Mateo.
Zudelia—. Hola, ¿me podrás transferir plata?.
Mateo—. No tengo nada.
Zudelia—. Consigue.
Mateo—. ¿Para qué quieres?.
Zudelia—. Llegó la luz y muy cara, nos lo van a cortar si no pagas.
Mateo—. Dile a Pablo.
Zudelia—. Tienes la obligación de ayudarnos.
Mateo—. No la tengo.
Zudelia—. Al menos págala tú, no hace falta que me mandes la plata, ahi te mano la online asi la pagas.
Me manda la boleta y es casi medio millón de pesos, me agarro la cabeza cerrando los ojos porque es una locura de plata y que voy a tener que pagar, crei que yéndome de ahí iba a terminar toda la vida de porquería que tenia pero me sigue a donde sea que vaya.
—Mate, —me giro viendo a Patricio—. Vamos a comer amigo.
—Si, vamos. —miro mi cuenta bancaria y tengo trescientos mil no mas.
—Mateo.
—Patricio, disculpa el atrevimiento.
—Dime.
—Bueno. —me paro fregándome la frente sintiendo mucha vergüenza.
—Dilo.
—¿Tienes doscientos mil que me prestes?.
—Si obvio, mándame el alias asi te lo mando, ¿estas con deudas?.
—Tengo una carga que no me puedo sacar de encima.
—Cuando quieras hablar estoy para escuchar, lo sabes.
—Si, hoy no me siento capas, estoy muy enojado.
—¿Problemas con tu familia?.
—Si.
—Bueno, vamos a comer y ahi te transfiero, me lo devuelves cuando puedas y como puedas. —vamos al comedor donde me digo, a penas cobre le mando, queda una semana—. Toma, prueba, están tremendos.
—Gracias. —como de sus ravioles y de mi carne al horno que me quedó de anoche y me traje, y de paso p**o virtualmente la luz.
Mateo—. Ahi pagué, la próxima no la p**o.
Zudelia—. Cuando llegue la otra te la mando asi la pagas enseguida y no dejas esperando a que llegue el aviso de corte.
Zudelia—. Tienes un buen trabajo y ganas bien, no sé que te cuesta pagar.
Mateo—. No vivo mas ahí, háganse cargo ustedes.
Mateo—. No me vuelvas a joder.
—Están buenísimos Patricio.
—Si, te mando el contacto por si quieres comprar.
—Dale, asi cuando cobre compro enseguida y lo congelo.
—¿Andas mal de plata Mateo?. —alzo la mirada viéndolos a todos que me miran.
—¿Tienes deudas?. —Ignacio que actúa como mi papá muchas veces me habla serio.
—No, no tengo deudas.
—¿Y porqué vas a esperar a cobrar para comprar?.
—Tuve que hacer un gasto grande que no me esperaba.
—Chicos...
—No Pato, que nos diga que sucede.
—Si tienes problemas Mateo, dinos.
—Solo... —me tiro hacia atrás frogándome la cabeza—. Mi mamá me mandó la boleta de la luz que se la pague porque le van a cortar y lo que tenia lo gasté.
—¿Y porqué se lo pagas? ¿Cuántas veces te hablamos de eso?.
—No es tan facil.
—Lo es, le dices que no y listo, ¿Qué mas va a hacerte?.
—Ni siquiera sabe donde vives ni donde trabajas, no va a molestar, y si viene aca a romper lo huevos la voy a sacar cagando. —miro hacia abajo con lo que dice Ignacio—. Deja ya de joder con esa gente, se tiene que terminar.
—Si, lo sé. —agarro mi vaso de unos dibujos que me lo dio Mauro como una broma al ser el mas joven de la unidad y ya, quedó como mío y nadie lo toca—. Cambiemos de tema gente.
—Lo cambiamos pero después hablamos sino voy a ir yo a frenarles el abuso.
—No se metan en problemas por mi culpa.
—Nos metemos y ya.
No hablo mas nada, me quedo en silencio escuchándolos, bueno, casi siempre estoy en silencio, ellos son los que hablan y yo escucho, me gusta escucharlos, me hacen reir mucho y saber que hay otro tipo de vida, uno donde no hay peleas, gritos, golpes, drogas y alcohol, donde no entra y sale gente desconocida de tu casa sin que te importen tus hijos como a los que me engendraron, y aprendo, aprendo muchas cosas, como que se puede vivir treinta años con la misma mujer y tener un buen matrimonio, aprendo que a pesar de tus papás te arruinaron la vida te puedes abrir al amor, aprendo que se pueden amar a niños que no son tuyos como si fueran tuyos, aprendo como ellos son con sus familias y como hacen, aunque no tengo a nadie mas que mi gato en mi casa.
—Buenas.
—Hola, ¿Cómo estas?.
—Bien, gracias... —le sonrío a la chica de la panadería donde venimos siempre a comprar—. ¿Me das media de esas bolas con crema pastelera?.
—Dale, ¿Cómo va el trabajo?.
—Bien, calmado hoy, por eso pasamos.
—Hace días no venias.
—Dame medio de chipa, y estábamos ocupados sinceramente.
—Que bueno que estas bien, yo pensaba que te había pasado algo.
—Gracias a Dios no.
—¿Algo más?.
—No, eso está bien. —voy al mostrador donde envuelve las cosas.
—Te va unos churritos de regalo.
—Dale, gracias. —con toda su calma envuelve las cosas.
—¿Estas en pareja Mateo?.
—No, ¿tú?.
—Tampoco, te quería invitar a salir.
—¿De verdad?. —me sorprende y me rio parando enseguida al ver su cara de pena—. Si, acepto, te dejo mi número asi quedamos de acuerdo. —se lo anoto en un papel que lo guarda en su pantalón—. Este sábado no puedo, tengo un cumple.
—Te escribo y quedamos. —p**o saliendo con una sonrisa enorme, nunca tuve una cita, subo al auto casi riendo.
—¿Qué te pasa?.
—La chica de la panadería me invitó a salir.
—Fua, al fin.
—Siiiiggg. —como ando con Ignacio me da unos golpes.
—La vas a poner al fin.
—Bueno, tampoco tan atrevido. —abro la bolsa sacando una bolita—. Los churros no los comas, me los regaló.
—Ah bue, que soreta.
—Me quiere conquistar y yo me dejo, humilde.
—Eres un idiota nene. —riendo y masticando salgo, siempre me hacen manejar y yo me rio con ganas y haciendo el intento de cubrirme—. Pero te entiendo, cómelo en casita pensando en esa chica y que ya vas a ser hombrecito.
—¿Y yo soy el idiota?.
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