Jesse . Tomo sus labios y presiono sus caderas con fiereza, la tela del vestido que lleva puesto es demasiado delgada y aún así, ansio arrancarla de su piel, los labios de Camil son dulces y un maldito deleite. Me separo de ella usando todo mi autocontrol y me río ante sus palabras, porque se que desea que la tome tanto como yo quiero hacerlo, siento mi polla endurecerse y quisiera tomarla en este mismo instante, pero soy un caballero, se en que condiciones se está uniendo a mi y solo por esa razón pretendo esperar, me lo repito a mi mismo y se lo expreso a ella. Trago con dificultad y la observo, su pecho sube y baja. «Mi fierecilla» —Que corresponda a tus besos no significa nada— Suelta y después me amenaza diciendo que me olvidé de la noche de bodas. Me acerco una vez más a ella