El humor de Drake no era el mejor, y cualquiera podría notarlo a simple vista, considerando que el alfa dominante ni siquiera se estaba esforzando por ocultarlo, con una molesta expresión gruñona que mantenía alejado a todo el mundo, más cierta aura amenazante que era notoria incluso entre los humanos.
Pero no podían culpar a Drake por su horrible mal humor, el ratoncito había sido lastimado en el instante en que quitó los ojos de encima. De nada sirvió colocar a Mikel cerca para que lo cuidara de los problemas, este ni siquiera pudo evitar que un libro lastimara el rostro de Andy a pesar de que se encontraba a solo unos pasos de distancia.
Y como si ya no fuera lo suficientemente malo, Andy se negó rotundamente a darle el nombre de la persona que lo había herido, y cuando intentó averiguar al respecto con Mikel, este ni siquiera pudo dar una descripción apropiada más que era un humano, hombre y más alto que Andy.
Todos en la isla parecían ser más grande que el ratoncito, a excepción de ciertos animales, y los niños, claro.
¿Cómo se suponía así que iba a encontrar al estúpido que se atrevió a herirlo? ¿Cómo es que iba a darle una lección para que no se le ocurriera a hacer la misma estupidez?
¿Cómo demonios es que iba a calmar esa ardiente rabia encendida en su interior, cuando no había nadie con quien desquitarse al respecto?
Soltando un resoplido molesto, Drake dejó caer con fuerza el hacha, provocando que el gran tronco se partiera en dos tan fácilmente como una tijera cortando papel.
Alzando la mirada, el alfa dominante se aseguró de que el ratoncito estuviera exactamente en el lugar en el cual le había dejado, luego de decidir por su propia cuenta que Andy no volvería a estar por ahí solo hasta que le diera una lección al idiota que lo lastimó. Y tal vez por un tiempo más, para asegurarse de que los demás humanos comprendieran que no era buena idea meterse con él.
No porque Andy fuera una cosita pequeña, bonita y débil, significaba que los demás simplemente iban a meterse con él. Andy podría no molestarle aquello, acostumbrado con dicha desagradable situación que pareció repetirse varias veces en la ciudad hasta volverse algo común, pero Drake no iba a permitir que eso sucediera también en su manada, no estando él como líder de todos.
¿Estaba sorprendido por el intenso deseo de proteger y cuidar que se encendió como un interruptor dentro de él?
Claro que sí, el alfa dominante nunca había sentido la necesidad tan fuerte de cuidar de cualquier persona, razón por la cual tampoco se molestó en volver a la manada una vez se dio cuenta de que había superado a su estúpido padre en fuerza, pero desde el instante en que Andy llegado a su manada... Lentamente este comenzó a tirar de él cada instinto protector, hasta que finalmente logró apretar el botón para que todo se colocara en movimiento.
¿Sería porque hacía tiempo que no tenía a alguien a su lado que no le veía ni trataba como un monstruo? ¿Porque Andy parecía ver más allá de los rumores y su apariencia?
Drake no lo sabía, pero de lo único que estaba seguro de momento, es que lo quería cerca, y que no iba a permitir que nadie lo molestara o lastimara estando él ahí para cuidarle y protegerle. Incluso su bestia estaba de acuerdo con ello, lo cual era una señal más para seguir, a pesar de que el pequeño humano pudiera verle como una molestia.
Percibiendo ruido, las orejas sobre la cabeza de Drake le alertaron, lo que hizo que el alfa líder se detuviera, y se enderezara. Inmediatamente, aquellos ojos dorados observaron en dirección hacia donde había dejado al humano y chasqueó su lengua al contemplar que este se había movido un par de pasos.
Alzando el hacha sobre su hombro, el alfa dominante se acercó y se detuvo ante el pequeño humano.
—Te moviste.
Aquellos grandes ojos de distintos tonos verde parpadearon en su dirección, intentando demostrar inocencia que no encajaba para nada con el rostro del pequeño humano, el cual se dio cuenta de ello, ya que rápidamente lo dejó.
—Tu acto para asustarme no lo hace —indicó tranquilamente.
—¿Por qué te moviste? —cuestionó.
—Porque es estúpido que esté aquí parado todo el día solo observando como te ves estúpidamente atractivo al cortar leña —se quejó—. Hay otras cosas en las que puedo ayudar.
Una lenta sonrisa creció entre los labios de Drake al percatarse de cierta palabra que mejoró su humor increíblemente.
—¿Me veo atractivo cortando leña?
—Dios... Finge que no escuchaste eso —se quejó el hombrecito, con un adorable sonrojo apareciendo en su mejilla.
—¿Por qué? Fue agradable escuchar algo que no fuera sobre algún proyecto de la manada escapando de esos pequeños labios tuyos —comentó observándolos.
—Por favor, no necesitas a alguien diciéndote lo tontamente atractivo que eres —bufó—. Tu ego ya debe de ser lo suficientemente grande como para escuchar esas cosas sin sentido.
Observándolo, el alfa dominante inclinó ligeramente su cabeza hacia un costado, interesado ante dicho cambio que detectaba en el pequeño humano.
—Estás nervioso.
Mirándolo, Andy juntó profundamente sus cejas y empujó sus lentes más hacia arriba.
—¿Qué? Se supone que eso es algo que también puedes oler con tu nariz —refunfuñó.
—No, pero puedo notar el cambio en tu cuerpo y actitud —respondió con una ladina sonrisa—. ¿Qué te colocó nervioso?
—¿Por qué estás actuando como un idiota? —se quejó Andy—. Solo sigue cortando madera para que puedan construir el invernadero, yo iré a conseguir más granos de café y cacao para mostrarle al príncipe heredero.
—Iré...
—Y no me sigas. —ordenó entrecerrando sus ojos—. Solo estaré literalmente cinco pasos alejados, no exageres.
La mirada de Drake viajo hacia el costado de la cabeza del ratoncito, donde el rojo había pasado a un tono violeta y su expresión volvió a tornarse oscura.
—No exagero. Alguien te hirió y aún no me quieres decir quién fue para castigarle.
—Tenemos muchas otras cosas de las que preocuparnos de un idiota que no sabe qué hacer aquí —resopló—. Ya te dije, solo son cinco pasos y no me sigas.
Alejándose, Andy llegó hasta el árbol que producía la baya de café. Deteniéndose frente a este, observó al alfa líder y lo encontró parado en el mismo lugar de antes. Frunciendo el ceño, el hombrecito alzó su mano y la agitó pidiendo que se fuera y volviera a lo suyo.
Afortunadamente, por un milagro del destino, Drake decidió obedecer y se alejó unos cuantos pasos más para volver a trabajar en la leña, dándole algo de necesario espacio a Andy. Volviendo la vista hacia el frente, el pequeño humano tomó una profunda respiración y alzó sus manos a la altura de su rostro, para seguido pellizcar sus mejillas.
"Dios, ¿en qué estabas pensando al quedarte observando como un idiota baboso a Drake? Por muy buen cuerpo que tenga este y lo increíble que se veían sus músculos al trabajar, no podía quedarse parado como un tonto con la baba cayendo" Se reprochó a sí mismo.
Soltando sus mejillas, Andy las sobó y luego agitó suavemente su cabeza para quitar la imagen de Drake partiendo leña. No era necesario que pensara en ese tipo de cosas por sus tontas hormonas revoltosas. Decidido a distraer su mente, recolectó algunos granos de café que estaban dentro de su alcance y luego los guardó dentro de su bolso. Buscando algo que le pudiera ayudar a recolectar más, el pequeño humano observó algunas plantas que ayudaban con los síntomas de un resfrío, por lo que sin pensarlo, se alejó un par de pasos más en su búsqueda.
Con una repentina sombra apareciendo por su costado, Andy bufó listo para regañar al alfa dominante, pero cuando observó hacia arriba, se encontró con una molesta persona.
—Le dijiste al alfa líder que fui yo quien te hirió, ¿cierto? Es por eso que me observó tan feo esta mañana cuando te fue a buscar —se quejó Russell.
Exhalando ruidosamente, Andy volvió su atención hacia las plantas.
—Yo no le dije nada.
—¡Mentiroso! De otra manera, no tendría que verme así.
—Drake observa así a todo el mundo.
—No intentes poner excusas ahora. Le dijiste solamente para que no me acercara a él —atacó.
—Si, claro, porque realmente estoy interesado en tu presencia —comentó burlonamente.
—Por supuesto que lo estás, o no le habrías dado una mala imagen de mí al alfa líder —argumentó Russell.
—Hablar contigo es un caso perdido, ¿por qué mejor no vas e intentas hablar con Drake? —propuso levantándose.
—Claro, ahora que le has dado una mala imagen de mí —resopló.
Rodando sus ojos, Andy volvió hacia el lugar donde el alfa dominante se encontraba partiendo leña. Tan pronto como Drake percibió su presencia, dejó lo que estaba haciendo y fue con él.
—¿Qué sucede? ¿No puedes alcanzar las semillas?
—No, pero no me acerqué para que me molestaras —resopló y señaló a Russell, quien le había seguido en silencio—. Quiere hablar contigo.
Aquellos dorados ojos observaron en dirección hacia el otro humano y Russell tembló ante aquella expresión feroz que incluso era reflejada a través de su mirada.
—¿Qué quieres?
—Yo, tengo algunas ideas que podrían ayudar en la manada —expresó Russell nerviosamente.
Sacando una hoja de su bolsillo, se la entregó a Drake solo un poco nervioso.
—Creo que es la mejor forma para mantener a salvo a los animales de los salvajes, mis padres lo hacían así —explicó—. Y lo de abajo es un horno para que puedan hornear pan.
—No son malas ideas —reconoció Andy, observando dicha hoja.
—Bien, hablaremos de ello luego de trabajar en las ideas del ratoncito —decidió Drake entregándole la hoja.
Cuando sus manos se rozaron, el alfa dominante tomó la contraria, y a diferencia de como tomaba con cuidado la de Andy, esta vez tiró de él con fuerza.
—La próxima vez que se te ocurra lastimar a Andy, recuerda que yo te lo devolveré mil veces peor —amenazó directamente en su oído y luego le asustó.
Con su rostro expresando nada más que horror, Russell retrocedió y observó a Andy.
—¡Dijiste que no le habías contado nada! —exclamó.
—No lo hizo, lo escuché de tu propia boca —resopló Drake y señaló sus orejas sobre su cabeza—. No un adorno.
Asustado, Russell rápidamente se retiró de ahí con una expresión llena de horror.
—Genial, no creo que ahora nos vuelva a mostrar su idea —comentó Andy.
—Está bien, viste la hoja, estoy seguro de que la recordarás —descartó Drake despreocupado.
—Si sabes que no era necesario decirle eso, ¿cierto? Puedo cuidar de mí.
—Sí, por eso tienes un golpe de un libro en tu sien —resopló Drake, tocando con cuidado dicho lugar—. Debería de agradecer que no lo tiré de una montaña o lo abandoné entre los animales salvajes, porque ganas no me faltaron —expresó indignado.
Observándolo fijamente, Andy quiso seguir protestando, pero aquellos intensos ojos dorados le hicieron perderse en ellos.
—Aquí está el culpable de todo —anuncio una molesta voz.
Observando hacia su costado, los labios de Andy se torcieron en una mueca al encontrarse con uno de los perdedores del círculo interno.
—Ahg, mejor ocúpate de él —resopló.
Observando hacia Pascal con sus seguidores, los labios de Drake imitaron los del pequeño humano.
—Quédate atrás, no te alejes demasiado —indicó.
El gran cuero del alfa dominante se paró frente a Andy, y él lo dejó. Tan pronto como escuchó aquella estupidez donde le culpaban porque los niños estaban enfermos, el hombrecito resopló por ese estúpido rumor. Negando, dejó felizmente que Drake se ocupara de ello y se alejó para coger más plantas.
—¿Qué crees que estás haciendo?
Observando hacia su costado, Andy se encontró con uno de los seguidores del círculo interno, quien no le observaba muy feliz.
—Estás buscando cosas para hacer de tu brujería otra vez, ¿cierto? —acusó.
Sin siquiera molestarse en responder dicha estupidez, Andy siguió con lo suyo, lo que pareció molestar al contrario, lo suficiente como para atrapar su antebrazo y tirar de él con tanta fuerza como para arrancarle un quejido de dolor.
—Suéltalo si no quieres perder tu brazo ahora mismo.
El furioso tono de Drake hizo que el cambiaformas contrario lo soltara de inmediatamente y retrocediera asustado, cayendo sobre su trasero.
—Lo vuelves a tocar, y dejarás de existir en este mundo. —amenazó el alfa dominante—. Y eso va para todos.
Tan pronto como aquellos dorados ojos observaron a los otros, todos finalmente se retiraron apresuradamente del puro miedo.
—No creo que me dejen en paz de ahora en adelante —pronunció Andy, observando como huían.
—Debí haberlos golpeado —gruñó observando su antebrazo, donde un perfecto hematoma se formaba.
—¿Siempre eres así de sobre protector? —indagó el hombrecito, admirándole con curiosidad.
—No, parece que solo funciona contigo —respondió el alfa dominante tranquilamente, examinando su brazo.