Después de la segunda partida de strip póker en familia, hicimos lo posible para volver a la rutina normal… con la ropa puesta. Los siguientes días transcurrieron como si fuéramos una familia normal. Bueno, casi… me refiero a todo lo normal que puede ser una familia que llegó a un punto en el que vernos sin ropa ya no supone un tabú. De hecho, más de una vez me crucé con mi tío Henry saliendo del baño, después de una ducha, sin llevar puesta una toalla. Incluso a veces caminaba hasta la cocina y se quedaba charlando con mi madre, con las bolas colgando plácidamente. Cabe aclarar que mi madre nunca emitió una queja hacia este comportamiento, aunque mi hermana o yo estuviéramos presentes en ese momento. Llegué a la conclusión de que para Magda y Henry eso ya era algo normal. Pero lo más ext