le caracteriza. —Yo voy, salgo de aquí directo a la mansión para cambiarme de ropa e irme directo —Le dije en automático—. Esto es algo que solo me corresponde a mí resolver. —Sí a Jaden lo asesinaron, quién sea que esté detrás de esto, debe estar a la espera de que aparezcas, voy a pedirle a Yidris que te espere en la mansión, no te conviene arriesgarte solo —Refutó Leslie. —Resuelve —Le pedí—, en una hora calculo estar en casa —Aduje seco y di por terminada la llamada. Me tocó tomar varias respiraciones profundas antes de volver a adoptar la actitud del empresario infranqueable que estuvo negociando dos empresas financieras que representan un monstruo financiero en dos de las ciudades más importantes de Rusia, lugar donde decidí vivir desde hace seis años. —Señores —Les alerté de mi retorno a los dos empresarios que me acompañaban. —Licenciado Arango —Me respondió uno de ellos—. Hablo con mis abogados y le estaré llamando en tres días. —No se preocupe, estaré esperando por su respuesta que seguro estoy será la más conveniente para todos, mi propuesta no es nada desdeñable, y más cuando prometo poner en pie a su empresa en menos de los tres meses que le están exigiendo —Aduje seguro de que mis estrategias en materia de negocio son infalibles. Y lo son, claro que son un éxito. Se me ha dado bien eso de recuperar empresas lavando dinero de mis negocios paralelos. En ese momento ya sabía que en tres días no estaría de vuelta, ello porque era consciente de que si a Jaden lo asesinaron, asumí mentalmente que eran muchos los trámites que debería cumplir para proceder a traer su cuerpo al pie de nuestra madre. Con dolor del alma extremo reconocí ahí en medio de esos dos hombres y fingiendo una sonrisa que la muerte del menor de mis hermanos era el golpe más duro que mi familia ha recibido nunca, porque desde que mi padre inició el negocio de lo ilegal y tuvo la oportunidad de protegerse y protegernos a todos amparados por las Fuerzas Especiales, nada ni nadie nos había tocado nunca, solo hasta este momento es que termino de comprobar que no estamos blindados, solo hasta ese día comprobé que no somos inmortales. Con mi padre detrás de las rejas, era más difícil lograr que las autoridades nos entreguen los restos de Jaden con la facilidad y la rapidez que habría querido. A menos que me arriesgue a sobornarlos para que pasen por alto ciertos trámites burocráticos. Estimé que ceñirme al protocolo solo sería una pérdida de tiempo para ellos y para mí, pues estarían buscando respuestas y culpable en el lugar incorrecto. Con tristeza sabía que nada iban a lograr reteniendo sus restos un día más o un día menos. Las autoridades no van a dar con el asesino de Jaden ni con el móvil de su muerte. Mi hermano solo estaba de visita en París atendiendo unos negocios de la familia, su muerte fácil podía pasar por un simple asalto, nada van a encontrar que sea extraño a la imagen que me he encargado de que la familia Arango le muestre al mundo, y aquí no incluyo a mi padre. La situación de él es otra cosa, un tema complejo de tratar y que no entra en las relaciones que he consolidado en los últimos años. Lo que sea que es la causa de la muerte de mi hermano, estaba y estoy seguro que nada tiene que ver con un ajuste de cuentas dirigido hacia mi padre, y es lo que me toca descubrir. —¿Le sucede algo, señor Arango? —Escuché detrás de mí la voz de una mujer. Al voltear levemente el rostro con la intención de ver quién tiene tanta familiaridad como para llamarme por mi nombre, me encuentro con la secretaria de uno de los hombres a los que acabo de hacerle la propuesta de fusión de sus empresas con una de las mías. Para este momento ambos ya se habían ido, mié tras que yo me quedé pensativo parado a pocos metros de los ascensores. La mujer es una morena voluptuosa, pero que va vestida en forma recatada, acorde al lugar, la hora y la función que está desempeñando; no obstante tanta formalidad y recato no deja de llamar la atención, incluso a mí que en estos momentos ando con los ánimos bastante bajos. —Nada que no sea parte de la vida —Le dije serio y luego giré la mirada para mirar a mi alrededor. Volví la atención hacia ella, y haciéndole una reverencia propia de un buen caballero al reconocer una dama en su camino me despedí. —добрый день (Feliz día). —и тебе того же (Igual para usted) —Respondió la mujer. Lo último que me permití ver de ella fue su espléndida sonrisa, al desplegar discretamente sus labios finamente colorados con un brillo sutil que invitaba a quitar de un soplido y posterior a ello tomar un buen coñac de ellos. Al darle la espalda, con facilidad pasé la página y en un andar seguro de cada paso que doy, abordé la cabina del ascensor cuyas puertas se abrieron ante mí, ingresé y en seguida pulsé la tecla de bajar. Ni me inmuté en voltear para ver en dirección hacia donde quedó parada la espléndida morena. No era momento de iniciar juego alguno con ninguna mujer, la situación de momento ameritaba que tuviera la mente completamente despejada de toda distracción. No soy hombre de iniciar públicamente ninguna relación, las mujeres que me han gustado y han tenido oportunidad de estar entre mis sábanas, han sido debidamente seleccionadas y posteriormente invitadas a pasar la prueba de fuego que determinaría si se convertirán o no en un problema del que después me costaría salir, porque no busco relación larga y formal. No tengo tiempo para eso. Las mujeres absorben tiempo y energía y la que tengo la enfoco en lo que realmente me deja un provecho duradero, algo a largo plazo y que hasta ahora solo lo he encontrado en los negocios. La satisfacción que me ha podido dar el simple hecho de tener poder económico, y con él, un poder ilimitado en otras áreas de mi vida, no me lo ha dado nada más. Por eso, porque en las mujeres que he tenido no he encontrado nada que iguale esa satisfacción, es porque no cualquier mujer por muy divina que me parezca, es digna de ocupar de manera exclusiva e indefinida el centro de mi cama y estar debajo de mi cuerpo, ninguna ha logrado causar esa sensación de ser el dueño del mundo que me ha dado el dinero. Por tener ese poder es que puedo moverme a mis anchas y a la hora que quiera, por esa razón es que no he de perder tiempo para ir por lo que queda del menor de los Arango, y si toca pasarme los canales regulares por no prolongar el dolor de su perdida y la humillación de que lo sometan a pruebas innecesarias, haré lo que sea necesario —¿Qué fue lo que sucedió con Jaden? —Me preguntó Yidris al verme ingresar a la sala de estar principal de la mansión, mi hogar. —La verdad… —Hice una pausa para quitarme la chaqueta del traje—. No sé, no entiendo nada. Lo único que sé es que tengo una sensación de vacío que nunca había experimentado. —Te entiendo, hasta yo me siento igual. Jaden ni se sentía, solo cumplía tus órdenes sin protestar, por eso no entiendo nada —Comentó Yidris apretando los dientes en señal de frustración. —Lo único que nos queda es trabajar duro por conseguir al responsable, lo que sea, no se estaba yendo en contra de él, sino de mí y lo que represento, quien sea se ganó un enemigo aguerrido, no voy a descansar hasta cobrarme la pérdida de mi partner, el pequeño de mis compañeros de vida, él que me ayudó a llevar a Ястребы (Los halcones) a ser lo que somos. —Ястребы (Los halcones) están dejando huella —Opinó Yidris con ira marcada. —Yo diría miedo —Lo corregí sin titubear—. Era callado, pero su mente era brillante. Quien sea no va a tener vidas para pagarme su ausencia. Jaden duele en el alma. Apenas me acabo de enterar y la ausencia de Jaden ya está comenzando a enseñarme lo que es sufrir de verdad. —Es duro experimentar la primera vez de la pérdida —Expresó Yidris interpretando mi sentir. —Voy a cambiarme, avísale al piloto que salimos en media hora o cuarenta y cinco minutos —Le pedí y abandoné la sala para subir al tercer nivel donde está mi habitación. Tengo ascensor para subir los cuatro niveles que conforman los niveles superiores de la planta baja de esta enorme casa. El tercer nivel es solo mío, nadie más que yo y el ama de llaves se atreve a pisarlo a menos que sea bajo su supervisión. Incluso, las mujeres que he traído aquí así sea por una o un par de noches, solo han llegado al primer nivel, de ahí no pasan porque es más el rato que pasan bajo mis piernas que la libertad de poder explorar un espacio que no permito que nadie se atreva a fisgonear. Pese a ser receloso de mi espacio, no me gusta acostarme en esas habitaciones de hotel donde miles de cuerpos han dejado sus huellas en las camas, soy escrupuloso en ese aspecto, si voy a comer todo de una dama tiene que ser en un plato bien servido, con los lujos que aportan los platos servidos en los buenos restaurantes. El plato lo pongo yo, mi cama, mis sábanas nuevas, de seda pura, almohadas mullidas, pétalos de rosas esparcidas alrededor, un buen champagne para comenzar amenizando el plato de entrada que de seguro espero ser siempre yo, para luego ir por el plato más fuerte que luego de encendida la pasión va representada por la dama de turno, de la cual siempre espero algo extraordinario. Por eso no soy de tomar a cualquier mujer por más exquisito que sea el envoltorio que me sea presentado. Por eso no le di importancia a la morena de hace unos minutos atrás. Aunque no tuviera intención u oportunidad de comer de ella en seguida, tenía todo para reservarla, para presentarle una oferta que ambos pudieramos analizar, pero no, no me gustan las mujeres que se ponen sobre el aparador esperando ser tomadas de un solo toque, no. Soy el que las pone en el aparador, la traigo al frente, la observo, analizo la conveniencia de tomarla una buena temporada, y le doy paso a la siguiente cuando se dé la próxima ocasión. —El piloto ya está en la pista, y la camioneta está encendida en la entrada —Me informó Yidris cuando bajé media hora después con una pequeña maleta en mi mano derecha. —Vamos —Accedí sin detenerme en la sala de estar. —¿Le avisaste a Jonas, Irisa y a la señora Gelisa? —No, no les diré sino hasta que tenga el cuerpo de él aquí en mi casa —Respondí seco—. De por sí saberlo muerto es un sufrimiento, imagina la agonía de la espera. No pienso ponerlos en ese plan, prefiero sufrir todo este proceso solo que tenerlos ahí padeciendo a merced de los desgraciados funcionarios que quieran aplicar sus experimentos de investigación con lo que queda de él. Yo jugaré su juego, mi familia se queda al margen. —Tienes razón, mejor ahorrarles dolor —Adujo y se dedicó a cerrar la puerta principal para seguirme hasta la camioneta. Tomé asiento del lado del copiloto, ni ánimos tenía de manejar. Lo hice al regresar porque no tenía más opción, pero en ese momento, en camino al aeropuerto, preferí dejar que sea Yidris quien estuviera al mando del volante, que sea él quien controle el vehículo que me reencontrara por última vez con esa parte de mí que se llevó Jaden en su último suspiro. Abordé en silencio la camioneta y con la mirada fija miré sin ver el recorrido hasta el hangar donde nos esperaba el piloto. Narrador Omnisciente: Sin saber que cada uno se movía a lugares distintos, pero que la razón de moverse los hace coincidir por los motivos que los llevaba a uno a ir hasta allá (a París) y a la otra abandonarlo, en la entrada del aeropuerto, Eiron y Altair sin verse estaban divinamente guiados a coincidir. A Eiron le llamó la atención haberle parecido ver a una mujer extraña, pero tan perturbado se sentía por la pérdida de Jaden que no le dio importancia, siguió en dirección hacia el hangar; mientras que Altair tan acostumbrada a ver hombres altos, fornidos, irresistibles, de todas las marcas, colores y caprichos, si bien miró a Eiron de reojo, pasó por ser uno más del montón, su necesidad de huir y esconderse del hombre que asesinó al joven de ojos bonitos que dio su último suspiro mirándola, la llevaba en paranoia pese haber interpuesto kilómetros de distancia entre ella y el país donde busca dejar atrás ese fatídico recuerdo. Ambos sin querer tenían un mismo motivo, Jaden, y por él terminaran siendo tan necesarios uno en la vida del otro, él en la desordenada vida de Altair, y ella no solo para ayudarle a descubrir quién asesinó a su complemento, sino también para demostrarle que en las rarezas de la vida se pueden encontrar grandes tesoros. Pese a ello, cada uno deberá valorar que tan necesarios pueden ser.
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