Heben se encontraba suspirando de alivio y a la vez, de alegría al cerciorarse de que ninguno de sus compañeros, más que Idra, sabían sobre su amorío con Crista.
Le pareció extraña aquella palabra. Amorío, pensó sintiéndose tonto. Prefiero, relación casual, se dijo a sí mismo. Aunque aún no se encontraba convencido.
No negaba que se sentía atraído hacía Crista, pero tampoco le interesaba ese tipo de relaciones empalagosas, de las cuales debía ofrecer su vida por el otro. Sí de algo estaba seguro, era que debía seguir viviendo, y si sus compañeros se enteraban de su relación con ella, no moriría, pero no la pasaría bien. Para nada bien.
No obstante, el peligro le gustaba, en igual parte que ella, y en ese momento no le molestaba arriesgarse. Aunque, tampoco se dejaría ver en público con
