Allí estaba la caja con la pistola, llena de polvo por la falta de uso, también vi una pequeña caja con balas escondida en un rincón oscuro. Podía escuchar el copioso llanto de Julia a mi espalda. Extendí mi mano hacia el ropero pero me detuve a medio camino. Esa no era la solución, no podía hacerle eso. Por más que ella me hubiera traicionado de esa forma, en algún momento la amé… Todavía la amaba. —La semana que viene te quiero afuera de mi casa, más te vale que ya no estés cuando yo vuelva –intenté que mi voz sonara tranquila y con seguridad, quería que ella captara el mensaje de forma directa— no te quiero ver nunca más Julia, que te cojan todos los que quieras, pero andate de mi vida— diciendo esto me marché de mi casa. En un principio pensé en hacer las cosas tal y como las dije, v