Capítulo 6

2273 Words
Parado en el jardín trasero de su casa, el alfa dominante se encontraba quitando toda su frustración y enojo a través de los pobres troncos que partía y repartía por la mitad, a pesar de que no tenía necesidad alguna de ellos en ese momento. Tenía que buscar una forma de expresar su frustración y a su vez distraer su mente para no caer en la tentación y ceder a los deseos sedientos de sangre de su bestia, el cual se removía inquietamente, empujando de vez en cuando en él, exigiéndole que fuera detrás de los tres estúpidos que componían el círculo interno. Es que debió de haber supuesto que Pascal, Petra y Kaled estarían planeando algo en ese pequeño momento de paz que le habían dado tras ponerlos en su lugar unos días atrás. El silencio por parte de ellos nunca era una buena señal, y a pesar de que tuvo la sospecha de dicho comportamiento, tan ocupado como se encontraba buscando unas casas adecuadas para que los humanos vivieran, los dejó solo. Y esa fue la peor decisión que puso haber tomado. Gracias a eso, Kaled casi arruinó todos sus planes y hasta su relación con el principito Caspian al decidir por su cuenta el ir personalmente a recibir a los humanos. Y como por supuesto que no obtuvo la información de él, o de cualquiera de sus amigos, significaba que el imbécil estuvo vigilando el límite de los terrenos para saber el momento exacto en el cual atacar. De todos los humanos que Caspian había elegido para que ayudaran en su manada, solo cinco decidieron quedarse luego de esa amenazante bienvenida. Era un número reducido para todas las mejoras que necesitaba su manada. Y luego, para empeorar las cosas, al llegar al centro de su manada y convocar una repentina reunión para presentar a los humanos, Petra y Pascal inmediatamente se pusieron en contra, diciendo estupideces sobre ellos e incluyendo incluso a la diosa de la luna para lograr su propósito. Sí, había callado a todos utilizando nuevamente su poder superior como alfa dominante para que obedecieran sus órdenes. No era la respuesta correcta y definitivamente, no era la forma en que Drake deseaba dirigir su manada, ya que no lo haría muy diferente a su estúpido padre, pero ¿de qué otra forma podría hacerlo si los del círculo interno habían llenado de mierda la mente de los miembros de su manada? Por ahora, habían aceptado sus palabras y dudaba que intentaran meterse directamente con cualquiera de los cinco humanos que decidieron quedarse, aun los del grupo que seguían a los del círculo interno lo pensarían dos veces antes de intentar algo. Pero el problema era, que esos tres estúpidos ya habían llenado de mierda las mentes de los demás al decir mentiras de los humanos, influyendo temor y desconfianza hacia ellos, lo cual no le estaría facilitando a la hora de que ellos se pongan a trabajar. Había sido descuidado, y ahora por culpa de ello estaba sufriendo las consecuencias de lo que significaba dejar solo a esos tres estúpidos. Lo único bueno de toda esa situación de mierda, es que entre ese pequeño grupo de humanos que había logrado llevar a su manada, conoció una pequeña cosita interesante. Andy Clayton. Y es que, por más que los otros compañeros del ratoncito aseguraban que el chico estaba nadando en terror simplemente por su pequeña figura delgada y bonita apariencia delicada, a diferencia de los demás, Andy no olía a miedo en lo absoluto. Por el contrario, tenía una suave esencia a cierta flor de hermosa apariencia y distintos colores que crecía al borde de las montañas que cubrían los bosques. A veces se sentía un dulce aroma fragante, y otras un tanto picante. Dejando caer el hacha, Drake se quedó inmóvil y luego resopló una risa un tanto incrédula, sin poder creer que en tan solo unos minutos, había estado tan atento al ratoncito como para ya haberse percatado de la esencia natural que emanaba de su cuerpo. Enderezándose, Drake pasó una mano por su larga cabellera negra hasta los hombros y lo peinó todo hacia atrás. —No te ves tan inestablemente molesto como pensé que podrías estarlo con la jugada del círculo interno —comentó Olsen. —Estoy conteniendo las ganas de ir por esos tres idiotas para destrozarlos con mis propias manos —anunció con un crudo tono. Dándose vuelta, el alfa líder contempló a sus dos amigos más cercanos parados en una esquina de la casa, observando directamente hacia él. —Puedo ir a buscarlos por ti si quieres —ofreció Mikel—. Al menos, al idiota de Kaled puedes darle una paliza y excusarlo diciendo que se lo merecía por cruzar el límite sin tu permiso, todos vimos como lo hizo y se metió con el principito. —No me tientes, Mikel, que en este instante soy capaz de ir y destrozarlo durante ese castigo —resopló. Observando a su alfa líder, el lobo beta se acercó con su mirada brillando en cierta curiosidad. —¿Qué? —Nada, es que solo me sorprende que no le hubieras dado un castigo al idiota de Kaled tan pronto como lo viste intentando arruinar tus planes con el príncipe Caspian —explicó—. En otra oportunidad, habrías estallado inmediatamente. ¿Es porque los humanos estaban ahí presentes? —¿Por qué otra razón sería? —pronunció con cierta irritación—. Los humanos son débiles y miedosos, ya estaban asustados debido a la estúpida bienvenida de Kaled, si lo golpeaba como tanto deseaba hacerlo, no sólo los terminaría asustando más, sino que estaría comprobando las palabras del principito, quien con solo una mirada inmediatamente se dio cuenta de la situación en la cual se encuentra nuestra manada —expresó molesto de solo recordarle. —¿No se supone que le habías explicado la situación en la que estábamos para que nos ayudara dándonos a esos humanos? —preguntó el alfa, con cierta expresión confundida. A su lado, su amigo resopló y le dio un golpe por la nuca por su estupidez. —No seas idiota y vayas diciendo esas estupideces por ahí. El príncipe Caspian no nos dio a esos humanos, ellos decidieron venir por su cuenta, y si alguien te escucha decir eso, los tratarán como basura o sus mascotas —reprochó. —Lo tengo, no decir que los humanos son nuestros —asintió y luego alzó su mano para devolverle el golpe al beta—. Solo tenías que decirlo, no golpearme. Ahora estamos a mano. Observando con fastidio al lobo alfa, Olsen sobó su nuca y dirigió su mirada hacia el alfa líder. —¿Qué fue lo que le dijiste al príncipe Caspian para lograr traer humanos? —Quería tener las mismas comodidades que tenía en su manada y como no podía ayudarme directamente por la rivalidad entre las dos manadas en el pasado, es que me ofreció llevarme a los humanos, en ningún momento le dije de toda la mierda que estaba pasando por aquí —contó. —¿Y no sería mejor decirle? ¿Tal vez tenga una idea de cómo deshacerse del círculo interno? —comentó Mikel. El lobo de Drake empujó en su cabeza, molesto con la idea de tener que pedir ayuda a otro alfa dominante cuando ellos eran lo perfectamente fuertes para lidiar con todos los problemas con sus propios puños. Cruzando los brazos sobre su pecho desnudo, Drake negó en silencio. —No quiero que el principito esté al tanto de toda nuestra mierda. —rechazó firme—. Ya somos un número bastante reducido a comparación de su manada, no quiero que él o su actual líder nos vean como débiles. Si en este instante quisieran recuperar esta parte de la isla y presionarnos para volvernos parte de su manada, perderíamos penosamente —expresó. —Creí que el principito era el tipo bueno que solo está preocupado por su chico —comentó Mikel. —Por muy bueno que sea, no quiero involucrarlo mucho más en esto. Puede que él no esté interesado, pero mientras su padre siga teniendo el poder, él será quien tome las decisiones finales —les recordó y sus labios se torcieron en una profunda mueca—. ¿Cómo está la situación? —¿Te refieres a lo que están hablando los miembros de la manada o como se están tomando los humanos el conocer nuestro territorio? Porque déjame decirte que ambos están igual de mal —respondió el alfa. Aquellos ojos dorados inmediatamente repararon en Olsen, quien entre los tres era el qué más sensato y racional era. —Petra, Pascal y Kaled atacaron llenando de mierda la cabeza de los miembros asegurando que los humanos son seres malvados que en vez de ayudar, solo terminarán trayendo desgracia a nuestra manada, jurando que la diosa de la luna no estará para nada contenta con la presencia de ellos en nuestras tierras —explicó Olsen—. Y por otro lado, tal parece que sí fue un golpe para nuestros invitados el apreciar la forma en la cual estamos viviendo. Carecemos de varias cosas, como si estuviéramos varios siglos atrasados, según sus palabras. —¿Qué es siglos? —Mucho, pero mucho tiempo atrás —explicó el beta. —Ah, entonces dijeron la verdad —asintió Mikel—. ¡Ah! Eso explica las expresiones de sus rostros cuando le mostramos la casa en la cual se estarán quedando —dijo aplaudiendo como si hubiera resuelto un gran problema. —No deberían de quejarse cuando les dimos la casa que se encontraba en mejor estado e incluso la hemos arreglado —resopló el beta. —Viven en un mundo diferente al de nosotros, que es incluso mejor al de la manada Von Kleist, ¿qué esperabas? Es obvio que nuestras casas no serían de sus gustos, especialmente cuando le dimos una casa un poco alejada del centro del pueblo —indicó Drake. —Entonces, ¿qué? ¿Piensas cambiarlos de casa? El castillo podría ser de su gusto —comentó Mikel. —Dicho castillo que tiene más naturaleza que el mismo bosque, que los cachorros utilizan para jugar a las escondidas y que nosotros mismos arruinamos ventanas y puertas para que los tres idiotas no lo utilizaran más al creerse los dueños de este —le recordó Olsen. —Déjenlo —resopló el alfa dominante—. Se estarán quedando hasta la próxima luna llena, tienen que acostumbrarse a nuestro estilo de vida para que lo mejoren —decidió. —¿Y sobre los rumores que están esparciendo los del círculo interno? —preguntó el beta—. ¿Por qué no haces otra reunión para poder explicar bien su propósito y recordarle que son seres más débiles que nosotros, ¿cómo se supone que su presencia nos dañara? —resopló. —Solo los idiotas creerían las estupideces del círculo interno. —Y lamentablemente, esta manada parece estar llena de personas estúpidas —indicó Drake—. Además, con la reputación que tengo, sin importar lo que diga, seguirán sin creer en mis palabras. —Eso es por culpa de esos tres idiotas —se quejó su mano izquierda—. Ellos son los que están diciendo mierda sobre ti también. —Y Drake tampoco ayuda actuando tan idiota como es él —comentó Mikel—. ¿Qué? Sabes que es verdad —dijo al encontrarse con los ojos café del beta—. Drake puede ser nuestro alfa líder y amigo, pero a veces llega a ser bien imbécil. —Después de la infancia que tuve, y el padre de mierda que tenía, ¿qué esperabas? —resopló—. Al menos no estoy tan loco como Baltasar. —Mataste a tu padre con tus propias manos —le recordó el alfa. —Fue una lucha justa donde le di la oportunidad de rendirse. El idiota no quiso e hizo trampa, matarlo era la única opción. —Su muerte fue tan lenta y sangrienta que dejaste traumatizados a algunos —comentó Olsen. Una lenta sonrisa ladina surcó en el rostro del alfa dominante con ello. —Bien, ¿cómo se supone que estos humanos nos van a ayudar con la manada? —preguntó Olsen cambiando de tema. —Supuestamente, el principito enviaría a personas con conocimiento en diferentes áreas que haría a mi manada prosperar —anunció y comenzó a caminar dirigiéndose a la parte delantera de la casa—. Antes de partir, me entregó unos papeles que contienen dicha información. Subiendo los escalones, Drake entró a su casa y se detuvo ante la mesa de madera que se encontraba en un costado de la habitación. —Ahí están —los señaló. Ambos cambiaformas se observaron entre sí antes de acercarse a la mesa y tomar los papeles. —Interesante, hay muchas palabras que no sé qué mierda significan —comentó Mikel con sorpresa. —Estoy en las mismas —asintió Drake. Ante ello, ambos observaron a Olsen, a la espera. —Lo siento, puedo ser más inteligente que ustedes, pero aun así estas palabras van más allá de mi conocimiento. ¿Título? ¿Universitario? ¿Carreras especialistas? —negó. —Bueno, solo nos queda preguntarles y verlos en acción con nuestros propios ojos para saber en qué nos van a servir —decidió el alfa líder. —Si es que tienen el suficiente valor para salir de esa casa, todos son unos miedosos —rió Mikel. —No todos, el ratoncito no olía a miedo —recordó Drake con una pequeña sonrisa genuina.
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