De mis tres hijastras, Mimi era la única con la que no tenía frecuentes fantasías sexuales. Esto se debía no solo a que apenas acababa de convertirse en mayor de edad, sino a que, a pesar de ser una chica hermosa, rara vez mostraba su belleza física. Solía usar remeras y pulóveres varios talles más grandes de lo que le correspondía, lo que generaba que su figura se ocultara. Lo único que quedaba siempre a la vista era su hermoso rostro de enormes ojos azules, esos ojos que le daban cierto aire de anime japonés que a mí me fascinaba. Pero más que lujuria me generaba ternura. Sin embargo, tal como dije más arriba, no tenía frecuentes fantasías sexuales con la adolescente misteriosa, de lo que se deduce que sí las tuve en alguna que otra ocasión. Un día en el que yo volvía del trabajo, cuan