Cuando ambas mujeres cayeron rendidas abandoné el patio cautelosamente. Sabía que debía hacer tiempo hasta que mi turno laboral terminara, fue una tortura tener que esperar tanto tiempo pero cuando por fin pude hacerlo, regresé a mi casa. Era cerca de la medianoche cuando entré haciendo el menor ruido posible sin parecer un bandido, al fin y al cabo esa era mi propia casa. Allí estaba Julia desnuda en su cama, al parecer entre tanto sexo ya se había olvidado prepararle la cena a su marido cuando éste llegara de trabajar, no vi más que algunas empanadas en una bandeja y ella debía saber que yo no me saciaría con tan pocas, pero no era alimento lo que buscaba. Me acerqué a ella y me senté a su lado. Admiré su desnudez, estaba más hermosa que nunca bajo la luz de la luna. Recorrí sus pechos c