Desde el día en que había llegado a la manada Luz de luna, era la primera vez que Andy se encontraba completamente solo sin la compañía del alfa líder, quien desde el primer instante, estuvo detrás de él siguiéndole a todos lados, con unos pequeños periodos de tiempo de separación, que terminaron en el mismo instante en que comenzaron a trabajar juntos en mejorar la manada.
Por lo tanto, con todo el trabajo que había surgido repentinamente, lo normal era dividir para poder adelantarse, en especial cuando se estaba hablando de cultivar. Y a pesar de que Andy entendía a la perfección aquello, a diferencia de cierto alfa dominante terco, se sentía solo un poco extraño con la ausencia de Drake, lo cual no era para nada una buena señal. No podía acostumbrarse a la presencia de aquel cambiaformas, así como tampoco debería de apegarse demasiado a este, ni depositar toda su confianza.
Pero, ¿cómo se suponía que iba a hacer aquello cuando estaba en un lugar donde sabía cien por ciento que no podría sobrevivir por su propia cuenta aun con su inteligencia? En medio de un bosque rodeado de peligros donde la ley del más fuerte parecía prevalecer, mantenerse al lado del ser más fuerte, Drake, solo era un instinto natural de supervivencia. Lo malo estaba, en dejarse llevar demasiado por dicho sentimiento, por lo que, aquella distancia que había tomado del alfa dominante era algo necesaria.
Aunque por supuesto, Drake no estuvo para nada de acuerdo con su plan y se lo dijo directamente, más de una vez esa mañana, razón por la cual Andy tuvo que recordarle la importancia del invernadero y como su gente lo necesitaba lo más pronto posible. Con Loretta y Marvin dirigiendo todo, indicándole cómo hacerlo, la presencia del pequeño humano era innecesaria, y fue la oportunidad que este tomó para tomar distancia argumentando que averiguaría la calidad del café.
Fue así como Andy terminó en ese momento, sentado frente a la casa, moliendo los granos de café mientras leía un libro sobre como volver apta la tierra para cultivar en ella. Y no muy lejos de él, no tan oculto entre los árboles, estaba la sombra que Drake había dejado para él en caso de que los idiotas del círculo interno quisieran molestarle al encontrarle solo. O bien, el posible traidor podría acercarse buscando una oportunidad para llevarle al lado oscuro.
Considerando la personalidad que había visto hasta el momento de sus compañeros humanos, Andy tenía en la mente a dos candidatos posibles que se dejaron convencer por esos tres idiotas, Lucio era la primera opción, y la segunda... Russell. Marvin y Loretta al contrario de esos dos, con el pasar de los días y el acostumbrarse al nuevo estilo de vida, se alejaron de las malas compañías para buscar su propio camino en la manada a diferencia de esos dos, que seguían sin moverse.
Dejando de moler los granos de café, Andy pasó a la siguiente página. Percibiendo unas pequeñas tos sofocada, el pequeño humano alzó la mirada y observó sobre sus lentes. Al encontrarse con unos cachorros fuera de la cerca, que parecían estar jugando a espiarlo, una idea apareció para captar la atención de esos pequeños.
Aclarando su garganta, Andy fingió estar leyendo en voz alta, pero en realidad, solo estaba recitando uno de los cuentos infantiles más famosos que había en la ciudad para los niños, los tres cerditos y el lobo feroz. Poco a poco, los infantes se fueron acercando, encantados por la historia que estaban escuchando. Pero solo bastó con que un ruido los interrumpiera de su trance, para que todos cambiaran a su forma lobuna y corrieran lejos de ahí.
—Vaya, y yo que pensé que solo los adultos podían cambiar —comentó Russell.
Solo un poco irritado por la infortunada interrupción de su compañero, Andy alzó la cabeza y le observó cruzar el descuidado jardín delantero.
—¿Qué haces aquí?
—Vine por algo de comer —respondió obvio—. No sabía que entre todos esos libros que trajiste, habría cuentos infantiles.
—No los hay, no consideré que los miembros no sabrían leer o escribir.
—Pero, estabas leyendo un cuento infantil —reconoció.
Deteniéndose ante el pequeño humano, Russell observó el libro que Andy había estado leyendo y sus cejas se alzaron con sorpresa al encontrarse con información sobre el cultivo.
—¿Qué ten buena es tu memoria? —pronunció con sorpresa.
—Lo suficiente como para reconocer cuántos libros fue los que pedí —comentó casualmente.
Desafortunadamente, o Russell era inocente, o un muy buen actor, ya que su rostro no reveló nada.
—¿Quieres que te prepare algo para comer? Aprovechando que estoy aquí y que te dejaron atrás.
—No me dejaron atrás, le dije que se adelantara con Loretta y Marvin —aclaró—. Tengo otro trabajo del cual ocuparme, a diferencia de otros que pasan todo el día sin hacer nada.
—Lo sentí como una indirecta muy directa —dijo el otro humano alzando una ceja.
Andy se mantuvo en silencio, sin responderle. Lo cual pareció ser una invitación para Russell, quien cómodamente se invitó a sentarse a su lado.
—Voy a asumir que te estás refiriendo a Lucio, ya que todos en la casa sabemos que ustedes no se llevan exactamente bien —expresó—. Además, no tiene sentido que hables de ayudar cuando tampoco has hecho algo por la manada, ¿no? Solo te has estado dando vueltas por ahí, siguiendo al alfa líder como un perrito faldero en busca de su atención para que se mantenga cazando por ti, obligándole incluso a preparar tus baños.
—Es interesante como la envidia vuelve el tono de una persona tan tedioso —comentó Andy tranquilamente.
—¿Envidia? ¿Yo? ¿Porque le estés dando tu trasero a ese aterrador hombre? —bufó—. Por favor, ser una puta no causa envidia a nadie.
—Y, aun así, vienes aquí y te sientas a mi lado fingiendo ser una persona amigable mientras me tiras mierda a la cara y me atacas —indicó y le observó—. ¿Si no es envidia, qué es?
Con su rostro volviéndose de un interesante tono rojo, Russell apretó sus labios con fuerza y se levantó, pero no se fue, por el contrario, se mantuvo cerca observando desde arriba a Andy.
—Bueno, tampoco es como si no estuviera diciendo la verdad, ¿no? Todos en la manada sabemos que siempre ustedes dos están juntos —argumentó.
—Sí, haciendo lo que los demás no hacen, trabajar —dijo tranquilamente.
—Claro, como tú no te tienes que preocupar por conseguir comida y agua —refunfuñó.
Juntando sus cejas, Andy inclinó ligeramente su cabeza mientras observaba al contrario.
—¿Por qué te quejas de eso si tú tampoco tienes esos problemas? Loretta ya me dijo que Mikel les ha estado entregando comida y reponiendo agua para que no se preocuparan de eso —le recordó—. No pongas excusas, simplemente no quieres trabajar.
—¿Qué no quiero? ¿Cómo se supone que lo haré si esta manada está llena de personas retrasadas que no me hablan y tampoco entienden de lo que les hablo? —exclamó frustrado.
—No son gente retrasada, puede que algunos no sepan leer y otros escribir, pero son lo suficientemente inteligente como para saber que no es bueno acercarse a ti. Porque si realmente lo intentaras, si te esforzaras, serías como Loretta o Marvin, quienes ya se han acercado a los miembros de la manada —argumentó.
—¿Acercar? Ellos solo van y trabajan, y al verlos es que los demás los imitan —atacó.
—Así es como lograron comunicarse y acercarse. Tú por el contrario, no lo has logrado.
—Solo porque hayas estado en el lugar correcto y tengas un poco de conocimientos sobre plantas medicinales, no deberías de creerte la gran cosa. Esa mujer llamada Petra también los tiene.
—Sí, y son tan falsos como ella. Casi muere un niño por su farsa —resopló.
Cuando los granos de café estuvieron completamente molidos, Andy se detuvo y los revisó.
—Si quieres que ayude en la manada, ayúdame a acercarme al alfa líder —ordenó Russell—. Quiero tener más privilegios como tú.
—En primer lugar, no tengo privilegios. Segundo, no tengo por qué hacerlo. Y tercero, de nada sirve que te quieras acercar a Drake cuando tiemblas y huyes de miedo tan pronto como lo ves —argumentó levantándose.
—Entonces, ¿significa eso que no me vas a ayudar?
—No tengo razón para hacerlo, si quieres acercarte a Drake, solo hazlo, ni que te fuera a morder solo por hablarle —resopló.
—¿Y así dices que no eres una persona interesada? Obviamente solo lo quieres tener para ti solo —acusó Russell.
—No, solo no haré lo que me estás pidiendo, pero puedes acercarte por tu cuenta —aclaró.
—Eres un idiota.
Asintiendo sin darle mucha importancia a Russell, Andy intentó pasar por su lado para dirigirse a la casa y preparar el café. Solo que no contó con que el idiota de su compañero podría estar tan loco como para llamar su atención solo para lanzarle su libro. Con sus lentes cayendo ante el impacto, el pequeño humano alzó su mano y tocó un costado de su cabeza, en su sien, quejándose de dolor.
—¡¿Por qué te moviste?! No se suponía que lo hicieras —chilló Russell.
Y tan pronto como observó a un cambiaformas saliendo de entre los árboles, el muy cobarde rápidamente huyó de ahí. Bajando su mano, el pequeño humano revisó que no hubiera ninguna mancha de sangre y suspiró en alivio, ya que no era buena idea romperse la cabeza en un lugar donde ni siquiera había médicos para revisarle.
—Mierda. Drake me va a matar —pronunció Mikel tan pronto como observó al pequeño humano.
—Estoy bien, no me rompió la piel, solo fue el golpe —explicó Andy.
Agachándose para recoger sus lentes, el mundo bajo sus pies se sacudió ligeramente, lo que hizo que el alfa inmediatamente fuera a su lado y lo sostuviera para luego guiarle a que tomara asiento otra vez.
—Sip. Drake definitivamente estará enojado cuando vea esto —anunció Mikel.
—¿Tan mal se ve? —preguntó juntando sus cejas.
—Uhm... Digamos que es probable que te salga un huevo, porque ya está lo bastante rojo —explicó.
Y casi como si hubiera sido invocado, Drake apareció de entre los árboles, llevando con él un par de conejos y algo de pescado. Aunque tan pronto como observó al ratoncito sentado con una mano cubriendo un costado de su cabeza, inmediatamente se acercó y empujó dichas presas a hacia Mikel.
—¿Qué es lo que ocurrió? —preguntó agachándose ante él.
—¿Por qué crees ocurrió algo? —cuestionó Andy, observándole.
—Tienes una expresión de dolor, no estás usando esas cosas raras para esconder tus ojos y estás cubriendo tu frente —indicó.
Alzando la mano, Drake tomó con cuidado la del contrario. Lentamente, la apartó, revelando con ello un tono rojo justo en su sien, el cual solo parecía empeorar.
—¿Quién? —cuestionó.
Y su bajo tono oscuro que destilaba peligro, inmediatamente alertó tanto a Andy, como a Mikel, quien asombrado retrocedió instintivamente, sintiendo el riesgo con esa simple palabra.
—¿Fue uno de los idiotas?
Lentamente, Andy alzó sus dos manos y tomó la del alfa dominante, la cual seguía alzada cerca de su golpe.
—Estoy bien, Drake. Solo me estrellé y golpeé la frente.
—No me mientas. —espetó firme y observó sobre su hombro—. ¿Quién fue?
—Otro humano, se enojó y le lanzó un libro —respondió inmediatamente, ignorando la mirada de Andy.
—Dame el nombre y lo lanzaré por una montaña para que vea cómo se siente —gruño y se alzó repentinamente.
Abriendo sus ojos enormemente, el pequeño humano tomó nuevamente la mano del alfa dominante y se aferró a ella.
—Solo déjalo así. Si los demás se enteran de que los humanos están peleando entre ellos, menos van a confiar en nosotros —argumentó.
—Me importa una mierda. ¿Por qué tengo que dejarle salirse libre cuando ese idiota te lastimó sin dudarlo? —espetó con mal humor, observando su frente.
—Ya te dije que no es tan malo, solo que mi piel sensible lo vuelve peor —expresó.
Por supuesto, el rostro de Drake no revelo absolutamente nada más que su deseo por ir detrás de ese idiota, por lo que Andy observó a su costado buscando ayuda, pero solo se encontró con que Mikel ya les había dejado.
—Mira, por qué mejor no vamos a tu casa donde se me quedó la caja de primeros auxilio, reviso mi herida y luego comemos algo. Estar todo el día sentado aquí leyendo y moliendo el café me dio hambre —planeó—. Ya dejas para después tu amenaza, preferiblemente cuando estemos solo y los demás no lo escuchen. Así de paso a provecho de mostrarte el café, te aseguro que te va a gustar.
—Tienes que darme el nombre de ese idiota, te lastimó.
A pesar de su queja, todo ese aire lleno de peligro que había surgido en un instante al ver su herida fue retrocediendo lentamente a medida que Andy le hablaba.
—Lo sé, y lo haré, ya te ocuparás de eso en su momento. Ahora, comemos y hablamos sobre el invernadero y como vamos a mejorar los corrales para que traer los animales que el príncipe Caspian nos dará —calmó.
Juntando sus cejas, Drake observó el golpe en el ratoncito y emitió un gruñido bajo antes de asentir.