Cuando me detuve en el semáforo, alcancé a divisarla. Casi escondida detrás de un árbol, a media luz, con unos tacos agujas, vestía una pollera roja muy corta que dejaba ver un bien formado par de piernas, una camisa muy fina que no escondían para nada sus pechos, pequeños pero muy proporcionados a su cuerpo. Su cabello, similar a una melena de león, enmarcaba un rostro fino y bien maquillado, donde resaltaba una boca fina, roja muy sensual. Era muy bonita. Su juventud era un desafío a las miradas indiscretas. Acerqué mi auto a la acera, aun a cierta distancia de ella. Otro auto se estacionó a su lado. Vi que ella se acercó a la ventanilla del acompañante y comenzó un diálogo con el conductor. Mientras se apoyaba en la ventanilla, la pollera se levantó, dejando ver el nacimiento de sus