Fue una suerte que la primera persona que nos cruzamos por el camino haya sido Magdalena. Ella justo salió de su dormitorio, envuelta en una bata, cuando nosotras cruzábamos por el pasillo. Al parecer había ignorado por completo a mi tía ya que actuaba como si hubiera salido de un cuarto vacío.
—¿Qué hacen? —nos preguntó.
—Vamos a seguir jugando —dijo Valeria tirándome del brazo—. Ahora sí, que se pudra todo. —La puerta del cuarto de mis padres estaba entreabierta, allí pudimos ver a Analía sentada en la cama, aún desnuda, mirando televisión con el ceño demasiado fruncido—. ¡Y vos, tía, te podés ir a la puta que te parió! —La mujer se sorprendió tanto al verse insultada por su tímida sobrina que cambió radicalmente la expresión de su rostro. La chiquilla sumó al insulto un gesto obsceno
