Llegó el momento de la despedida, pues algunos ya se habían marchado y otros se estaban despidiendo, también el señor Oscar veía que su hija abordaba el auto de Daniel mientras su conductor cerraba la puerta y se disponía a ir al aeropuerto. —¡Adiós! —gritaban todos. —Nuestra hija se creció —dijo el señor Oscar triste. Los invitados veían cómo el carro se hacía chiquito en la carretera sin imaginarse que aquella pareja no estaba para nada feliz en aquella noche perfecta. Llegaron al aeropuerto y ninguno dijo palabra alguna, pues, Daniel se veía muy serio y Danna no era capaz de pronunciar ni una sílaba ya que se sentía muy incómoda. Así fue como abordaron el avión y parecía que las cosas iban de mal en peor. Ella miraba por la ventana del avión con su mente revuelta y cansada de a