Me quedo en el vestidor sacándome los zapatos cuando sale del baño y comienza a ponerse ropa interior.
—¿Entonces? —dice tomando y poniéndose un vestido, color verde de manga largas por debajo de sus rodillas con una abertura a un lado.
—Entonces... —repito— Creo que un sacrilegio que te pongas ropa— le guiño intentando no hablar del problema. Pero ella solo entrecierra los ojos. Resoplo—No sabemos mucho—me encojo de hombros—Solo te diré que, la persona que hizo esto no saldrá ileso—ladeo la cabeza.
Ella me mira en silencio unos minutos. No sé lo que piensa, pero sospecho que, a estas alturas, todavía le parece algo chocante el mundo en el que ahora vive.
—¿Recuerdas lo que vas a decir? —inquiere pasando sus manos por el vestido frente al espejo. Me acerco y subo el cierre trasero de su vestido— Gracias— me regala un guiño.
—Soy un inversionista —repito antes de reírme, ganándome una mirada brillante de parte de mi mujer— Lo siento cariño —inversionista de que ¿Armas? ¿Droga? ¿Mis clubs?
—Únicamente diles eso y ya —gruñe dándose la vuelta. Su mirada me recorre de pies a cabeza. Estoy desnudo y no puedo evitar estar duro de nuevo —Ah, no. Métete a la duchar que ya es tarde—me amonesta antes de apartarse cuando intento cogerla de nuevo.
Sale de prisa, pero escucho su risa.
—Bruja— murmuro y ella ríe más fuerte cuando me escucha.
—¡Dúchate! O me voy sola.
¡Ni de coña!
Me meto a duchar y en tiempo récord me he preparado para lo que al parecer puede ser la mejor o peor noche de nuestras vidas.
EDÉN POV.
Quien diría que en una noche mi vida podría dar un giro de ciento ochenta grados. Hace unos meses creía tener todo lo que cualquier mujer pudiera desear.
El trabajo perfecto.
El novio perfecto.
La vida perfecta.
Pues no estaba ni cerca de la realidad. Mi novio de años resulto ser el primero al mando de un jefe de la mafia, que resulta ser también el fiscal del distrito. Ambos era la imagen de honestidad y respeto a la ley.
Todo era una maldita farsa.
Cuando mi relación con Esteban ya estaba hundida, apareció Arslan en mi vida como un ángel oscuro que, en una sola noche me hizo sentir lo que nunca sentí antes. Eso, antes de ser secuestrada por él mismo, día después para acusarme de haber sido un señuelo de Esteban y su jefe, Yannick.
El problema es que yo no sabía nada respecto a los negocios ilegales de ese par de ratas que espero se estén pudriendo en el infierno.
Arslan vino a mí con demandas de espionajes para mi exnovio y su jefe. En principio no le creí, pero descubrí el verdadero rostro de ese par. Lo que nunca me imagine es terminar siendo blanco de los hombres que consideraba intachable.
Arslan fue contra todo para mantenerme a salvo, incluso contra mi misma. Concordamos un matrimonio falso amparándonos en el pacto entre carteles donde la esposa es intocable hasta que la cabeza caiga. Ahí comenzó una convivencia que en ocasiones fue difícil y agotadora. Pero, también surgió un sentimiento profundo que se fortaleció con el pasar del tiempo. A pesar de que hemos pasado por baches que han atentado contra nuestra unión, nos hemos mantenido fuerte hasta ahora. Acepte su vida, su manera de vivirla y verla. Él no me prometió un mudo color rosa.
No.
Me prometió vivir en un mundo real donde existe lo bueno y lo malo. Ambos nos damos equilibrio dentro de un mundo hostil y lleno de traiciones. Es lo que decidí vivir y he de asumirlo.
Ahora estamos en la parte trasera de una de las camionetas a punto de enfrentar una prueba más. Una a la cual le he huido desde que Arslan y yo volvimos a estar junto de manera definitiva.
Conocer a mi madre.
Es difícil dada a la profesión de mi esposo. No creo que le siente bien si le digo.
Mama. Te presento a mi esposo, jefe de la mafia.
No veo a Arslan contándole como maneja su cartel.
No.
Pienso que le provocaría un infarto fulminante a la mujer.
¿Sería una locura llamarla y decirle que me he enfermado?
De esa manera me salvaría de esta maldita cita que está a punto de matarme.
El estómago se me revuelve y respiro profundo antes de sentir un ligero apretón en mi rodilla. Miro para ver la mano de Arslan mientras habla por teléfono. Él tiene la capacidad de saber cuando algo me agobia. Su toque tiene la fórmula para hacerme olvidar mis malos momentos.
Nuestras miradas se encuentran. n***o contra gris. Me da una ligera sonrisa tranquilizadora antes de continuar con su llamada.
Con pericia trazo mi dedo por su mano. En la cual puedo ver los diferentes tatuajes que tiene en ella. La primera vez que vi sus manos me cautivaron, hoy en día puedo decir que todo en él es cautivante.
—Bien —escucho que dice—Necesito que en persona me consigas esa información—mira por la ventanilla de la camioneta blindada —No. Nos reunimos mañana a primera hora —dice antes de colgar.
—¿Todo está bien? —pregunto sin dejar de mover mi dedo por su mano.
—Así es —responde— Relájate—murmura acercándose a mí y besando el hueco de mi cuello mientras su mano asciende por mi rodilla. A pesar de que, solo hace poco tiempo tuvimos nuestro momento, puedo sentir como sus caricias me encienden. Chupa el lóbulo de mi oreja y su mano acaricia la cara interna de mi muslo cuando nos detenemos frente al restaurante.
Maldigo en voz baja y siento su sonrisa contra mi cuello.
—Creo que necesitamos escaparnos una noche.
—Es una gran idea—susurro. Nuestro lugar de escape es la casa en el vecindario. Aún la conservamos y la verdad, es donde me siento como en casa.