Lucian
Estoy sentado en mi oficina, pero no me puedo concentrar en el trabajo, cierro los ojos y recuerdo lo que acaba de pasar en la oficina de Isabelle, sé que mi actitud y mis palabras fueron tomadas como un desafío por Adrián Bailey, y que nos pondrá las cosas difíciles, pero es que no me pude contener al ver su actitud.
Estoy seguro que Isabelle no volverá a caer en sus encantos, pero es que verla allí parada soportando las palabras de él, fue más de lo que yo podía aguantar.
Conozco su historia perfectamente y ella conoce la mía, llevamos tantos años juntos, la he visto crecer como persona, creamos nuestra propia empresa y ahora ya tenemos más de 100 empleados a nuestro cargo, sé que es una mujer excepcional, fuerte, inteligente y muy hermosa, la admiro demasiado... y la amo
Aunque esto último ella no lo puede saber.
No sé exactamente en qué momento de estos 6 años de matrimonio me enamoré de ella, y Dios sabe cuánto me costó aceptar ese sentimiento, ya que fue la única condición de ella para casarnos, nos ayudaríamos mutuamente con este matrimonio, pero no habría nada de romance
— El amor está prohibido — sus palabras suenan en mis oídos como si las hubiera dicho ayer
Recuerdo el día en que nos conocimos, terminamos en un hospital porque la atropellé — me río solo ante las ironías de la vida
Iba conduciendo en plena madrugada por la avenida, cuando una persona saltó frente a mí, bueno en realidad no saltó, ella iba corriendo como una loca y ni siquiera vio el coche, el golpe fue el que la hizo saltar por los aires.
Me bajé rápidamente y me acerqué a ella, estaba consiente, aunque no se movía, tenía mucha sangre en la cabeza, los brazos, y más partes de su ropa, me miraba con unos profundos ojos azules llenos de dolor, pero lo que más me impactó fueron sus palabras
— Déjame morir... por favor — dijo reuniendo toda su fuerza — por favor
Y entonces se desmayó
Llamé de inmediato a una ambulancia, y cuando llegaron me fui con ella al hospital.
No sabía ni siquiera su nombre, pero allí estaba en una sala de espera ansioso mientras la tenían en cirugía tratando de salvar su vida.
¿Por qué alguien tan joven como ella me había pedido que la dejara morir? Sacudí la cabeza con impotencia y en eso sonó mí teléfono, era mi padre, Magnus Taylor
— ¿Dónde estás? Dijiste que querías hablar de algo urgente, tu madre y yo te estamos esperando
— Estoy en el hospital, he atropellado a alguien
— ¿La persona sigue viva?
— Sí..
— Entonces ya no tienes nada que hacer ahí — dijo sin ningún rastro de compasión
Le colgué el teléfono sin decir nada más.
Mi padre solía ser una persona amable, pero desde la muerte de mi hermana Jade, se volvió una persona dura de corazón, parecía que ya nada le importaba.
Mi hermana había muerto pocos meses antes en un accidente automovilístico, y fue algo devastador para mi familia, poco a poco estaba retomando mi vida, hasta que recibí el informe del investigador que había contratado, todas las cuentas de mi hermana habían sido vaciadas antes del accidente ¿Qué significaba esto? ¿quizá no fue un simple accidente?
Había cogido el coche y me dirigía a casa de mis padres perdido en mis pensamientos, cuando sentí un golpe.
Así fue como conocí a Isabelle...
Me pongo de pie y camino por la oficina para tratar de aclarar mis pensamientos, me gustaría ir a ver como se encuentra Isabelle, abrazarla y sentirla cerca de mí, quiero protegerla y que nadie le vuelva a hacer daño, sin embargo, sé que si ella nota mis sentimientos huirá de mí.
Mi preciosa Isabelle, es fuerte y tiene una carrera exitosa, pero el dolor nunca ha abandonado sus ojos.
Finalmente decido ir a su oficina a ver cómo está.
Mañana es viernes, pero en honor al aniversario de la empresa todos tendremos el día libre, le voy a sugerir que vaya a descansar a casa desde ahora, yo puedo encargarme de lo que falte en la empresa por el resto del día.
— Linda ¿está a señora Isabelle? — pregunto al llegar a su oficina
— Sí señor, no ha salido de la oficina en todo el día — noto algo extraño en su tono, pero no me detengo a pensarlo y entro directamente
La imagen frente a mí me rompe el corazón, Isabelle está acurrucada en el sofá, como una niña pequeña y se ve completamente indefensa, tiene los ojos tapados con las manos, pero puedo notar el resto de su cara roja, además que todo su cuerpo tiene un leve temblor.
— No quiero ver a nadie Linda — dice Isabelle con la voz embotada y sin quitar las manos de sus ojos
Cierro la puerta y me acerco a ella
— Soy yo Isabelle
— ¡Lucian! — grita y se pone de pie rápidamente — ¿pasó algo? — dice mientras se limpia el rostro con manos temblorosas
— Quería ver cómo estabas — tengo tantas ganas de abrazarla, pero me contengo
— Estoy bien — dice bajando la mirada
— No es necesario que me mientas — me acerco un poco y como no se aleja le tomo la mano — sabes que puedes confiar en mí
Me mira con esos ojos que tanto me gustan y veo que en seguida se le vuelven a llenar de lágrimas.
— Vamos, te llevaré a casa — le digo mientras voy a tomar su bolso — debes descansar, aquí pueden arreglárselas un par de horas sin nosotros
— Gracias — veo como intenta sonreír, pero no lo logra
Salimos tomados de la mano, a ojos de todo el mundo somos un matrimonio ideal así que ir de la mano es un gesto natural, ella va con la cabeza agachada para que no vean que ha estado llorando
— Linda, ya nos vamos, encárgate de todo, si hay algún problema puedes llamarme
— No se preocupen — responde sonriendo — nos vemos el lunes
Llegamos al estacionamiento, Isabelle se sube al coche y yo conduzco, todo el camino a casa lo hacemos en silencio, aunque ocasionalmente veo como una lágrima baja por su mejilla.
Naturalmente tenemos que vivir juntos, no tenemos una mansión, no somos millonarios, fundamos la Editorial Bell con parte de la herencia de Isabelle y mi fideicomiso, y desde entonces vivimos de nuestro trabajo, con el paso de los años ha rendido frutos y no nos va nada mal.
Compramos un Pent-house en una zona buena de la ciudad, aunque no es muy exclusiva, en el primer piso tenemos 2 habitaciones con baño, una cocina amplia con una bonita isla, un salón con un gran televisor y estantes adornados con algunas fotos nuestras y de nuestros familiares, además de sofá y chimenea, y un pequeño comedor que no solemos utilizar, y un cuarto de lavado con salida al balcón, en el segundo piso están nuestras habitaciones también con baño privado cada una, además de otra que convertimos en una biblioteca, tenemos una editorial así que es claro que amamos los libros, finalmente hay una pequeña sala de estar y una terraza.
Llegamos al edificio, dejamos en coche en el estacionamiento subterráneo y subimos en el ascensor en silencio, abro la puerta y entramos.
— Lamento lo que sucedió — dice Isabelle — gracias por traerme, iré a mi habitación a descansar
— De nada... — veo como inmediatamente sube las escaleras
Suspiro con resignación y voy a la cocina, me preparo un té y lo bebo en el balcón con unas galletas, tratando de calmar mis pensamientos.
Subo a mi habitación y me doy un largo baño para relajarme, cuando salgo ya está oscureciendo, me pongo un pantalón de pijama y una camiseta y me voy a la biblioteca, cojo un libro que, aunque ya he leído varias veces me encanta "Los Miserables" de Víctor Hugo, leer me ayuda a relajarme luego de un día estresante.
Se me pasan las horas leyendo, sin darme cuenta ya es media noche, me voy a la habitación y me quito la camisa para meterme a la cama, siempre duermo así, es más cómodo.
Ya me estoy quedando dormido cuando un grito rompe el silencio de la noche
— ¡Ahhhhh!
— ¡Isabelle! — me levanto de un salto y salgo corriendo hacia su habitación, abro la puerta rápidamente y la veo agitada en su cama, me calmo un poco al darme cuenta que no está en peligro.
Me acerco a ella para moverla
— Isabelle, despierta — la sacudo un poco — despierta, es solo una pesadilla — de golpe se sienta y abre los ojos posándolos en mí confundida — tranquila, todo está bien, solo era una pesadilla — le repito mientras me siento en el borde de la cama y le tomo la mano.
— Lucian... — de repente se lanza hacia mí y pasa los brazos alrededor de mí cuello, me quedo paralizado unos segundos y entonces también la abrazo, le acaricio suavemente en cabello y siento como su respiración se va calmando
— ¿Quieres que te traiga algo? — le pregunto cuando ya la siento calmada
— No gracias — dice ella rompiendo en abrazo aun con los ojos llorosos
Me estoy poniendo de pie cuando ella agarra mi mano con fuerza, la miro sorprendido
— ¿Podrías quedarte conmigo hasta que me duerma? — me pregunta tímidamente y yo no lo puedo creer
— Claro que sí — le digo sonriendo — siempre estaré a tu lado — y esas palabras salen desde el fondo de mi corazón
Ella se mueve y yo me hago en la orilla de la cama, solo nuestras manos se están tocando, pero yo siento cómo crece el calor en mi corazón.
Sin darme cuenta me quedo dormido con una sonrisa en el rostro.