Me pareció notar que Mel estaba decepcionada por lo que acababa de oír. De hecho, yo también lo estaba, pues esperaba que fuera ella la que se ofreciera, y así tener por fin un rato de intimidad entre los dos. De esa manera tendríamos un lindo recalentamiento antes de lo que fuera a suceder a la hora de dormir. Pero ella había estado muy lenta y Mimi muy rápida. —Dale, vamos —dije. —Bueno, nosotras también deberíamos ayudar ¿No, Fer? —dijo Mel, mientras Mimi y yo volvíamos a la cocina. La hermana del medio la miró con cara de pocos amigos—. Digo, está tan oscuro… Debe ser incómodo cocinar así. Mejor llevemos todas las velas a la cocina y de paso le damos una mano. —Bue —escuché decir con desgana a Fernanda. Me entusiasmó mucho escuchar a Mel haciendo lo posible por estar cerca de mí. S