Ella misma levantó un poco más la pierna que estaba en el aire y su madre apuntó la pija a su culo. Al mismo tiempo le dio varias lamidas en la concha. Desde mi posición era difícil saber si la v***a estaba entrando o no. Solo podía ver que estaba ahí, metida entre las nalgas. Pero cuando Barbi llevó su cuerpo más hacia atrás, el agujero de su culo quedó a la vista. Me voy a pajear durante meses con esa imagen. Su pequeño culo siendo invadido por el glande de Henry. Lo vi entrar y desaparecer mientras la bonita rubia apretaba los dientes y suspiraba. Es obvio que le dolió un poco, pero conozco muy bien ese dolor, es sumamente erótico y agradable. —¿Podés meterla más? —Preguntó Lourdes. Ella parecía entusiasmada con la idea de ver cómo le rompían el orto a su hija. —No quiero ir más aden