Cuando Andy despertó, se sintió sinceramente como la mierda. Al no haber dormido las horas correspondientes, su cabeza le dolía de una molesta forma en la que parte posterior de su cráneo palpitaba, y con toda la noche agitada que había tenido por culpa de los tres estúpidos del círculo interno y manipulables miembros, su cuerpo también se sentía adolorido luego de haber sido golpeado, tirado y jalado sin cuidado alguno por aquellos brutos.
En ese momento, el pequeño humano ni siquiera estaría sorprendido de que todo su cuerpo estuviera cubierto de hematomas, considerando sus heridas previas, más las que se había ganado por un estúpido intento de deshacerse de él.
Soltando un muy profundo y cansado suspiro, Andy pasó las manos por su rostro y restregó sus ojos antes de peinar con sus dedos todo su cabello hacia atrás. Abriendo los ojos, contempló el techo de la habitación de Drake, lo cual significaba que luego de haber caído dormido tras ayudar a todos los niños enfermos en el pueblo, este le había llevado directamente hasta su casa, en vez de llevarle con los inservibles de sus compañeros, que no fueron capaces ni de salir de su habitación o de ayudarle mientras era secuestrado de su propia cama.
Emitiendo un resoplido irritado, su molestia no hizo más que empeorar, ya que hasta el hacer ese simple ruido, empeoraba su dolor de cabeza. Como sabía a la perfección que el seguir acostado no ayudaría en nada en sus dolores, más que tenía mucho más trabajo en su plato ahora que había prometido ayudar a los niños del pueblo, Andy forzó su cuerpo a sentarse en la cama, y algunos músculos inmediatamente protestaron en respuesta, especialmente cierta zona en su cadera.
Tirando las mantas de la cama hacia atrás, el pequeño humano comenzó a hacerse una revisión a sí mismo, encontrando un nuevo hematoma en su antebrazo, por haber sido jalado bruscamente, y encontró otro más en su cadera, un poco más grande que los demás, por ser tirado como un simple costal de papas.
—Eso se ve doloroso.
—Y me duele todo —se quejó Andy—. Incluso mi cabeza está intentando matarme en este instante, desearía tener algún medicamento para acabar con este pronto.
Percatándose de que alguien más había hablado, el hombrecito alzó la mirada y contempló hacia la puerta, encontrándose con Drake vestido correctamente, o tanto como se podía con un pantalón y una simple camiseta. Como siempre, sus pies se encontraban descalzos, al igual que la mayoría de los miembros de la manada y sus orejas de lobo se estaban afuera como su cola.
—Siento que es una de las pocas veces que te he visto vestido completamente —comentó.
—Tuve que bañarme para quitarme la sangre del cuerpo y no podía acostarme desnudo en mi cama con cierto ratoncito durmiendo en ella —respondió como con una mirada acusatoria.
—No intentes hacerme culpable, tú fuiste el que me trajo aquí cuando perfectamente podrías haberme dejado otra vez en mi cama —argumentó.
—Cuyo lugar te secuestraron fácilmente —indicó.
—¿Iba a saber yo que harían un tonto plan para deshacerse de mí? Por supuesto que no, o no te habría pedido que te fueras —refunfuñó cruzando sus brazos.
—No me fui.
Frunciendo sus cejas, Andy observó confuso al cambiaformas.
—Por supuesto que lo hiciste, si hubieras estado ahí, no habrías permitido que ninguno de ellos se acercara siquiera al jardín —expresó con confianza.
—No me importaba que te hubieras enojado conmigo, de todas formas me quedé fuera de la casa. Esos idiotas aprovecharon que salí a dar una ronda al percibir ruido para entrar y llevarte —explicó Drake.
—Oh. Tiene sentido —asintió y sus labios se torcieron en una mueca cuando ese simple movimiento empeoró su dolor.
—¿Qué te duele? —cuestionó Drake, acercándose inmediatamente.
—¿Todo? —contestó con una mueca—. Me duele mi cabeza por no haber dormido bien y mi cuerpo por haber sido maltratado —suspiró—. Lo peor es que el botiquín de primeros auxilios solo tiene un medicamento que me ayudará con el dolor de cabeza, no lo demás —se lamentó.
—¿Y tus plantas medicinales? ¿No hay alguna que te ayude con ello? —cuestionó el alfa dominante, sin agradarle para nada la idea de que el hombrecito estuviera sufriendo.
—No lo creo, tal vez un baño con agua caliente me ayude a relajarme y calmar el dolor hasta que el príncipe Caspian envíe al menos los medicamentos que le pedimos —expresó pensativo—. Sí, creo que eso haré. Iré a casa por un baño —decidió y se levantó.
Aunque por supuesto, Andy no pudo avanzar algún paso cuando debido al gran cuerpo que se posicionó ante él, interponiéndose en su camino. Inclinando su cabeza hacía atrás, el pequeño humano enfrentó aquellos dorados ojos.
—¿Drake?
—No es necesario que vuelvas a esa casa, puedes tomar un baño aquí —anunció y le obligó a tomar asiento con delicadeza—. En ese lugar ninguno de tus compañeros te ayudará a prepararlo y no estás en condiciones de hacer fuerza.
—Bueno no, pero... Si no lo hago yo, ¿quién lo hará entonces?
—Yo lo haré —declaró Drake—. Si no pude protegerte correctamente, lo último que puedo hacer al menos es cuidarte.
Observando al alfa líder, Andy negó e intentó levantarse nuevamente.
—No es necesario que lo hagas, no debes de sentirte culpable. No solo lograste llegar a tiempo, sino que además, pudiste ayudarme a limpiar mi nombre cuando esos tres estúpidos se empeñaron en ensuciarlo —le recordó—. No tienes que hacer más.
—Quiero hacerlo y lo haré —declaró.
Tomando al pequeño humano terco entre sus brazos, Drake lo recostó sobre la cama con cuidado.
—Espera aquí mientras preparo las cosas, no te muevas que inmediatamente lo sabré —advirtió y esas peludas orejas sobre su cabeza se movieron.
Confuso, Andy contempló como el alfa dominante se retiraba de la habitación dejándole a solas mientras se encargaba de todo. Juntando sus cejas, el pequeño humano miró el techo un tanto extrañado por la actitud cuidadosa del líder de la manada Luz de luna. No era buena idea que de pronto Drake comenzara a actuar más atento y cuidadoso de lo que ya era con él, no cuando ya estaba presentando sentimientos extraños por dicho comportamiento.
Negando, el pequeño humano se sentó nuevamente en la cama y todo su cuerpo se congeló tras escuchar la advertencia de Drake porque se quedara dónde estaba si no quería que lo amarrara.
—Ni que fuera un animal para que intentes amarrarme —refunfuñó bajito.
Pero aun así, Andy se quedó recostado y en algún momento, sus ojos se cerraron. Y con el poco sueño que había tomado, el pequeño humano dormitó hasta que sintió que su cuerpo era movido. Alzando una mano, restregó su ojo derecho y bostezó antes de enfocar bien en el alfa dominante.
—¿Qué sucede? —pronunció con un presente tono somnoliento.
—Ya he preparado tu tina.
Entrando a su baño, Drake dejó con cuidado al pequeño humano sobre sus pies justo al lado de la bañera.
—¿Está bien el agua? —preguntó.
Metiendo su mano en la tina, un profundo suspiro escapó de entre los pequeños labios de Andy.
—Sí, es perfecta.
—De acuerdo. Tu cambio de ropa está aquí, una vez termines solo sale a desayunar conmigo, yo me ocupo de todo —ordenó.
Dejando al pequeño humano solo luego de que este aceptara sus palabras, Drake se aseguró de terminar el desayuno de ambos, incluyendo por primera vez algunos huevos y pan recién horneado. Observando la caja de primeros auxilios que mandó a buscar junto a un cambio de ropa, Drake la abrió y simplemente miró el interior sin saber para qué servían la mayoría de las cosas.
Sin saber cuál de esas cosas sería el medicamento que ayudaría al ratoncito con sus dolores, Drake cerró la caja. Sus orejas se movieron al percibir ruido y una pequeña sonrisa se estiró entre los rígidos labios del alfa dominante al percibir al pequeño humano murmurar una aparente melodía, la cual su bestia no encontró para nada molesta.
Colocándose en alerta tras percibir la presencia de alguien cerca, Drake siguió los instintos de su lobo y se acercó silenciosamente a la puerta, sin querer asustar al ratoncito. Al abrirla, sus cejas se juntaron al encontrar a Mikel del otro lado con una canasta entre sus brazos.
—Buenos días, ¿estará el pequeño humano por ahí? —preguntó intentando observar el interior.
Juntando sus cejas con molestia, Drake alzó un brazo y lo apoyó en el marco de la puerta, moviendo su cuerpo para impedir que este siguiera observando el interior.
—¿Por qué quieres verlo? —cuestionó con un claro mal humor siendo reflejado en su rostro.
Mikel alzó la canasta entre ellos.
—Mi amada omega preparó algo de comida y unos postres dulces en agradecimiento por haber ayudado a nuestra pequeña Lince —explicó—. Yo también quería...
Al percibir que Andy estaba saliendo del baño, Drake le quitó la canasta a su amigo y se enderezó.
—Ve a la casa del principito y dile que queremos los medicamentos ahora —ordenó y cerró la puerta.
Cuando se dio vuelta, contempló al pequeño humano vestido completamente, parado al lado de la mesa, con una pequeña toalla sobre su cabeza, moviéndola para secar su cabello.
—¿Me pareció escuchar a alguien? —preguntó.
—Solo vinieron a dejar esto —anunció alzando la canasta.
—¿Por qué?
—Agradecimiento por haber ayudado a los cachorros —explicó acercándose.
—Eso me recuerda que debo de ir y comprobar como están, en algunos su resfriado había progresado demasiado, no me sorprendería si en este momento están sufriendo de pulmonía o algo así —comentó.
Dejando la canasta sobre la mesa, Drake observó al ratoncito con el ceño fruncido.
—No estarás pensando en ir a verlos ahora, ¿cierto?
—Tengo que comprobar cómo se encuentran, el agua que le di solo es para calmarles la tos, si presentan algún otro síntoma debo de buscar otra planta medicinal que les ayude —explicó Andy tranquilamente.
Aquellos ojos dorados observaron los hematomas que se habían añadido en la piel del pequeño humano. Al seguir la mirada del alfa dominante, Andy suspiró.
—Te dije que no debías de preocuparte por estas cosas, como mi piel es delicada, queda marcada con demasiada facilidad —explicó—. En serio, incluso me tomas de la mano y la sostienes con fuerza, se marcarían tus dedos —aseguró.
—Mis dedos... —murmuró Drake.
Y gracias a las palabras de Olsen, la mente del cambiaformas viajó mucho más lejos que solo un apretón de manos, llevándole a imaginar otros tipos de marcas siendo grabadas por él mismo en esa delicada piel, y no precisamente con sus manos. Y la idea de que Andy tuviera sus chupetones y mordidas, le gustó mucho más de lo que podría haber esperado.
—¿Drake?
Parpadeando, el alfa dominante sacudió su cabeza para sacarse dichos pensamientos y corrió una silla.
—Eso no importa, dijiste que te dolía la cabeza y el cuerpo, no vamos a estar saliendo de aquí pronto —declaró e indicó que tomara asiento.
Dejando la pequeña toalla descansar alrededor de sus hombros, Andy observó al contrario con sus cejas ligeramente fruncidas mientras tomaba asiento.
—Sé que dije que me dolía el cuerpo, pero el baño caliente realmente me ayudó con ese malestar —argumentó—. No me lo quitó totalmente, pero me relajó los músculos, por lo que no duele tanto como antes.
—Pero te sigue doliendo, que es lo que importa, al igual que tu cabeza —indicó.
Sirviendo el desayuno para ambos en la mesa, Drake tomó asiento y le entregó la caja de primeros auxilios para entregársela a Andy.
—Busca el medicamento que te va a ayudar con el dolor de cabeza —instruyó.
Y como el pequeño humano obedeció inmediatamente sin problema alguno, eso le advirtió inmediatamente al cambiaformas cuánto le estaba molestando dicho dolor. Tomándose el medicamento, Andy observó al alfa líder con agradecimiento.
—Gracias por recordar traerlo también —expresó con una pequeña sonrisa—. Dentro de poco el dolor debería de estar desapareciendo, por lo que podremos salir.
—No tengo planes de que salgamos hoy, no con esas heridas que tienes —rechazó Drake.
Observando al alfa dominante disfrutar tranquilamente de su desayuno, Andy juntó sus cejas.
—Ambos tenemos trabajo que atender, tú más que yo, no puedes simplemente decidir que nos quedaremos aquí solo porque tengo un par de hematomas más —expresó—. Tienes el invernadero.
—Olsen se encargará de ello.
—Debes de cuidar tus tierras.
—Mikel está en ello.
—¿Qué sucede entonces con el castigo a los idiotas que me lastimaron y los otros que participaron? —cuestionó.
—Ya me encargué de ellos. No tienes nada de qué preocuparte, esos idiotas recibieron su merecido.
—Dios, ¿realmente piensas quedarte todo el día aquí? —cuestionó frustrado.
—Claro que no, una vez estés bien, saldremos con los demás —anuncio el alfa dominante.