Se posicionó en la entrada de mi v****a y comenzó a enterrármela lento, pero sin pausa. Yo gemí todo el tiempo, hasta que la tuve completamente adentro. ―Ya la tenés bien abierta, puta. ―Sí, esa pija me abre toda. ¡Me encanta! Me gustaría que me dieras un buen pijazo, que me la clavaras toda de una sola vez. Fuerte. Retrocedió lentamente, hasta que sólo su glande quedó en el interior de mi concha, luego, sin previo aviso, arremetió contra mí como si fuese un ariete intentando derrumbar la puerta de un castillo. Sentí que le concha se me iba a romper, pero antes de que pudiera darme cuenta ya estaba soltando un fuerte grito de placer y la tenía completamente adentro. La sensación fue tan intensa que al gritar levanté mi espalda hasta que ésta chocó contra el pecho de mi hijo, él se apres