Tal y como lo había imaginado, la v****a de Magda se estaba acostumbrando a tener todo eso adentro y ella ya estaba sintiendo el verdadero placer que esto le podía provocar. Se escuchaba el chasquido de la mano entrando y saliendo constantemente, sumado a los fuertes chupones que yo daba en toda la concha de la pequeña. Mi mamá comenzó a acompañar el movimiento flexionando y estirando las piernas, como si estuviera montando una verga... una muy grande. Siguió haciendo esto hasta que sus gemidos se transformaron en gritos de placer. Valeria dejó la mano quieta en un lugar y dejó que su madre se encargara del resto, ya que ella se movía cada vez más rápido, castigando su concha. Mi hermanita miró hacia abajo, abriendo mucho los ojos, noté que jadeaba rápidamente, supe que estaba por acabar y