Baile Erótico

1395 Words
Mi papá no se inhibió mucho, ni pareció notar mi preocupación. Se acercó a mi pecho izquierdo y lo tomó suavemente con una mano, sin pedirme permiso. Estuve a punto de suplicarle que no lo hiciera, pero no me dio tiempo. Acercó su boca, y el cronómetro se puso en marcha. Sus lamidas fueron suaves y poco libidinosas, hasta había cierta ternura en ellas; su lengua giró alrededor de mi pezón, que se puso duro como la piedra. El calor en mi v****a se hizo más intenso, y empeoró aún más cuando sentí la punta de su pene rozando mi rodilla. ¿Acaso él era consciente de que esa era la teta de una de sus hijas? Intenté apartar la vista, pero no podía dejar de mirar hacia abajo… ese gran pene, que ya había ganado algo de tamaño. Los dos minutos se me hicieron eternos pero apenas se escuchó un agudo pitido en el reloj, Nacho se alejó. Yo debía estar toda roja, era lo más extraño que me había tocado vivir; que mi propio padre me chupara una teta. ¡Era una locura! Aún no podía comprender cómo habíamos accedido a jugar este peligroso juego. Mientras rogaba por recibir buenas cartas en la próxima ronda, vi que Magnus tenía la pija dura, y que ésta se inclinaba un poco hacia la izquierda, como si apuntara hacia mí. Él no era el único en ese estado, los otros dos hombres también exhibían marcadas erecciones. La pequeña Valeria tampoco era inmune a la libidinosa situación, noté una mancha de humedad en la parte inferior de su tierna bombachita rosa. La única que no mostraba signos de excitación era mi madre. La racha de buena suerte de mi hermana se terminó en la siguiente mano, y no tuvo más remedio que enseñarnos su concha. Nadie le hizo comentario alguno sobre lo evidentemente mojada que estaba su bombacha, porque no queríamos avergonzarla. Nos tomó a todos por sorpresa al mostrarnos una delicada rajita, con finos labios y un pequeño botoncito duro. Pero las sorpresas no terminaron allí, también la tenía completamente depilada, como yo. No sabía de dónde había sacado la idea, pero tengo que tener presente que ella es toda una mujer, y tiene su propia vida íntima. Incluso, hasta hace poco tuvo un noviecito, aunque no sé si habrán llegado muy lejos; el chico parecía un poco pelotudo. Para rematar, pude ver unas hebras de flujo entre sus labios y cuando se sentó con las piernas algo separadas, su v****a se abrió un poco, mostrando lo mojada que la tenía. Se me hizo raro que no juntara sus rodillas, pero también culpé al alcohol por esto; o tal vez se debía a una simple distracción. Había demasiada información visual a su alrededor, como para preocuparse de ese detalle. Ella no había terminado de sentarse que ya estaban repartiendo los naipes otra vez, mientras hacían chistes boludos, en un intento por desviar la atención. Logré conseguir una escalera de números bajos, que fue el mejor juego de la mesa El peor estaba en manos de mi madre, que parecía tener cinco palos diferentes en sus cartas, eran pésimas. Debía ser yo quien dictara la sentencia, y luego de lo que me hicieron pasar al permitir que mi padre me lamiera una teta, tenía sed de venganza. ―Tocásela al tío Henry. Fue lo más zarpado que se me ocurrió, y pensé que me había excedido. Pero mi madre demostró estar muy por encima de mí: estiró su mano izquierda y le agarró el palo de carne a su hermano. Mi papá puso en marcha el cronómetro, sin hacer ningún comentario. Henry sonreía con cara de boludo, pero no parecía molestarle que su propia hermana lo estuviera manoseando. Mi mamá lo masturbó lentamente, presionando fuerte con su mano. ―Aprendé de Magda, Nacho, ―le dijo mi tío, para bromear―. Ella sí sabe lo que hace. ―Es que vengo de una familia de pajeros. ―El comentario de mi madre fue como un cachetazo en la cara de Henry, y nos hizo reír a todos, inclusive a él mismo. La prueba transcurrió sin demasiado entusiasmo, y durante ese corto período de tiempo mis ojos pasaron de un pene a otro. Descubrí a Valeria haciendo lo mismo, me preguntaba si alguna vez había visto un pene en vivo y en directo, yo sólo conocía el de mi ex novio, y no era nada comparado con estos ejemplares. En la siguiente partida mi madre volvió a perder, y fue Magnus quien propuso el nuevo desafío. Ella debía darle un beso a Valeria, durante unos largos dos minutos, lo cual es mucho tiempo para un simple besito. ―No, esperá. ―Se quejó mi mamá, por fin había recapacitado un poco―. Eso sería como si la prenda fuera para las dos, al fin y al cabo un beso es algo mutuo. ¿Dónde está la gracia? ―No había recapacitado un carajo, pero al menos apelaba a la justicia. ―Bueno… a ver ―. Me dio un poco de pena mi hermano, al pobre le criticaban todos los desafíos; pero una vez más, se las ingenió para salir airoso―. Valeria tiene que decir si pasaste la prueba o no, si a ella no le gusta el beso vas a tener que hacer otro desafío. ―Y ella se arriesga a tener dos desafíos seguidos, ―dijo mi hermanita, con seriedad, como si fuera la jueza de un concurso televisivo. ―Eso me parece mucho más interesante, ―dijo mi mamá, poniéndose de pie. Se ubicó a la derecha de su hija menor y la tomó por el mentón con suavidad, moviéndole la cabeza hacia atrás. Valeria parecía un tanto nerviosa, y mantenía la boca bien cerrada. En cuanto los labios de mi madre tocaron los suyos, puse el cronómetro en cuenta regresiva. No me parecía tan grave que se besaran, luego de lo que había ocurrido en los desafíos anteriores. Magdalena movió su boca con suavidad y ternura, y eso ayudó a que Valeria se relajara un poco. Sus labios se separaron y me pareció ver que mi mamá le introducía un poco la lengua; lo corroboré cuando la retiró y apareció la lengua de Valeria, persiguiéndola. Al fin ambas las entrelazaron en un beso que se volvió bastante erótico y apasionado. Sabía que no era el primer beso de mi hermana, porque más de una vez la encontré besándose con su, actualmente, ex novio; pero en aquellas ocasiones se la veía inexperta, sin embargo ahora besaba como una profesional. Tal vez eso se debía a que estaba imitando lo que hacía Magda. En cuanto el tiempo terminó mi tío aplaudió, a lo que nos sumamos mi padre, mi hermano y yo. Valeria estaba sonrojada al máximo pero con una amplia sonrisa en su rostro, sus tetitas subían y bajaban al ritmo de su respiración. Todos esperábamos expectantes su veredicto cuando levantó el pulgar de una mano. Mi madre sonrió y volvió a su asiento orgullosa. En ese momento pensé que el juego, a pesar de ser extraño y un tanto enfermizo, era entretenido y producía una calentura sin precedentes para mí. Jugamos una nueva mano, y esta vez las cartas decidieron que Magnus tenía que “pagar” y mi padre era su verdugo. La pauta fue más o menos similar a la del desafío anterior. Magnus debía hacer un bailecito erótico pegado a mi mamá y ella debía decidir si él había superado la prueba o no. Opiné que dos minutos parecía un tiempo muy reducido, y los demás estuvieron de acuerdo conmigo. Se estableció que el baile debía durar cinco minutos. Magnus puso música lenta, de una banda que yo no conocía, pero que era aceptable para la ocasión. Mi madre se acercó hasta donde estaba yo y tuve que correr mi silla hacia atrás, para darles lugar. Magnus se colocó detrás de ella y yo era la única que veía la escena desde atrás. Comenzaron a bailar lentamente, mi hermano pegó su pecho a la espalda de esa atractiva mujer y comenzó a acariciarle las piernas por los lados. Los segundos parecían transcurrir a un ritmo muy lento. ―¿Si te agarro las tetas, sumo puntos? ―Preguntó mi hermano. ―Mmmm… puede ser ―respondió Magda.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD