No aguanté más, estaba demasiado caliente y quería buscar la manera de comunicarle a Darío que estaba dispuesta a entregarme. Lo primero que hice fue quitarme la calza y las zapatillas, quedé usando solamente una tanga muy finita. Él no perdió el tiempo y volvió a manosearme la vulva. Lo dejé deleitarse durante unos segundos y después me puse de rodillas. Este movimiento lo sorprendió tanto que incluso se quedó quieto. Aunque su v***a siguió entrando y saliendo de la concha de Valeria, porque ella no interrumpió sus movimientos. Agarré uno de los testículos de Darío y me lo llevé a la boca. Empecé a lamerlo y a succionarlo con devoción. Aún no tengo tanta experiencia en sexo oral y es una de las cosas que más me pide el cuerpo. Al parecer Darío quería saber qué se sentiría si una puta