Envolvió mi cuerpo en sus brazos, estar así con él inspiraba paz, no la había sentido desde que había despertado en el bosque y aquellas voces en mi cabeza habían comenzado a susurrarme.
Nos quedamos así un par de minutos más, escuchaba el sonido de respiración sobre mi piel y el mio sobre su pecho, además del sonido de la naturaleza afuera.
—Déjame mostrarte algo—se levantó y comenzó a vestirse. Imite lo que hacía, parecía ser algo muy importante como para detener lo que estábamos haciendo. Me vestí teniendo cuidado con mi pierna, ya estaba comenzando a cicatrizar y cuando estuve lista. Markuz extendió su mano hacia mí.
—Cierra los ojos—me susurro al oído, su voz me pareció un dulce canto que erizo mi piel. Hice lo que me pidió y me quede inmóvil. Luego coloco un brazo sobre mi espal
