—No, puedo seguir aguantando… que siga… que siga… —Sé que lo estás disfrutando —le dije—, pero se nota que ya te duele. Barbi detuvo sus lamidas y la miró. Luego dijo: —Sí, Valeria. No te exijas demasiado, todavía queda mucho juego por delante. Dale a tu culo un descanso. —Ufa, está bien… Lentamente Valeria se apartó de Henry y la v***a salió de su culo, mostrándonos un bonito agujero bien dilatado y enrojecido. —Ya vas a tener otra oportunidad de disfrutar del sexo anal —le dije—. Y vos también, Lourdes. Sé que te encanta comer concha, pero ahora tenemos que volver a la partida. Barbi se apartó y sonrió. En un parpadeo volvió a ser la dulce e inocente rubiecita que vive en la casa del lado. Esta chica ya me da un poco de miedo. Lourdes se sentó en el suelo, parecía aturdida, como