Cuando Drake tomó la decisión de llevarse con él al ratoncito, la única razón por la cual lo hizo, fue porque no deseaba dejarlo en su manada, cuando los tres idiotas del círculo interno querían culpar a Andy de los cachorros que estaban enfermando, mucho menos si los mismos humanos estaban dispuestos a herirlo solo por ser unos idiotas. Pero, en ese momento, sentado al lado del hombrecito, observando como este ferozmente luchaba por conseguir un trato particularmente bueno para su manada, en la que estaría ganando algo más que unos simples animales, no podía hacer más que disfrutar de admirar dicha escena tan gratificante, donde claramente le estaba dando problemas al principito.
No importaba que se estuviera enfrentando al supuesto próximo alfa rey de la manada, el ratoncito simplemente no daba su brazo a torcer, y cada vez que Caspian cambiaba algo del trato que Andy le ofrecía, este lo volvía a cambiar por otra cosa que los beneficiara, comenzando así un interesante círculo en el cual, el verdadero rostro del príncipe Caspian comenzó a mostrarse, y aun así, el hombrecito se mantuvo firme. Y era altamente gratificante presenciar como el principito comenzaba a tener problemas para negarse a las propuestas de Andy.
—¿No piensas opinar nada? —cuestionó repentinamente Caspian, observando a Drake.
—Claro. Todo lo que diga el ratoncito lo apoyo —anunció sentado relajadamente en su silla.
Soltando una burbujeante risa, la pareja del príncipe rió alegremente y luego colocó su mano sobre la de Caspian, llamando su atención.
—Solo acéptalo, Cas. Finalmente encontramos a una persona que no cae ante tus encantos —indicó alegremente.
Las cejas del príncipe Caspian se fruncieron y observaron al pequeño humano con sus ojos entrecerrados.
—Sabía que solo tenías una máscara de un dulce chico tímido —expresó quejoso el príncipe.
—Gracias —pronunció Andy, empujando sus lentes más arriba—. Entonces, ¿tenemos un trato?
Caspian estrelló sus dedos contra la mesa de manera rítmica y observó entre Andy y el alfa líder de la manada Luz de luna.
—¿No piensas aportar nada durante la negociación? —cuestionó.
—Quiero todo lo que el ratoncito dijo, fin del asunto. —declaró con un encogimiento de hombros.
—¿Dejarás que él haga todas las negociaciones? ¿Realmente?
—¿Qué? ¿Se supone que no puedo hacerlas debido a que soy un humano? —cuestionó Andy.
Y ante dichas palabras, incluso el mismo Rhys observó a su pareja en un silencio que no le agradó para nada al príncipe.
—No lo dije en ese sentido, solo estaba sorprendido de que un alfa tan dominante como Drake te dejara llevar el mando en las negociaciones.
—Puedo ser un imbécil, pero sé cuándo dejar hablar a otra persona —anunció Drake.
—Lo mismo digo —asintió el pequeño humano.
Resoplando, el príncipe heredero finalmente dejó esa postura firme y apoyó su espalda en el respaldar de su silla. Al observar aquello, su pareja le sonrió y se acercó para besar su mejilla.
—¿Cuántos árboles de cacao y café dices que tienes? —cuestionó.
—Todo un lado del bosque —anunció Drake—. De ambos.
—Y están listos para cosechar —añadió Andy.
—Bien, aceptaré tu primer trato, siempre y cuando yo sea el único con el cual comercializarás ambos —declaró Caspian.
En silencio, el pequeño humano observó a Drake, esperando que él tomara la decisión final.
—Hecho, pero quiero un contrato al respecto —anunció.
—Y dicho contrato debe de especificar que nuestro p**o por esta vez será lo que he exigido, pero para la siguiente será otra cosa —pidió Andy.
—¿Quieres dinero? —preguntó el príncipe Caspian.
—No, la manada Luz de luna no trabaja con un sistema monetario, pero puede que necesitemos otras cosas más adelante —explicó el hombrecito.
—Bien, pero no pueden exigir su próximo p**o hasta que yo necesite más cacao o café —indicó el príncipe.
Terminando de aclarar los detalles del contrato, que especificaban la cantidad de cacao y café que debían de entregar, lo que recibirían en cada entrega, entre otros detalles, el príncipe Caspian y el alfa líder, finalmente firmaron, quedando cada uno con una copia.
—¿Cuándo serán entregadas las cosas que hemos pedido? —cuestionó Drake.
—Me tomará un par de días prepararlo todo, les avisaré cuando todo esté listo —respondió el príncipe heredero.
—Perfecto, nos iremos ahora —declaró Drake levantándose de su silla—. Pero antes bajaremos a la playa un momento.
—Si quieren, pueden quedarse a cenar, ya nos está dando algo de hambre —invitó Rhys con una brillante sonrisa en lo que acariciaba su estómago.
—Gracias por la invitación, pero aún tenemos cosas en las que trabajar —expresó Andy.
Levantándose de su silla, el pequeño humano se despidió de ambos y luego siguió a Drake por la playa. Ayudándole a recolectar conchas, su mirada de vez en cuando viajaba hacia arriba en donde se encontraba la casa.
—¿Por qué tienes esa expresión pensativa?
La repentina pregunta del alfa dominante hizo que Andy le observará.
—¿Cómo sabes que estoy pensando en algo?
—Todo tu rostro lo dice —anunció guardando conchas en el bolso de Andy—. ¿Qué sucede? ¿Querías conseguir algo más?
—No, todo eso fue muy bien, conseguimos más de lo que esperaba que nos dieran realmente —explicó y volvió la mirada hacia la casa—. Es solo que el vientre del príncipe Rhys me llamó la atención, parece muy abultado, pero todo el resto de su cuerpo era delgado —explicó—. ¿Tiene alguna enfermedad?
—Sí, se llama tener un cachorro en su vientre —soltó Drake como si nada.
Volviendo su mirada hacia el alfa dominante, el pequeño humano le observó con una expresión molesta.
—No es gracioso, si no sabes no hables.
—¿Por qué crees que te miento?
—Porque los humanos normales como nosotros, especialmente los hombres, no pueden tener bebes en sus cuerpos —declaró.
—Ya, pero mi nariz no me engaña —indicó tocándola—. Ese chico está embarazado, y para tu información, tampoco es un humano normal —soltó.
—¿Por qué dices eso? Todo el mundo sabe que el príncipe Caspian se caso con Rhys, quien es un humano el cual conoció en su fiesta de cumpleaños y se enamoraron —argumentó Andy.
—Pasaron muchas más cosas de lo que crees —resopló Drake, deteniéndose.
Confuso, Andy observó la arena bajo sus pies y luego al alfa dominante, quien seguía recolectando.
—¿Realmente está embarazado?
—No pueden engañar a mi nariz —aseguró Drake.
—Pero... No puedo entender cómo es posible, se supone que es un humano —insistió Andy.
—Ya te dije, no es completamente humano, huele diferente a ellos. Aunque ahora es una combinación de su cachorro y del principito tras aceptar su mordida y unir sus vidas —comentó con desinterés.
—¿Mordida?
Juntando sus cejas, el alfa dominante observó al humano y resopló al recordar que este provenía de la ciudad, un mundo completamente diferente al de ellos.
—Es algo que sucede en nuestro mundo. Cuando un hombre lobo se establece con su pareja y deciden que quieren estar juntos para siempre, el alfa muerde a su omega para poder reclamarlo como suyo ante todos los demás, creando así un lazo que une para toda la vida sus almas. El omega al tener su mordida, sus aromas se unen para anunciarle a tontos hombres lobos que están emparejados, logrando que los idiotas no vayan detrás de él, ni estos persigan al alfa —explicó.
—Es... Suena... Algo improbable, pero considerando que estoy en una isla llena de personas que puede cambiar a un lobo, no debería de ser tan sorprendente —expresó—. Lo increíble es que suena como el matrimonio para los humanos con eso de unir sus vidas, pero a la vez siento que es muy diferente.
—Considerando que son dos mundos completamente diferentes, probablemente si lo sea —asintió Drake, llenando el bolso finalmente.
—¿Crees que porque aceptó su mordida es que pudo quedar embarazado? Es que no veo otra forma en la cual pudo haber ocurrido aquello. ¿Las mordidas pueden cambiar el cuerpo de un humano?
Observando al pequeño humano, las cejas del alfa dominante se juntaron profundamente, y algo oscuro se removió en su interior al percatarse de toda la atención que le estaba dando el hombrecito. Eso le irritaba. No le gustaba, para nada.
—No lo sé, ¿por qué te interesa tanto de pronto? —cuestionó el alfa dominante—. ¿Qué, se supone que ahora te agradan? ¿Te quieres quedar aquí con ellos?
Alzando ambas cejas, Andy contempló con sorpresa al contrario, sin comprender su repentino cambio de actitud.
—¿Qué tonterías es esa? No es que me agraden o desagraden, solo siento curiosidad por la situación. Nunca he visto a un hombre quedar embarazado, y la idea de que pueda ser posible me intriga —explicó.
—Bien, que te deje de intrigar entonces —ordenó Drake y se levantó—. Vámonos, ya hemos recolectado lo suficiente —expresó con un visible mal humor.
—¿Realmente te enojaste? —preguntó Andy, levantándose.
—No estoy enojado —gruñó.
—Claro, dile lo mismo a tu cara, parece no saberlo —resopló.
En vez de responder, el alfa dominante se mantuvo en silencio, el cual perduró incluso cuando se internaron en el bosque, viajando directamente a la manada Luz de luna.
—¿Realmente te has enojado? —cuestionó Andy sin soportar ese extraño silencio.
—Ya te dije que no —espetó sin mirarlo.
—Pero te ves como si lo estuvieras —se quejó intentando seguirle el paso.
Cuando una raíz sobresaliente de un árbol se interpuso en su camino, Andy se quejó al caer sobre sus rodillas. Al verlo, Drake se sintió culpable por ello, ya que si hubiera estado caminando a su lado, habría podido evitar eso.
—¿Estás bien? —preguntó acercándose.
—¿Oh? ¿Ahora sí te interesa? —gruñó el hombrecito.
—Déjame ayudarte —suspiró Drake.
Empujando aquella mano en su dirección, Andy se levantó por su cuenta y observó resentido su pie derecho, el cual estúpidamente fue el que se enredó en aquella raíz, haciéndole caer.
—Déjame revisar eso.
—No, estoy bien —espetó retrocediendo, evitando su tacto—. Caminemos, quiero volver al pueblo antes de que anochezca —anunció y pasó por al lado del alfa líder.
Al contemplar el suave cojeo en el pequeño hombrecito, Drake pasó una mano por su cabello, sintiéndose de pronto como un gran idiota por haberse enojado sin razón. Si no hubiese actuado tan infantil, Andy no se habría caído y lastimado, y como si eso no fuera suficiente, ahora era el ratoncito quien estaba enojado.
—Ratoncito... —llamó.
Pero por supuesto que su llamado fue completamente ignorado. Suspirando, Drake se apresuró en alcanzar al pequeño humano, y tan pronto estuvo a su lado, fácilmente lo alzó entre sus brazos, logrando que Andy emitiera un sonido molesto.
—¿Qué crees que haces? —protestó.
—No seré un idiota y simplemente te dejaré caminar cuando es bastante obvio que te lastimaste —contestó retomando el camino.
—No te importó actuar como un idiota antes —le recordó rencorosamente.
—Fue mi error, ¿bien? Me molestó que estuvieras tan interesados en ellos, su manada es muy diferente a la mía y no quiero que te vayas con ellos —explicó con mal humor.
—Eres un idiota, solo tenía curiosidad.
—En mi defensa, desde un principio has sabido que soy un imbécil.
Sin poder discutir dicho argumento, Andy soltó un suspiro frustrado y se quedó en silencio el resto del viaje, evitando tocar más de lo necesario al alfa dominante en esa posición. Cuando hicieron una parada en la casa de Drake, le observó con sus ojos entrecerrados.
—No te dejaré revisar mi pie.
—Está bien, solo quiero preparar nuestra cena, lo dejé listo antes de partir —resopló—. Y ni quería revisar tu pie.
—Sí, claro.
Entrando en la ya conocida casa del líder, Andy esperó obedientemente sentado mientras Drake preparaba su cena, y una vez ambos comenzaron a comer, el alfa dominante odió el incomodo silencio entre ellos, el cual perduró incluso al terminar.
—Tu pie... —pronunció, queriendo buscar una excusa para hablar.
—Está bien.
—¿Me dejarás revisarlo?
—¿Me dejarás volver caminando? —cuestionó observándole.
—Creo que ambos sabemos la respuesta a ello —anunció.
—Entonces, creo que es hora de volver a casa.
Levantándose, Drake fue por el botiquín de primeros auxilios y se lo entregó al pequeño humano, luego simplemente lo tomó entre sus brazos y retomó el camino en un silencio que no le agradaba.
—¿Sabes? Se supone que era yo el que estaba molesto en primer lugar —comentó.
Pero el pequeño humano se mantuvo firmemente en silencio, sin mirarle, abrazando la caja de primeros auxilios. Al llegar a la casa, el alfa dominante tuvo problemas para dejarlo frente a la puerta, sin querer dejarle ir, mucho menos cuando no parecían estar en buenos términos.
—Ratoncito...
—Gracias por la comida. Espero que mañana no nos encontremos, tengo trabajo. Tampoco quiero que te quedes dando vueltas fuera de la casa, no deseo ver tu rostro ahora. Buenas noches. —se despidió el hombrecito y simplemente entró en la casa.
Observando la puerta de madera, Drake alzó una mano y la dejó descansar en su cuello, sintiéndose confuso y frustrado.
¿En qué momento habían invertido sus papeles?