Recobré la compostura y me di cuenta del tremendo papelón que había hecho. Supongo que nadie pudo ver las chupadas que le di a la concha, eso sólo quedaría entre mi madre y yo… eso espero. Me puse de pie, intentando mantenerme derecha, preparándome para el torrente de burlas y comentarios hirientes, pero ninguno hizo nada de eso, todo lo contrario. Mi hermanita comenzó a aplaudir entusiasmada y todos se le sumaron, Magdalena inclusive. Me sentí como una actriz de teatro al finalizar la función, no pude evitar sonreír. Hice un par de reverencias a mi halagador público. Hasta mi hermano parecía encantado y me sonreía como nunca lo había hecho. Tenía la pija completamente dura, lo interpreté como su forma de decirme: “Te felicito, hermanita”. Sinceramente, luego de ese tremendo orgasmo, y