Yo aún tenía la v***a de Magnus en la mano. El muy cobarde no dijo absolutamente nada, dejó que nosotras manejáramos el asunto. —¡Gabriela perdió una apuesta! —Se apresuró a decir Valeria. Y como si estas fueran las palabras mágicas, la cara de enojo de mi madre se borró al instante y fue reemplazada por una pícara sonrisa. —Ya veo —dijo Magda—. ¿Por eso le estás chupando la v***a a tu hermano? —¿Cómo sabés que la estoy chupando? —Ay, Gabriela… sentada en la cama, con la pija de tu hermano en la cama… y tanta saliva chorreando por la boca… si no le estás haciendo un pete, yo soy la reina Magdalena de Inglaterra… y esa ya está muerta. ¿Por eso estaban discutiendo? Cerró la puerta, para evitar futuras interrupciones. —Sí —dijo Valeria—, porque Gabriela no quiere cumplir con todos l