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Caminamos por largo rato, no dijimos nada durante ese tiempo, yo no podia porque seguia pensando en lo que habia visto, en esa ilusión de la cafeteria, el como aquello que habia creado mi mente se sentia tan real como aquella voz que me invitaba al sótano, pero no entendia como es que Markuz quien habia insistido en salir estaba callado, me parecio que habia perdido todo interés en nuestra cita por mucho que lo negara, era evidente. Cuando alce la mirada nos encontrabamos ya muy lejos del pueblo y ya estaba comenzando a oscurecer, entonces me detuve obligando a Markuz a imitarme. —¿A donde vamos? Markuz se detuvo, pero apenas giro hacia mi. Hizo un ademan con su cabeza para invitarme a continuar caminando. Estaba tan sumida en mis propios pensamientos que no me di cuenta que varias p